Por: Carlos E. Liriano Lara
I. RESUMEN
La morfogénesis es aquella parte de una dinámica en que, mediante las interacciones entre las partes y el subsecuente intercambio de materia, energía, información y sentido, se ponen de manifiesto las trayectorias de tales interacciones (con sus respectivos atractores y constreñimientos), a través de la conformación de estructuras más o menos estables y observables. Esta morfogénesis (del griego “nacimiento o surgir de las formas”) se presenta tanto en sistemas intrínsecamente dinámicos como en sistemas semióticos. En el caso del presente ensayo, trataremos precisamente el aspecto vinculado a la semiótica del lenguaje como herramienta de comunicación y la forma como la vinculación a determinados servicios de convivencia y de gobernanza, diferentes de los predominantes en la lengua estándar, hace emerger nuevos elementos del lenguaje. A este proceso morfo-genético del lenguaje es a lo que llamaremos glosoentropía.
Los eventos gloso-entrópicos, o morfo-genéticos del lenguaje, tienden a acumularse a lo largo del tiempo y pueden llegar a generar herramientas de comunicación nuevas, cuya institucionalización puede llegar a convertir esa acumulación de nuevas herramientas en una lengua diferente de aquella desde la que se partió en principio. Esto debería ocurrir si no se restablecen de alguna manera los “servicios de convivencia”[1] o, eventualmente, servicios de gobernanza, o alguna forma de contenido cultural que provea servicios de identidad y que anclen una determinada forma lingüística. Este proceso que describimos, sin embargo, carece de intencionalidad y es intrínsecamente emergente.
Esta morfo-génenesis (la glosoentropía) es constante y ocurre dentro del ámbito de la vida cotidiana donde quiera que se debilitan las formas en que un poder o influencia facilita servicios de gobernanza. Esos servicios de gobernanza que desaparecen son sustituidos por los servicios de convivencia o de identidad cultural. La fase de selección sólo ocurre desde el nuevo poder proveedor que pasa a amplificar el modo seleccionado mediante la creación de expectativas de comportamiento vinculadas a la variante seleccionada.
Por razones obvias, un término que debemos definir es Glosoentropía[2], por el cual nos referiremos a la dinámica mediante la cual las prácticas del habla cotidiana se van enriqueciendo con nuevos términos y estructuras, o nuevos significados para viejos términos, los cuales sirven para vincularse con los servicios que provee el poder político, cultural o social. Este proceso puede continuar de manera que, en un momento dado, pudieran llegar a representar un alejamiento de las expectativas de comunicación que prevalecen dentro de una determinada comunidad, más allá de las condiciones de equilibrio que primaban antes de iniciarse la dinámica.
Sin embargo, estos procesos morfo-genéticos del lenguaje no están fijos en el pasado sino que son parte de un proceso que se inicia con cada debilitamiento de cualquier estructura de poder como proveedor de servicios y, visto que esto no siempre genera el emerger de nuevas lenguas, solo es limitado por el ejercicio de los procesos civiles que son parte de la vida cotidiana del ciudadano. De manera que son precisamente los servicios de gobernanza civil, como reflejo de un poder proveedor, los que limitan el proceso de evolución del habla que es intrínseco a cualquier sociedad.
Dicho de otro modo, los agentes que contribuyen a la creación de una nueva lengua no saben que fomentan una nueva lengua a través de generar un deseo de servicios de convivencia o identidad que funciona como atractor de la dinámica de comunicación. Más aún, proponemos que esta dinámica no se limita al evento colectivo mediante el cual una parte de la sociedad se distancia del poder proveedor de servicios de manera paulatina, sino que es consustancial a todos los procesos de fractura de la equiprobabilidad[3] de aplicación de la gobernanza. Lo mismo ocurre, incluso, cuando dentro de un hogar los hijos llegados a la adolescencia marcan su distancia con respecto a la capacidad de los padres de proveer servicios y bienes mediante la adquisición de nuevas formas de expresión que, de no ser por las necesidades eventuales de manutención, aceptación, incorporación a la fuerza laboral y otros servicios de convivencia, hubieran podido hacerse permanentes y, en un escenario de autosuficiencia material, convertirse en nuevos “entornos coloquiales”[4].
De forma general, en la semiótica vinculada a las interacciones humanas todo deterioro de la capacidad de proveer servicios de convivencia o de gobernanza, generará un desafío cuya característica inicial es la ruptura de la simetría (o de la equiprobabilidad) en la aplicación de las herramientas de comunicación. Dicha ruptura aparecerá como un distanciamiento con respecto a la expectativa mutua de comportamiento lingüístico. En condiciones alejadas del equilibrio, cuando tal influencia no es recuperable, se transformará en un nuevo modelo de comunicación estable y con sus propias reglas, el cual puede fijar la morfogénesis lingüística mediante la filiación a determinados servicios. Con el correr del tiempo, esta morfogénesis puede dar lugar a la aparición de nuevas lenguas, a medida que cada grupo vinculado a la provisión de determinados servicios opta por una cualquiera de las abordabilidades[5] comunicacionales que lo rodean.
II. INTRODUCCION
Queda claro que el tema de la aparición de nuevas herramientas de comunicación tiene una importancia cimera en el estudio de la diversificación cultural de la raza humana. En tanto que fenómeno complejo como el que más, debería ser objeto prioritario de estudio como dinámica social adaptativa que emana de algo tan sencillo como las razones por las que cada individuo opta por hablar de una manera o de otra.
Sobre el tema de la causalidad compleja de la cual emergen las relaciones entre los agentes del sistema social, o sea los seres humanos con comportamiento agencial[6], queda claro que la dinámica de comunicación se decanta por una de las abordabilidades que ofrece el sistema basándose en una serie de expectativas de comportamiento. Es también innegable que el uso de una lengua tiene que estar basado en una expectativa de comprensión y de beneficio adquirido a través de su uso.
Estos beneficios derivados del uso de una lengua, y que incluyen la posibilidad de expresarse en los mismos términos y usando los mismos códigos que los agentes proveedores de gobernanza y de convivencia, generarían entonces la cimentación de expectativas de comportamiento lingüístico en torno a la lengua estándar. Esas expectativas de uso, a su vez, alejan la equi-probabilidad de selección de lenguas y decantan la dinámica de comunicación creando un atractor[7] poderoso hacia la lengua del entorno proveedor de servicios.
Al mismo tiempo, las reglas gramaticales de la lengua estándar, que fueron establecidas y documentadas en la génesis glosoentrópica, devienen constreñimientos de entorno con respecto a posibles desviaciones en el uso de las convenciones de comunicación.
Desde el momento en que aparecen las desigualdades en la distribución de probabilidades de uso entre una forma de comunicación y otra (entre un lenguaje y otro), comienzan a aparecer correlaciones entre agentes y se generan dinámicas complejas en las que emergen núcleos de comunicación coloquial (entornos coloquiales) que presentan poca diversidad entre los agentes que los componen. Sin embargo, cuando las expectativas de comportamiento lingüístico no se ven reforzadas por la necesidad de servicios de convivencia vinculados a la lengua estándar (como veremos más adelante este escenario se trataría de alguna forma de marginación social) entonces emergen formas del lenguaje que se verán tanto más distanciadas de la lengua estándar cuanto más fuertemente configurado esté el atractor hacia la identificación con el grupo comunitario, que provee servicios de convivencia, en vez de con el estado central proveedor de servicios de gobernanza.
III. GLOSOENTROPIA EN DETALLE
El punto de inicio de la morfogénesis del lenguaje está en la fractura de la provisión de servicios desde algún tipo de poder o influencia, principalmente por parte del estado, pero que puede ocurrir en otras instancias de ejercicio del poder incuso dentro de los núcleos comunitarios o familiares sin que esto necesariamente de al traste con toda la capacidad de la unidad de funcionar como tal. Sería recomendable que tengamos siempre en cuenta la ruptura de simetría en el ejercicio de otras formas de poder que no estén vinculadas con el estado. Tal sería el caso del poder de la iglesia (poder pre-estatal y para-estatal), que dejó de convertirse en vector de sostenimiento y propagación del latín en momentos en que la gobernanza civil, con todos sus servicios, se movía hacia usos más cercanos a las lenguas vernáculas y hacia formas de gobierno más seculares.
Luego, queda claro que el proceso de ruptura de simetría en el ejercicio del poder no tiene que ocurrir a todos los niveles ni ser omni-presente, basta con que se produzca una pérdida de la equi-probabilidad de su ejercicio para que se acumule una especie de “valor agregado” en el uso de un lenguaje. Este “valor agregado” puede ser el reconocimiento y la aceptación de parte de colegas y amigos dentro del núcleo social al que se pertenece, ya sea que el mismo fuere un segmento de edad, una identidad política o cultural, un grupo étnico o un gremio (como ocurre con la aceptación de determinados términos dentro de la Academia).
Cabe señalar que una lengua no es una estructura fija y uniforme, sino la sumatoria de muchas abordabilidades lingüísticas particulares (que los lingüistas denominan idiolectos[8]) que se conforman a partir de todas las experiencias particulares de un individuo, su formación, los lugares en que residió, cuál es su trabajo, etc. Esta trayectoria de vida de cada uno de nosotros conforma la manera precisa en que pronunciamos las palabras, los adjetivos que usamos, la sintaxis que preferimos, etc. A nivel macro, la convergencia de todos los idiolectos y la tendencia que muestran hacia una conformación u otra, es lo que constituye una lengua propiamente dicha. O sea, vemos la lengua como un conglomerado dinámico de tendencias colectivas que convergen hacia un grupo de idiolectos, que cambian, que evolucionan, que involucionan, a veces prevaleciendo, o a veces sucumbiendo para perderse en el tiempo. Emerge entonces el concepto de una entidad en movimiento de la que se “desgajan” entornos coloquiales que pueden conformarse alrededor de otras preferencias y dinámicas según el interés de cada comunidad. Sin embargo, una vez estabilizados los elementos que constituyen las lenguas, sobre todo las modernas, entendemos que el proceso de desvinculación de un entorno coloquial determinado con respecto a una lengua madre, para eventualmente convertirse en lenguaje y en una nueva lengua, no pasa por un proceso de selección basado en estructuras más o menos aptas. Tal cosa sería una especie de evolución darwiniana dirigida e intencional. La desvinculación de un entorno coloquial se basa en un proceso de desacoplamiento dinámico inconsciente e inintencional.
Para poder determinar cuándo, precisamente, emerge el uso de la lengua entrópica a partir de un proceso de consolidación del poder local en detrimento del poder del entorno, sería interesante acercarnos a las tesis de Godelier emanadas del estudio de sociedades más o menos impolutas del pacífico Sur. En esas sociedades, el investigador pretendía encontrar la semilla de la evolución de la lengua a partir de la organización social primigenia. Por ser de tal importancia, ya que señala el papel del poder en el mecanismo de selección de la lengua, entendemos necesario citar un fragmento del artículo de Godelier.
De acuerdo con Godelier en su celebrado artículo de 1978 “Poder y Lengua”:
<<……Lo más sorprendente entre los Baruya, es constatar que los hombres son iniciados para hablar un lenguaje secreto…..[que lo es] sólo para las mujeres y para los jóvenes no iniciados. Existe también una suerte de monopolio de los hombres sobre ciertos saberes y esto se traduce en el lenguaje por un código, un lenguaje secreto. ¿Cuál es la estructura de ese lenguaje secreto? Los hombres utilizan los nombres corrientes en lugar de otros. Por ejemplo, para hablar de las batatas dulces, wuopai, van a utilizar otro nombre –conocido por todo el mundo – hombres y mujeres – y que sustituye a esa palabra habitual, tomando su lugar en el discurso. Así las mujeres no saben verdaderamente de qué están hablando los hombres, pues piensan que están hablando de otra cosa[9]…..Se trata en profundidad, de un monopolio del acceso a un mecanismo invisible, a una conexión oculta entre las palabras y las cosas.
….. Parece, sin embrago, que ciertas desigualdades aparecen, nacen, de la posesión restringida de los medios que nosotros llamamos imaginarios, de la reproducción de la sociedad y de la naturaleza. Posesión de ritos de caza, de la fertilidad de las mujeres y de la posesión de saberes que nos parecen –a nosotros– saberes “fantasmagóricos”. Es igualmente importante ver que en muchas sociedades existen aristocracias hereditarias…como la de las islas Trobiand en Melanesia, [que] trabaja en diversos procesos de trabajo pero cumpliendo tareas que no son consideradas degradantes. Los aristócratas no transportan cargas pesadas. Participan de los trabajos agrícolas o de la pesca y, a menudo, ocupan un lugar de autoridad en el plano de las actividades económicas. La diferencia con la gente común es sólo relativa. Pero la diferencia es absoluta en materia de posesión de conocimientos rituales y del lenguaje ritual[10].
……En efecto, parecería como si el clan o los clanes que poseen los ritos y los sacerdotes que pueden “obrar sobre” los ancestros, se encontraran al servicio de todos, rindiendo a todos un servicio.>>
De las palabras de Godelier podrían entonces extraerse algunas conclusiones previas que son interesante para nuestros objetivos. De manera general, estas conclusiones serían:
- Es la percepción de legitimidad del poder, y la posibilidad de este de proveer servicios, lo que da una especie de “valor agregado” a la necesidad de comunicación entre el individuo y quienes ejercen ese poder[11].
- Entonces la necesidad de comunicación con ese poder percibido como “legitimo” es lo que genera la sumisión lingüística al entorno coloquial del poder.
- A pesar del consentimiento del conjunto, el poder es constantemente desafiado desde dentro de la sociedad y solo se mantiene gracias al monopolio de la provisión de los servicios de convivencia que en las sociedades más antiguas consisten de ejercicios rituales de la “magia” para el beneficio colectivo[12].
- El poder basado en esos servicios de convivencia parece ser pre-existente con respecto al estado y a las relaciones de producción. Igualmente, se produce aún cuando no hay una diferencia de saberes capaz de generar acumulación de riqueza.
La lengua emerge entonces en las practicas colectivas de la vida cotidiana como una totalidad compleja y a partir de las interacciones internas, no lineales y mediadas (aunque si jerárquicas y no autónomas). Estas prácticas que son el sustento de la lengua a través de la cimentación de expectativas de comportamiento comunicacional, se agrupan alrededor de vectores basados en servicios de convivencia y valores agregados de gobernanza civil. Esos valores agregados que requieren de una interacción entre el individuo y el estado (llenado de formularios, aplicaciones de empleo, pago de impuestos, comprensión de las leyes ciudadanas, y para los estados con funciones místicas: “unciones” y consagraciones rituales, etc.) sustraen al individuo de su entorno coloquial para llevarlo al lenguaje estándar y, de esa forma, impiden la incipiente glosoentropía que emerge del desafío natural y corriente al poder imperante. Cada vez que emerge tal desafío el mismo se plasma, mediante el proceso morfogenetico que mencionamos, en un entorno coloquial que pasa a ser característico (y parte de las expectativas de comportamiento mutuo) de un grupo social afiliado a una forma de provisión de servicios.
Todos estos entornos coloquiales figuran dentro de la gran cuenca (o entorno) de los servicios de gobernanza y mantienen dentro de sí determinados servicios de convivencia. De manera que lo que identifica al individuo con un entorno coloquial determinado es su atracción por los servicios de convivencia de ese entorno y lo que lo atrae hacia la lengua estándar es su atracción hacia los servicios de gobernanza de ese estado auspiciador de esa lengua estándar. De la tensión entre ambas atracciones y del equilibrio entre las mismas depende la posibilidad de un evento glosoentropico. Cuando la atracción hacia los servicios de convivencia es mayor que la que se siente hacia los servicios de gobernanza, el individuo se aleja de la lengua estándar y su entorno coloquial puede generar un “evento glosoentropico”[13].
Sin embargo, los miembros de diferentes entornos coloquiales también pueden estar vinculados por un lazo de temporalidad. Por ejemplo, es común que cuando una promoción[14] alcanza la pubertad tiende a adquirir una serie de modismos y cadencia del lenguaje que le es característica. Sin embargo, esta forma de hablar tiende a desaparecer en la medida en que cada uno se inicia en la vida laboral y empieza a desarrollar una vida familiar que ya no es parte de la dinámica de sus días de “pandilla”. Incluso, resulta mal visto en la vida de adulto que algunos individuos mantengan los modismos de sus días juveniles.
En condiciones de equilibrio, la comunicación coloquial co-existe dentro del entorno de la lengua general sin representar una amenaza para ella, ya que no puede reforzar su expectativa de uso ni puede proveer servicios que la hagan deseable o necesaria, como no sea una cierta inclinación identitaria que puede desaparecer con el tiempo al cambiar las necesidades de servicios por parte de los miembros de un determinado entorno coloquial.
Para los estudiantes de complejidad resulta evidente que donde existen interfaces entre dos o más ámbitos en los que se presentan atractores que compiten, se generarán bifurcaciones. En las expectativas de comportamiento mutuo basadas en prácticas de poder, saber, discurso y deseo (como son descritas por P. Sotolongo en su libro “Complejidad y Vida Cotidiana”), se producen, como consecuencia de esas bifurcaciones, formas fractales. Esto es lo que ocurre en los espacios marginales alejados de los centros, donde las prácticas y servicios de convivencia son tan poderosos en comparación con la relativa debilidad y baja capacidad de atracción de los servicios de gobernanza, que propician la aparición de expectativas de comportamiento que difieren grandemente de los propiciados desde el poder central. Pero, también son diferentes de los que se presentan en núcleos de convivencia ubicados a lo interno de los ámbitos comunitarios, con lo que emergen fronteras o espacios entre las diversas formas coloquiales que son fruto de la morfogénesis del lenguaje. Cuando esos espacios de interface se llenan de expectativas diferentes a las propiciadas en los núcleos de convivencia, y que también difieren de las propiciadas desde el poder estatal a través de los servicios de gobernanza, entonces emergen herramientas de comunicación que devienen necesarias para que los núcleos de convivencia puedan interactuar provechosamente con el entorno coloquial, pero que son insuficientes para vincular ese ámbito coloquial con los servicios de gobernanza emanados desde el estado.
De esta forma podemos decir que: el lenguaje, desde el punto de vista de la creación de expectativas mutuas y colectivas, es un comportamiento con ribetes de ritual social que se forja, como todas las expectativas mutuas de comportamiento, en el ámbito de la conciencia tácita pre-reflexiva. Cada vez que asumimos un patrón de comportamiento lingüístico, eso refuerza su permanencia y lo hace más probable de que vuelva a producirse de nuevo. De manera que el uso de un modismo lo refuerza y aumenta la probabilidad de que se use en otra ocasión profundizando de esa forma el proceso glosoentrópico, el cual se va fijando a través de las mismas etapas y los mismos mecanismos que los comportamientos sociales.
De forma que, como ya hemos dicho, nadie crea un entorno coloquial de manera reflexiva y con tal propósito, sino, que el mismo emerge a través de la cimentación colectiva y la creación de expectativas mutuas que convergen alrededor de un pequeño grupo de idiolectos. Al principio, tal cimentación se da como herramienta para acceder a determinados servicios de convivencia que pueden ser originados en la dinámica local y, eventualmente, devienen instrumentos de poder simbólico que, al correr del tiempo, pueden convertirse en poder material proveedor de servicios.
Si tomamos al estado proveedor de gobernanza como una institución formal, entonces la función del mismo estructura las relaciones sociales objetivas y genera un aspecto “deseable” o arquetípico de esa subjetividad llamada lenguaje. Este es el momento en que se establece ese lenguaje como vehículo arquetípico, con valor agregado en la gobernanza y forma manifiesta en el poder. Desde este punto en adelante, ese lenguaje arquetípico del poder y la gobernanza deviene atractor de todos los entornos coloquiales circundantes y llega a convertirse en lengua.
Como sabemos los estudiosos de la complejidad, es a partir de la función de la cual emerge la estructura a través de la fijación de patrones de comportamiento dinámico que definen los atractores y la cuenca de atracción del sistema. La clausura organizacional, manifiesta en nuevos entornos
coloquiales estables, propicia su propia sintaxis, semántica y praxis[15], tanto para las dinámicas que son propiciadas como para las no propiciadas. En otras palabras, y en lo que se refiere estrictamente a comunicación, la semiótica genera su propio alfabeto, reglas de sentido y uso. Este conocimiento se extrapola desde la comunicación, vehiculada por la lengua, hacia todos los procesos cambiantes en cada dinámica natural o de segundo orden (generada por el ser humano).
En el ámbito biológico, por analogía, mientras más diferentes y complejos se vuelven los individuos (o sea mientras más amplio el espacio fenotípico) mayor es la posibilidad de evolución, pues solo así puede actuar la selección natural, toda vez que la misma es una selección funcional que ocurre de manera dinámica y “desde dentro”. Es por esto que las lenguas que viajan (el castellano que es, por ejemplo, una lengua transcontinental) tienden a ser robustas, ya que presentan un amplio menú de opciones y una diversidad de abordabilidades que les permite adaptarse a nuevos entornos y, de esa forma, fortalecer al poder estatal que los sustenta ampliando las posibilidades de servicios de gobernanza dentro de su cuenca de poder y de convivencia a lo interno de las comunidades y entornos coloquiales.
IV. MECANICA DE LA FRACTALIZACION DE LAS FORMAS DE COMUNICACIÓN ORAL
La auto organización de las comunidades lingüísticas en entornos coloquiales, y los procesos políticos emergentes en condiciones en que se pierde la equiprobabilidad de la capacidad de proveer servicios, son dos caras de la misma dinámica y resultan concomitantes. Pero, eso sí, no están vinculados de manera causal. La auto organización de entornos coloquiales, en cualquier caso, es un proceso por el cual una totalidad de agentes tienden a alcanzar, sin ninguna interferencia, ciertos estados particulares específicos de entre una enorme cantidad de abordabilidades. Como ya vimos, la lengua es un consenso acerca de un idiolecto o grupo de idiolectos particulares, de manera que la formación de un nuevo consenso es la dinámica que, esencialmente, configura un nuevo entorno coloquial.
Cuando los sistemas sociales complejos, y en el caso de los entornos lingüísticos y de ejercicio de servicios de convivencia y de gobernanza estamos frente a un sistema particularmente complejo, se alejan sólo un poco del equilibrio dinámico en que normalmente se mantienen, entonces su comportamiento es rígido y poco diferenciable con respecto a la dinámica original del sistema; cuando dichos sistemas se alejan moderadamente del equilibrio, el comportamiento es adaptativo pues tienden a hacer emerger cambios que lo adaptan a las nuevas condiciones; y cuando el alejamiento es grande el comportamiento se vuelve complejo evolutivo ya que emergen nuevos órganos dentro del sistema con el objeto de propiciar un nuevo equilibrio.
En esta última etapa de evolución es cuando el sistema desarrolla sus propias estructuras disipativas[16] como proveedoras de gobernanza, y se consolidan las expectativas alrededor de una de las abordabilidades coloquiales, generándose una nueva proto-lengua. Este nuevo vehículo de comunicación se vincula en la psiquis colectiva, de manera indisoluble, con el emerger de un nuevo equilibrio, y se verá propiciado desde a vida cotidiana hasta tanto no se pierda la capacidad de proveer la esperada gobernanza que, finalmente, ancla la dinámica de comunicación al crear el arquetipo de lengua que deviene estándar.
V. GLOSOENTROPIA MICROESCALAR
Acerca del proceso de fractalización en las formas de comunicación lingüística, surge la siguiente pregunta: Cuál es entonces la menor escala en la que tal proceso de fractalización (y bifurcación) es posible? Podemos iniciar esta indagación mencionando un texto de Wittgenstein llamado Investigaciones filosóficas. En este trabajo Wittgenstein abandona la aproximación lógica hacia la génesis del lenguaje y llega al convencimiento de que el punto de vista adecuado es de carácter conductista o sea que no se debe tratar de buscar las estructuras lógicas del lenguaje, sino de estudiar cómo se comportan los usuarios de una lengua, encontrar cómo aprendemos a hablar y para qué nos sirve el habla. Evidentemente, este es un enfoque enteramente funcional y dinámico acerca de la aparición del lenguaje y, en esencia, es al que queremos hacer referencia.
Una tesis fundamental de las Investigaciones Filosóficas es la imposibilidad del lenguaje privado. Para Wittgenstein, un lenguaje es un conglomerado de juego[17], los cuales estarán regidos cada uno por sus propias reglas. El asunto está en comprender que estas reglas no pueden ser privadas, es decir, que no podemos seguir privadamente una regla, de la misma forma que no podemos convertir en arquetípica una lengua si nadie la conoce y no provee servicios de convivencia a nadie (esto es lo que hizo fracasar al Esperanto). Lo mismo ocurre con los juegos de lenguaje: pertenecen a una colectividad y nunca a un individuo sólo. Sin embargo, es el valor que el individuo adjudica a la pertenencia a esa comunidad lo que hace a dicho individuo buscar su filiación y, por ende, asumir su juego de lenguaje.
En ese mismo tenor, cabría preguntar: Cuál es la menor cantidad viable de hablantes de una lengua? La respuesta puede ser inmediata, por supuesto que dos. Ante esta respuesta, habría entonces que ampliar sobre tal eventualidad, si es que la misma existe, y establecer bajo cuáles condiciones ocurre tal caso. En términos generales, los gemelos son particularmente proclives a desarrollar y mantener formas únicas de comunicación dado que se relacionan de manera más o menos constante y sus desarrollos son normalmente paralelos. Igualmente, tienden a imitar, y por ende reforzar, las prácticas cotidianas del otro gemelo, desarrollando en consecuencia patrones característicos de comportamiento con una mayor celeridad y efectividad de lo que ocurre con respecto a otros miembros de la comunidad. Dado que estos comportamientos son mutuamente reforzados, los atractores que para ellos representarían los “servicios” de la autoridad familiar tienden a ser tenues y se desvanecen en los casos de padres alejados o ausentes, mientras que los servicios de convivencia de sus hermanos son entonces mas deseables y vinculantes.
Lo normal es que los gemelos abandonen sus lenguajes privados coincidiendo con la etapa en que se inicia su socialización al asistir a la escuela. Al iniciarse este proceso, y si nuestra tesis es cierta, entonces el motivo por el que los gemelos abandonan su forma característica de comunicación es porque, al incorporarse a un grupo social más estructurado, emergen “servicios” de convivencia (por parte de compañeros) y de gobernanza (por parte de las autoridades de la entidad educativa) que dan valor agregado a la lengua estándar, y al habla coloquial de los compañeros, en detrimento de su
“lenguaje privado”. Al llegar a la escuela, aparecen incentivos poderosos que encausan su comunicación hacia los atractores de aceptación comunitaria.
Mientras más aislados se mantienen estos casos de gemelos con lenguaje privado, más tiempo perduran las formas de comunicación que desarrollan. Igualmente, y por el contrario, mientras mayor es la presencia parental y el contacto con otros hermanos o vecinos, más rápidamente desaparece el lenguaje privado. En muy raros casos el aislamiento perdura lo suficiente para que los gemelos desarrollen un lenguaje más o menos completo.
Finalmente, el proceso micro dentro del cual se lleva a cabo la emergencia de formas coloquiales, que son luego asumidas por grupos mayores, es un estudio que se encuentra en su infancia. El caso de la lenguas de gemelos es particularmente difícil porque los gemelos tienden a abandonar estas formas muy rápidamente excepto en el caso de un gran aislamiento con respecto a servicios de convivencia familiar. Lo que sí es seguro es que parece existir una forma básica de procesar la información compartida de forma oral entre dos personas y esta forma precisa de ser modificada cuando se aplica a grupos mayores y a medida que se adapta a diversas estructuras de poder y servicios de gobernanza civil. En consecuencia, el requerimiento de tal adaptación apunta a que es el individuo, por interés propio, el que asume el entorno coloquial general para buscar los “servicios de convivencia.
VI. SUSTENTO SOCIO-HISTORICO DEL PLANTEAMIENTO
En esta parte, procederemos a estudiar un ejemplo de cómo ocurren los eventos en los que se evidencia la dinámica propuesta. Idealmente, y si estamos en lo cierto, tal dinámica deberá presentarse en escenarios socio-lingüísticos diversos y afectar herramientas de comunicación mediante un proceso comparable.
VI.1. EVOLUCION DEL LATIN VULGAR HACIA EL CASTELLANO
Tenemos que aclarar de entrada que el término “lenguas Romances” se refiere a las lenguas que se hablaban y se siguen hablando en los territorios a los que alcanzo la influencia del imperio romano. Los términos “ romano/a ” y “ Rumania” proceden efectivamente del adjetivo latino romanus, ya que se consideraba que sus hablantes empleaban una lengua tomada de la de los romanos.
Este término se contrapone a otras lenguas presentes en los territorios del antiguo Imperio, como el fráncico en Francia que viene de la familia de las lenguas germánicas. Citando el artículo en Wikipedia referente a las lenguas romances: <<El primer escrito [que haya sobrevivido. N. del A.] en que se encuentra el término “romano”, de una manera u otra, se remonta al sínodo de Tours, en el año 813. Es a partir de ese sínodo en que se considera que la primera lengua vulgar se separa del latín, y se designa en efecto como una lengua aparte. Se trata de una forma de proto-francés, que recibe el nombre de romana lingua o román. No obstante, en los Cartularios de Valpuesta, hay un texto anterior que data del año 804, y está escrito en español muy antiguo.>>
Hay que mencionar, ante todo, que las teorías clásicas sobre la evolución de las lenguas se sustentan en los cambios paulatinos que se perciben en los escritos de gobernanza. Sin embargo, en este caso aplica verdaderamente el concepto de que “la ausencia de evidencia no constituye evidencia de ausencia”. El hecho de que no tengamos documentos que sustenten una determinada visión del proceso evolutivo de la lengua, no quiere decir que esos documentos no se hayan producido, siendo tal vez destruidos con el tiempo, o pudo haber ocurrido que el proceso evolutivo se haya efectuado tal como se propone y no haya sido plasmado por escrito hasta siglos después, cuando ya las condiciones pertinentes al proceso de desarrollo de servicios de gobernanza fueran diferentes.
La evolución del latín vulgar hacia las lenguas románicas se fecha, grosso modo, de la siguiente manera:
- Entre el 200 aec y el 400 aproximadamente: diferentes formas de latín vulgar.
- Entre el 500 y 600: estas formas comienzan a distinguirse entre sí.
- A partir del 800: se reconoce la existencia de las lenguas románicas.
Si elaboráramos un calendario del desarrollo del proceso que desmontó la influencia del antiguo imperio romano, el mismo calzaría perfectamente con esta evolución de las lenguas romances. Antes del año 800 no se pueden encontrar documentos, y menos relacionados con servicios de gobernanza, en los que se use una lengua que no fuera la reconocida por las autoridades imperiales.
La Historia de Occidente ha sido construida y redactada con documentos de gobernanza y se basa en la epigrafía de cada época histórica. A través de estos documentos se puede seguir el curso de la “lealtad” administrativa de las diferente regiones y tener una idea de cómo desaparece la influencia imperial romana y empiezan a emerger otras formas proto-romances en las que se notan los indicios de las nuevas lenguas.
Otro aspecto de capital importancia es que la fractura de la capacidad del imperio para proveer servicios no fue un fenómeno homogéneo y común a todo el Imperio. Algunas regiones efectivamente declinaron en sus procesos formales de gobernanza, pero otras no. Hispania , la Galia , Iliria , Grecia y las zonas del limes danubiano, escenario de numerosos conflictos, fueron los territorios más afectados por las guerras entre romanos y por las invasiones bárbaras. En estas regiones fue donde primero se debilitó el uso del latín, dando paso a las nuevas estructuras que, en algunos casos, constituyeron lenguas romances, mientras que en otros se establecieron lenguas importadas por los invasores o se revirtió a lenguas de gobernanza que se habían mantenido como proveedoras rituales o de servicios de identidad cultural. Tal es el caso del griego, que se había mantenido como lengua académica y literaria, al tiempo que retuvo valor como lengua mercantil y naval.
En cuanto a la Península Ibérica, a partir del siglo III a.c., se produce la romanización, proceso que se alargará hasta finales del siglo I a.c. Este proceso afectará a muchos ámbitos incluido el lingüístico. Las lenguas prerromanas decaen en su uso y se limitan cada vez más a las áreas rurales a medida que el latín adquiere valor agregado a través de sus servicios de gobernanza y convivencia. Inicialmente, sin embargo, se da un extensivo bilingüismo en los principales centros de ocupación, y posteriormente las lenguas indígenas quedan limitadas a las regiones más aisladas donde mantienen su atractivo basado en los servicios de convivencia culturales y rituales. Así en el uso público son sustituidas por el el latín, que es la lengua administrativa del imperio.
No obstante, conviene señalar dos factores que van a influir decisivamente en el ulterior desarrollo del latín, que dará lugar a la aparición del castellano:
- En primer lugar, su situación geográfica: La distancia con el centro administrativo del imperio, Roma, y el aislamiento geográfico (a través de los Pirineos, y el Mar Mediterráneo), hacen que las innovaciones lleguen despacio y con retraso. Igualmente, hacen que la desvinculación de la gobernanza sea fácil y rápida.
- El origen de los conquistadores: la mayor parte de los romanos que colonizaron la península procedían del sur de Italia, zona en la que se hablaba una variedad específica del latín vulgar que se aleja bastante de la reflejada en los textos clásicos.
Es importante anotar que, hasta bien entrado el siglo XVI, debido a la falta de unidad política de España y a la abundancia de servicios de convivencia locales, las lenguas españolas evolucionaron del Latín vulgar de forma separada en por lo menos cinco troncos diferentes. Estos fueron, a saber: El Gallego-Protugués en la región nor-occidental y occidental de la península Ibérica; el Astur-Leonés en parte de la cornisa cantábrica hasta los límites del país Vasco; el Castellano en la meseta castellana; el Aragonés en el centro nordeste de la península; y las lenguas del tronco Catalán (Catalán, Valenciano, Mallorquín y Leridano) a lo largo de la costa Nordeste de la península y el Levante.
Es sólo a partir de la consolidación propiciativa de un poder facilitador de servicios de la hegemonía castellana sobre España (iniciándose poco antes de la colonización de América) que esta lengua se empieza a erigir como principal lengua de España. Este proceso fue fomentado desde el poder central (la capital de España queda establecida en el mismo corazón de Castilla) junto con la consolidación del concepto de Estado Nacional en toda Europa. Las lenguas no-castellanas de España se mantuvieron como lenguas minoritarias, aun vinculadas a la provisión de servicios locales y con valor agregado desde lo cultural y lo económico, dentro de un entorno de gobernanza eminentemente castellano que, en ocasiones, se volvió abiertamente represivo hacia las manifestaciones de resistencia glosoentrópicas.
VII. LA FRONTERA COMO UN ATRACTOR GLOSOENTROPICO
Las fronteras son, excepto en el caso de los estados insulares, delimitaciones arbitrarias de la influencia del estado. La gran mayoría de ellas se conformaron a través de la fijación de patrones de comportamiento que se manifiestan como consecuencia de atractores de la dinámica social. Como ya hemos visto, las estructuras de frontera, como todas las demás estructuras, son la plasmación material de una forma característica de comportarse. En ese sentido es bueno recordar que el concepto de estado nacional es relativamente reciente ya que de la triada país-estado-nación lo primero, evidentemente, es la realidad geográfica material del país, seguido de la llegada de una población de colonizadores que aporte un marco cultural dentro del cual emerge, con el correr del tiempo, una identidad relacionada con ese marco cultural. A esta identidad cultural es a lo que se llegó a considerar una nación. Finalmente, el estado legitima jurídico-politicamente las estructuras de poder que rigen la cuenca cultural nacional. Si esa nación tiene la suerte de la mayoría de las naciones modernas, su influencia se establecerá y será reconocida dentro de un país. Sin embargo, la historia y los eventos actuales son ricos en ejemplos de naciones establecidas en su identidad pero que no tienen un país propio o un estado que les represente o ambas cosas (palestinos, kurdos, hazaras, etc.).
Uno de los más poderosos atractores dinámicos es el de simetría de los entornos de gobernanza, los cuales, a su vez, terminan delimitando las áreas de influencia de una determinada lengua. De forma que, aunque el origen de una frontera sea fruto del azar aparente (la muralla de Adriano entre Inglaterra y Escocia por ejemplo) termina generando expectativas de comportamiento mutuo que tienden a convertir en fenómenos permanentes las estructuras linguistico-culturales que emergen alrededor de estos comportamientos. En sus inicios, la línea que se convertiría eventualmente en la muralla de Adriano, solo por citar un ejemplo, era solamente el punto más allá del cual los romanos no se interesaron en aventurarse o sus generales no consideraban prudente hacerlo por consideraciones logísticas sobre las rutas de abastecimiento (de ahí lo de azar aparente). Esto así, probablemente, porque la fragmentación tribal de los asentamientos celtas de esa zona tan al norte representaba un desafío a las habilidades de negociación de los embajadores romanos e impedían alcanzar acuerdos de ocupación más o menos pacíficos. Debido a esto, se corría el riesgo de entrar en un estado de guerra permanente en una región de topografía para nada favorable al despliegue de legiones romanas que estaban orientadas al combate a campo abierto en terreno más o menos plano.
Aunque la muralla de Adriano no tuviera otra razón de ser que la necesidad de una sensación de seguridad de los Romanos que ocupaban Bretaña, los que no se identificaban con la ocupación y poseían algún tipo de afinidad cultural, o filiación de otro tipo, con las tribus al norte de esa frontera terminaron migrando a esa zona y dando forma a una entidad estatal separada que, con el correr de los años, terminó llamándose Escocia y convirtiéndose en una nación de influencias mayoritariamente celtas.
El tema de las fronteras tiene relevancia en cuanto al proceso, que veremos más adelante, mediante el cual las fracturas de simetría de poder que dan origen a la entropización lingüística tienen a ocurrir cerca de las fronteras y, por ende, alejadas de los centros de poder e influencia del estado. Dentro del estado propiamente dicho, tal fenómeno también ocurre cuando se generan entornos coloquiales en regiones determinadas que se encuentran en las márgenes de la influencia del centro.
Un ejemplo más cercano de la manera en que se conforman las fronteras territoriales y lingüísticas en los límites del alcance del poder lo constituye la frontera entre nuestro país, la República Dominicana, y la República de Haití. La génesis de esta frontera se puede trazar al período comprendido entre los años 1605 y 1606.
En este período, el gobernador general español Don Antonio de Osorio recibió la orden del rey de España, Felipe III, de despoblar por completo la región nor-occidental de la isla Hispaniola. El motivo fue que las poblaciones españolas de esta región se encontraban tan aisladas con respecto al asiento del poder que estaban prácticamente imposibilitadas de ejercer comercio o recibir servicios de parte del gobierno español, por lo que iniciaron acercamientos con marineros de otros países (especialmente franceses, ingleses y portugueses) a quienes vendían casi todo lo producido y compraban todos los bienes manufacturados que precisaban. Como consecuencia de lo que, para las autoridades españolas, constituía una especie de traición al gobierno español, los habitantes de estas poblaciones fueron desplazados y congregados en un territorio cercano a la costa sur, cerca de la ciudad de Santo Domingo.
Las devastaciones son la aceptación de parte del gobierno español de que no estaba en condiciones de ejercer su autoridad e influencia más allá de un entorno relativamente cercano al asiento del poder. Las consecuencias de esta decisión fueron que, eventualmente, las zonas despobladas fueron atractor de ocupación y, eventualmente, asentamiento de marineros de diferentes nacionalidades. A su vez, esta ocupación de facto fue usada como argumento y expresión de interés de parte de Francia para reclamar esta área como su colonia. Con el correr de los años, esa colonia se convertiría en Haití, dejando plasmado el resultado de la incapacidad de una entidad de gobierno para proveer servicios de gobernanza como fuente y origen de todo el proceso glosoentrópico subsiguiente.
VIII. MARGINACION Y GLOSOENTROPIA
En aquellos lugares en que las estructuras de gobernanza no pueden cumplir su misión de proveer servicios de manera que suplan las expectativas de la población, más específicamente, en aquellas márgenes de la cuenca de gobernanza que conocemos como espacios de marginación, la falta de servicios generada por la débil presencia del estado incentiva la aparición de formas de comunicación más o menos estables (lunfardos). Estos son característicos de un sector geográfico pero pueden extenderse a toda la población que se identifique con el mismo perfil social, dondequiera que se encuentre. Tal es el caso de la forma de hablar de la población negra de las grandes ciudades estadounidenses, la cual, a través de la música como el denominado Hip Hop, ha penetrado más allá de los grupos que le dieron origen para constituirse en una cultura netamente “urbana” que no se identifica ya con un color de la piel o un sector determinado dentro de las ciudades.
En los sectores de la periferia de la ciudad de Santo Domingo como los barrios de Capotillo, 24 de Abril, Espaillat, Villa María, Villa Consuelo (Villacon), y otros que se localizan a ambos lados del río Ozama, se puede encontrar una forma de comunicación que apunta a un avanzado proceso glosoentrópico basado en la valoración de los servicios de convivencia no estructurados que proveen las redes socio-culturales de estos entornos. Como ejemplo del mismo, y para enfatizar la separación con respecto al castellano estándar, transcribo fragmentos de las letras de una pieza musical compuesta e interpretada por un popular músico urbano dominicano que se presenta bajo el alias de “El Clasicom”. En su pieza denominada “Le Dio Pa Mi”, este narrador comenta:
<<Compai yo toy metio al medio, al tipo le dien lú que la mujer e mala. Creo que me tirán pa lante, toy involucrao en una mala jugada. La tipa me llamó ayer me dijo que no le pare, él también me engañaba…. Pero el tipo es un coronel y hay que estar claribel de cuál es su cuartada. El tipo es un comandante y anda con su tabla que biberon
Ese man lo que va ser que yo me desacate, tengo que maquina bien no vaya y la maque…
La tipa le dio pa mi, quiere darle banda a él A la tipa le dio pa mi compinche pero el tipo es coronel que le voy hacer Yo me vua desacatá no le vuá para ná, y vuá bucá mi tipa y le vuá dá pallá>>
Como podemos observar, se mantienen estructuras verbales que son castellanas, pero mezcladas con términos vinculados al béisbol y un vocabulario emergente de las interacciones cotidianas de su entorno. Muchas palabras del Castellano Estándar han sido separadas de sus significados originales funcionando como un código antes que como una lengua emergente. Modelando predictivamente, tendríamos que prever que si estos grupos sociales que se comunican mediante estas herramientas de la marginalidad se vieran inmersos en un proceso de colapso del estado, y separados de las necesidades de servicios de gobernanza basados en el Castellano, entonces estas herramientas devendrían dialecto local y, eventualmente en un escenario de ausencia de contacto, una lengua distinta de la lengua original.
Como vimos al comentar las investigaciones de Godelier en torno al desarrollo de lenguas rituales, el primer paso que inicia la entropización hacia una forma de hablar que provee valor agregado de servicios de convivencia ritual, pasa por cambiar palabras normales para convertirlas en una especie de código autorizado sólo a los iniciados. A partir de las diversas combinaciones, y de la verbalización, de estas palabras sacadas de contexto es que se construye el nuevo lunfardo que emerge como nuevo entorno coloquial y semilla de la “lengua marginal”.
IX. LA LENGUA ESCRITA COMO BARRERA GLOSOENTROPICA
La herramienta más efectiva contra la entropización de las lenguas dentro de un entorno de gobernanza, y estructura disipativa por antonomasia, lo es la lengua escrita. No solo es este el vehículo de fijación de las estructuras lingüísticas; el vocabulario, la sintaxis y la gramática; sino que se posiciona como interface entre el hablante y los servicios de gobernanza estatales, y/o los servicios de convivencia institucionalizados por parte de la comunidad en ejercicio del poder local. Esta forma de la lengua es también resistente al paso del tiempo y constituye en sí misma un servicio de gobernanza, puesto que en ella se deposita el acervo de una cultura, sus leyes, su jurisprudencia y su
historia. Su posesión otorga un valor agregado al individuo que, ya sea por filiación étnico-cultural o por simple curiosidad, se acerca al entorno de una lengua. De manera que el simple hecho de tener un gigantesco acervo literario, provee a una lengua de una cuenca de provisión de servicios de identidad y convivencia que no puede ser ignorada, puesto que puede ofrecer al individuo información de gran valor y perspectivas profesionales atractivas, con lo que se fomenta su uso.
Las lenguas que poseían forma escrita contaron con grandes posibilidades de permanencia y supremacía al encontrarse con otras manifestaciones que carecían de ella. Tal es el caso del latín en sus encuentros con las diferentes formas de las lenguas célticas. Aquellas lenguas que carecían de escritura, se vieron forzadas a adquirirla para poder dotar de cierto valor agregado a su uso, y protegerse así de las cuencas de servicio creadas por lenguas con escritura. En Norteamérica, las lenguas aborígenes, entre la que podemos mencionar, a manera de ejemplo, el Cherokee, desarrollaron en las primeras décadas del siglo XIX una versión escrita de su lengua en un intento por dar continuidad a su acervo. Otras muchas lenguas aborígenes de América fueron preservadas como lenguas rituales y, en el caso de algunas de esas lenguas aborígenes, las mismas fueron protegidas al cederles el gobierno federal un ámbito de gobernanza mediante la creación de reservas. Dentro de estas reservas, se depositó en manos de los aborígenes algunas funciones como la aplicación de la ley, la impartición de justicia en todos los aspectos penales y civiles, y los rituales ancestrales a los que se les dio el respaldo de la gobernanza civil. Tal es el caso, en este último ejemplo, del matrimonio por rituales aborígenes que es validado por las leyes federales.
Conviene anotar que, por lo regular, cuando se menciona a la escritura como elemento de unidad y de prevención de la entropía lingüística se lo hace desde el punto de vita de las lenguas occidentales, y de oriente medio, que se basan en alfabetos fonéticos como representación de sonidos determinados. Este enfoque tiene la limitante de que, a veces, es difícil ajustar los sonidos de una lengua de origen, representados simbólicamente, a los sonidos de otras lenguas con algunas diferencias. Sin embargo, en el caso de las lenguas que usan ideogramas su capacidad para desbordar las fronteras de las lenguas de origen es mucho mayor y, por ende, su utilidad unificadora en la provisión de servicios de gobernanza es también muy superior, aunque la capacidad para preservar el sonido de las lenguas del poder es prácticamente nula.
Este es el caso del Chino Mandarín cuyo grupo característico de ideogramas pudo ser trasplantado a otras lenguas vecinas. La imposición de la escritura común ideográfica a todas las cuencas lingüísticas de China (llevada a cabo por el primer emperador) dotó a ese imperio de una poderosa herramienta de gobernanza. Esto así ya que dio validez a cualquier documento emitido en una región del imperio, sin importar la lengua hablada que le diera origen, con respecto a otra región cualquiera con otra lengua hablada que quedaba en posición de entender perfectamente el contenido del documento con solo leer los ideogramas grabados en el mismo. La expansión de los servicios de gobernanza imperiales sobre los hombros de una burocracia comprometida con un solo tipo de escritura proveyó de duradera estabilidad tanto al gobierno como a las lenguas de China al preservar su gobernanza por encima de la forma del hablar de las distintas regiones. Por supuesto, esto establece una visión completamente distinta del proceso de mantenimiento de una lengua. Que es, entonces, “mantener” una lengua? Se trata de preservar su escritura, o de preservar su sonido? Me temo que esta pregunta deberá ser respondida como parte de otra discusión completamente diferente.
X. CONCLUSIONES
La dinámica morfogenética que presentamos, constituye un juego constante y omnipresente que apunta a un modelo predictivo del comportamiento lingüístico vinculado a la observación de los eventos de gobernanza. Estas dinámicas son constantes y del todo semejantes a los procesos biológicos pudiendo establecerse un paralelismo entre la evolución de las formas de vida y la evolución de las formas de comunicación. De igual manera que no todas las mutaciones generan nuevas especies, no todas las formas de comunicación, generadas por la ruptura de simetría de algún poder proveedor de servicios de gobernanza, desembocarán en nuevas lenguas.
Esto último es particularmente cierto en el mundo actual en que los servicios de gobernanza son provistos por estados nacionales cada vez mejor definidos, con mejores herramientas técnologicas y con mucho mayor alcance en la prestación de los servicios. Sin embargo, la consolidación de poderes supranacionales (tratados regionales o supremacía de estados imperialistas) tiende, por el contrario, a empujar lenguas ancestrales hacia su desaparición.
De manera que la existencia de un estado proveedor de servicios de gobernanza es condición necesaria y suficiente para la supervivencia de una lengua.
Puede darse tal supervivencia sustentada en condiciones de afinidad cultural y en ausencia de un estado proveedor de servicios de gobernanza? La respuesta es que sí. Pero solamente cuando la afinidad cultural puede proveer servicios de convivencia para-estatales, como sería el caso de rituales de determinadas creencias, membresía en entidades de privilegio dentro de la comunidad o simple identidad. A pesar de esto, lo que planteamos es que la afinidad cultural es condición resultante y necesaria, pero no suficiente, para la supervivencia de una lengua, y puede, igualmente, ser adquirida tal afinidad con el correr del tiempo si se convive dentro de un entorno de gobernanza que la facilita.
En ese sentido, podemos concluir nuestra propuesta de la manera siguiente:
- El evento morfo genético consistente en la creación de nuevas formas del lenguaje, o la incorporación de estructuras provenientes de otras herramientas de comunicación, se produce cuando dentro de una comunidad ocurre la ruptura de la equiprobabilidad de provisión de los servicios y algunos grupos de esa comunidad (o individuos aislados) buscan tal provisión de servicios en otro grupo cuyas expectativas de comunicación son diferentes.
- Este proceso ocurre de manera constante y a todos los niveles, dondequiera que ocurre una ruptura de la equiprobabilidad de la provisión de servicios.
- La provisión de servicios de convivencia y gobernanza, tanto estatales como para-estatales (o sea, rituales, mágicos, académicos, etc.), es condición necesaria y suficiente para la supervivencia de una lengua.
- 4) La equi-probabilidad de aplicación de estos servicios de gobernanza[18], desde el poder, constituye la única manera segura de evitar la glosoentropía.
- 5) La afinidad cultural es necesaria pero no suficiente para garantizar el mantenimiento de una lengua como propia.
- 6) Un entorno coloquial emerge como institución implícita mediante la fijación de expectativas de comportamiento mutuo y prácticas sociales colectivas que siguen el proceso descrito por P. Sotolongo. Eventualmente, tal entorno coloquial, puede evolucionar a institución explicita o puede, incluso, llegar a ser organizada.
Finalmente, si estamos en lo cierto, veremos cómo las eventuales rupturas en las estructuras de provisión de servicios estatales de gobernanza deberán hacer emerger prácticas colectivas de uso de lengua que, con el tiempo, podrán devenir nuevas estructuras lingüísticas. De la misma forma, la consolidación de estructuras económico-sociales supra estatales (mancomunidades, acuerdos multilaterales, etc) deberán crear cuencas de atracción hacia lenguas francas y esto, a su vez, detendrá la entropía lingüística consolidando lenguas comunes.
BIBLIOGRAFIA
1) M. Godelier – Poder y Lenguaje. Reflexiones sobre los paradigmas y las paradojas de la legitimidad de las relaciones de dominación y de opresión, París, 1978.
2) Ludwig Wittgenstein – Philosofical Investigations, Wiley-Blackwell, Estados Unidos, 2009.
3) Guillem Calaforra: Lengua y poder en las situaciones de minorización lingüística, Universidad Jagellónica (Cracovia), 2009.
- 4) Jon Lackman – Articulo en la WEB: The Secrets of Twin Speak: http://www.slate.com/articles/life/twins/2011/08/dugon_haus_you_dinikin_duah.single.html , 2013.
- 5) Miguel Siguan – Articulo en la WEB: Lenguas y Globalización, 2005.
- 6) Pedro Sotolongo – Teoría Social y Vida Cotidiana. Editorial Somos Literatura, Santo Domingo, 2011.
7) Pedro Sotolongo – Apuntes de su Catedra, 1er Diplomado en Ciencias de la Complejidad, Funglode, Santo Domingo, 2009.
[1] Entiéndase por servicios de convivencia, todo proceso de interacción entre miembros de una sociedad con diferente posición jerárquica, cuando de esa interacción se obtiene algún cambio de condición para el individuo que busca tal interacción. Un término relacionado sería “servicios de gobernanza” excepto que este último se refiere a los servicios que solo pueden ser provistos por una entidad que representa a un gobierno organizado, ya sea estatal o para-estatal.
[2] De las palabras griegas Glossos (lengua o lenguaje), em (sobre, acerca, en) y Tropos (mudanza, giro, alternativa, cambio o evolución).
[3] Se refiere a cuando todos los desenlaces presentan la misma probabilidad de ocurrir.
[4] El entorno coloquial sería aquel espacio dentro del cual se manejan ideolectos similares (ver mas adelante nota sobre los idiolectos).
[5] Originalmente del Inglés “Affordabilities”, se refiere al conjunto de los desenlaces posibles de una dinámica que tiene lugar en un sistema complejo. Implica un escenario de “estado final” de la dinámica estudiada el cual se encuentra dentro del abanico original de desenlaces posibles. N. del A.
[6] El comportamiento agencial es aquel en el que el actor posee volición y capacidad de procesar la información del entorno así como la información emanada del comportamiento de otros agentes.
[7] En complejidad, un atractor es una conformación de una dinámica que señala la forma característica de comportarse de los elementos del sistema. Cuando los elementos son agentes, el atractor es una zona del espacio de fase del sistema que hace que la voluntad del agente se mueva hacia ella.
[8] Forma característica que tiene cada individuo de usar e interpretar una lengua.
[9] Algo similar encontraremos al mencionar el proto-lunfardo de los barrios de Santo Domingo al que aludiremos en su momento.
[10] Esta vinculación entre conocimiento y poder es tan poderosa para Michel Focault que los une mediante guión en una dupla poder-conocimiento (power-knowledge).
[11] El hecho de que se llegue a percibir como legítimo no excluye la posibilidad de que en un momento haya sido fruto de la imposición o la opresión.
[12] Los servicios rituales pueden en ocasiones ser sustitutos de la gobernanza civil y prolongar la vida de una forma de poder estatal. Esto se puede observar en la prolongación de la difusión del latín en la cuenca del para entonces ya difunto Imperio Romano a través de los servicios sacramentales de la Iglesia y los servicios de difusión de conocimiento sobre la plataforma de la Academia.
[13] Un evento Glosoentropico seria aquel en que un entorno coloquial deviene lengua de servicio de gobernanza para una determinada comunidad o etnia.
[14] Adopto aquí la postura del insigne médico y pensador español Don Gregorio Marañón quien diferencia entre promoción y generación señalando que un grupo que comparte una edad similar constituye más bien una promoción, ya que una generación se caracteriza por una unidad de objetivos y causa que unifica a muchas personas de diferentes edades. En el caso de mi país, la “generación de la revolución” de Abril del 1965 agrupó a personas de muchas edades desde mozalbetes de 14 años hasta jubilados de 70 que se vincularon en torno a una idea central (N. del A.)
[15] La sintaxis es lo relacionado con ciertas reglas o procedimientos que afectan a todas las combinaciones posibles de un alfabeto de signos. La semántica se refiere a las reglas que, sin contradecir lo sintáctico, tengan un efecto de sentido identitario en un subconjunto dado de esas combinaciones aludidas. La praxis es lo pertinente a aquellas afectaciones y efectos de sentido identitario que doten de capacidad de adaptarse, existir o evolucionar a ese conjunto identitario.
[16] De acuerdo con el notable Químico Físico Belga Ilyia Prigogine, las estructuras disipativas en sistemas complejos son conformaciones de la dinámica que disipan las fuerzas internas que se generan por interacción entre los componentes del sistema, manteniendo de ese modo el equilibrio general del sistema. N. del A.
[17] Algo parecido al consenso de idiolectos que proponemos. N. del A.
[18] O sea cuando los servicios de gobernanza son suplidos a todos los componentes de la sociedad con igual probabilidad.