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Grupo Transdisciplinar de Pensamiento Complejo y Ciencias de la Complejidad (Complejidad-RD)

~ Espacio de publicación, discusion y comentarios sobre complejidad

Grupo Transdisciplinar de Pensamiento Complejo y Ciencias de la Complejidad (Complejidad-RD)

Archivos mensuales: mayo 2017

Cambiamos de Nombre!! Ahora somos GTPCyCC

28 domingo May 2017

Posted by Complejidad RD in Informaciones y Avisos

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Durante nuestra más reciente reunión de directiva, se decidió que el capítulo de complejidad de la República Dominicana pasara a llamarse:

GRUPO TRANSDISCIPLINAR DE PENSAMIENTO COMPLEJO Y CIENCIAS DE LA COMPLEJIDAD

De manera abreviada se denominará GTPCyCC. Estos cambios ya han sido incorporados a nuestra imagen del BLOG.

Se avecinan nuevos cambios! De manera que manténganse visitando nuestro BLOG para estar enterados.

COMPLEJIDAD MORFOGENÉTICA EN EL MIMETISMO SOCIAL

12 viernes May 2017

Posted by Complejidad RD in Aportes de Contenido

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Por: Bienvenido Pérez García

“La morfogénesis es todavía un misterio en casi todos los reinos”.

INTRODUCCIÓN

¿Cómo resulta posible la aparición, la emergencia de tantas variadas, múltiples, multitudinarias, formas, disposiciones, colores, tamaños de vivientes en prácticamente todos los rincones del planeta, en toda la biósfera, aire., aguas, desiertos? Algunos tan pequeños como las bacterias y otros tan grandes como  el llamado hongo de miel –Armillaria Ostoyae- un solo organismo que cubre una superficie de ¡ 8,901 kms cuadrados! en el Bosque de Malheur, Oregon, EE.UU.

No existe correspondencia entre la complejidad de las vastas formas biológicas y su contenido genético. Curioso resulta que el altamente complejo ser humano posea solo entre 20 a 25,000 genes codificadores mientras que organismos más “simples” posean el doble o más como la Tricomona Vaginalis, con más de 60,000 y las plantas con 25,000, no todos codificadores. Ello induce a reflexionar sobre la biogénesis como un formidable fenómeno, que por ahora -¿por siempre?- nos desborda, por ser nosotros parte de él  y encontrarnos en proceso de entendimiento o aprehensión, para el que la teoría de solo geneticidad ha resultado insuficiente, obligando a desarrollar otras perspectivas científicas –simbiogénesis, mutaciones adaptativas- sobre la emergencia de las formas  en concretas teorías donde las fenomenologías complejas de los procesos de  organización, estructura, la información, el cognoscente o mente de los seres vivientes, su adaptabilidad y evolubilidad   y su continuo recursivo flujo sistémico ha devenido nuevas formas nuevos bioentes que sin proceder necesariamente de códigos genéticos anteriores o no heredados incorporan estos cambios y nuevas adaptaciones, nuevas formas, a la progenie y a su código genético. Edgar Morin así lo explica: “Estamos determinados en nuestros genes, no por nuestros genes, La aptitud de aprender, de adquirir, es la aptitud innata de adquirir aptitudes no innatas. Ambas cosas se suponen y oponen entre sí.”.

Aun sin clarificación plena de estos desafíos en los procesos biológicos, apenas en vislumbre de alguna mayor aprehensión científica, estamos desde hace ya unos pocos años extendiendo las conceptualizaciones morfogenéticas al entramado social humano, este otro también muy vasto (¿inagotable?) cosmos paralelo  que transcurre, según nos es cada vez más claro y revelado, en íntima y compleja interacción con todo el entorno biótico y abiótico de nuestro  Universo.

Dentro del vasto océano de la compleja dinámica social nos hemos atrevido a escoger el mimetismo social, intentando visualizarlo bajo la óptica de la complejidad morfogenética, como trabajo modular. El presente intento podrá resultar: 1) En una invitación, tal vez un simple aperitivo con algún sentido, a elaborar –por quien escribe o por otros eventuales interesados- más sobre este sesgo del que no he encontrado nada escrito a la luz de la Complejidad; 2) Un solemne sin-sentido, un disparate, para el que presento sinceras disculpas y no espero clemencia.

¿QUÉ ES MORFOGÉNESIS?

“Cada organismo es un ecosistema en sí mismo, no solo porque su organización es una complejísima red funcional integrada de estructuras, flujos y procesos, sino porque albergan también contingentes de otros organismos simbiontes.” – Edgar  Morin

“La vida cambia de continuo… para seguir siendo”

Es un fenómeno procesual complejo por el que emergen en los entes vivientes nuevos órdenes, cambios autogénicos, es decir generados desde sí mismos aunque en congruencia adaptativa con el medio o entorno en que operan,  para preservarse, ya sea cambiando para seguir siendo, o  seguir siendo cambiando y mantener su identidad, conservando  ciertas características.  Este proceso se extiende a los seres inanimados o no biológicos. De hecho, todo el universo ha sido modificado –ido cambiando de forma- por una puntuación morfogenética.

MORFOGÉNESIS SOCIAL

«La comprensión de las organizaciones humanas como sistemas vivos constituye uno de los retos fundamentales de nuestro tiempo» – Fritjoj Capra

En la aprehensión del proceso de complejidad social se añade a los componentes de la dinámica sistémica de la vida, a saber,  1) Proceso u Organización; 2) Estructura o Materia y, 3) Forma, una cuarta, la del Significado, que confiere una dimensión superior, metafóricamente fuera del plano en que operan las tres anteriores, pues involucra la consciencia e interpretación de  los nodos humanos individuales y  su conjunto de red en continua relación integradora-integrada.

Como en la biología, la ciencia de lo viviente, nos explica Edgar Morin “Las condiciones de vida no residen ni en el organismo ni en el medio exterior, sino en los dos a la vez.  Así también en la estructura y organización social no residen ni en el organismo individual o nodo ni en el medio exterior o red sino en los dos a la vez: la sociedad engendra al individuo y el individuo engendra a la sociedad.”

El complejo entramado social de grupos embebidos en otros grupos, enredados y transpuestos simultáneamente, es resultante de un dinámico proceso de morfogénesis social por el que las sociedades, a través de sus individuos y sectores,  operan en el continuo inter-relacional de estructura y cambio. La estructura social tiende a la creación o emergencia de  morfostasis, -cambios que una vez advenidos son más duraderos en el tiempo a través de sistemas de valores, creencias e imaginario compartidos, pero esta no podría sobrevivir sin el cambio, que ya adaptativamente, o emergiendo de manera abrupta, produce perturbaciones que alejando el flujo social del equilibrio estable genera nuevo orden que la realimenta y  reestructura.

De manera pues, que en la morfogénesis social se puede distinguir, aunque no escindir quirúrgicamente, la estructura social  y el cambio social. Las estructuras sociales son morfogenéticas porque tienen la posibilidad de cambiar de forma autónomamente (según su propia lógica interna), en respuesta a las perturbaciones de su entorno, y son capaces de realizar esa posibilidad justamente para seguir existiendo en tanto que estructuras. Los cambios sociales también son morfogenéticos porque trans-forman -y no simplemente degradan- la estructura en la que se producen.

En las dinámicas sociales coexisten dos tipos de cambios, degradativo y estructurante. El degradativo erosiona el sistema, conduciéndolo eventualmente a su extinción. El cambio estructurante suele tener como finalidad principal, precisamente, sobreponerse a los cambios degradativos que inevitablemente padece la estructura en el fluir sistémico.

EL MIMETISMO EN LA MORFOGÉNESIS SOCIAL

Los sistemas más organizados y los más complejos son los relativos a la vida y las sociedades humanas. Tal vez por ello entre los innumerables fenómenos complejos que tienen lugar y emergen del entramado de la organización humana como proceso social, el mimetismo sea uno de los que ha experimentado más co-evolución adaptativa y transformaciones transformadoras.

El mimetismo social en su acepción más amplia consiste  en procesos de absorción, imitación, de individuos o grupos que con intencionalidad consciente o no,  se asimilan a valores, creencias y usos, bien para conformarse a un grupo, emergente o no, o bien para absconder, encubrir o disfrazar significados valoraciones o imagen social no atrayentes u objetables en el contexto social.

¿Cómo se produce la mimética social? Por el flujo de  individuos, nódulos sociales que se auto-organizan en una red de atractores, conformando cuencas  que facilitan la emergencia de disposiciones epigenéticas, posibilitando  el comportamiento y apariencia, ya clónicas –parecerse a un grupo o individuos, sea en apariencia, creencias, o habla, ya  furtivas, menos detectables o identificables por otros grupos o conjuntos nodulares. Este proceso toma lugar tanto desde una vertiente consciente, o es inconscientemente embebido por conjuntos de individuos del tejido social al que pertenecen, siempre dentro de un contexto témporo-espacial y socio-cultural dados.  No es el propósito de este trabajo entrar en consideraciones teleológicas o éticas. Los porqués o paraqués no pueden formar parte de un proceso sistémico complejo viviente cuyas intricadas  relaciones inter, supra e infrasistémicas  son apenas en principio (y quizás nunca del todo) aprehensibles. Esa emergencia clónica o furtiva del mimetismo social a la vez afecta, cambia e influye en la totalidad del flujo sistémico social. Mas bien puede considerarse como  emergencia morfo-epigenética que operacionalmente funciona. Simplemente es, y es porque puede ser.

El mimetismo o simulación social procesual tiene características morfostáticas provenientes de una adaptabilidad  morfogenética resultante de las “necesidades” cognitivas de autopreservación,  que de acuerdo a Abraham Arkoff de la Universidad  de Chicago responden a necesidades básicas psico-sociales entre las que figuran la de filiación (Necesidad de pertenecer)  y la de dependencia (Necesidad de depender, ser dominado por algo mayor).

La morfogénesis social en su ámbito mimético camuflagelario, simulador, ha encontrado en las bifurcaciones de adaptación y evolución, justo en el borde del equilibrio o más allá, un transformarse para seguir siendo, que a la vez influye en su entorno o sistema mayor al que pertenece, retroactuando con estos y alejándose así de la  disolución o destrucción.

Esta morfogénesis mimética social  -mimetismo morfogenético- de la dinámica social responde a los mismos patrones mesurados ya advertidos en todo sistema viviente: Una rápida –en el tiempo- emergencia o conformación,  una relativa duradera morfostasis y una rápida desintegración o desaparición. Traslapando el término: son pulsaciones que emergen en lo social. Así, patrones de moda, de peinados y cortes de pelo,  prendas de vestir, de maneras de caminar y conducirse en público, de moldear y arreglar,  ya sea quirúrgicamente o mediante aditamentos, las partes anatómicas que mejor destaquen el atractivo y simulen pertenecer a un segmento de sociedad naturalmente mejor apreciado  o valorado o la convención social contextualizada de que estos le permitirán entrar y quedarse como pertenecientes a una segmento social más atrayente; así también el uso de símbolos  de posesión y afluencia aun a expensas de créditos insostenibles arruinados y tarjetas de crédito saturadas.

El advenimiento de tecnología de comunicación directa instantánea, en red, a través de dispositivos populares personales   ha conformado –además de todos los beneficios y utilidad que esta  brinda- un bucle recursivo simulatorio, de camuflaje social altamente eficaz que Fritjof Capra lo denomina ´tecnología de simulación´ debido a la paradójica condición de lograr comunicación íntima puntual, tanto visual, auditiva o textual, sin los otros componentes sensoriales, olor, sudor, sabor, tacto replanteado o transformado y sin el riesgo de la proximidad  presencial y los efectos de reacciones de sorpresa  o consecuencia. El fenómeno es más complejo cuando la comunicación, accidental o no, por redes se produce con individuos o  grupos de interlocutores cuyas identidades no son reales o han sido suprimidas. El mimetismo furtivo estaría escalando aquí nuevas e inéditas dimensiones de extensión y profundidad

¿Por qué algunas morfogénesis sociales devienen en más morfostáticas, es decir, más estables o duraderas?: Cabe concebir  –siempre consecuentes con las teorías de Rupert Sheldrake- que el resultado de estas stasis, en la que incluimos  el mimetismo social, han emergido de campos mórficos con más fuertes “atractores de forma”: Mientras que por un lado muchas de las modas, peinados y cortes de pelo, coyunturales frases callejeras,  canciones populares, son adoptadas por sociedades y subgrupos por corto tiempo, para luego fluir en otras emergencias, por otro, la música de grandes maestros, los espectáculos del Gran Teatro, el velo en países de religión islámica, ciertos estilos de construcciones,   temas de películas,  libros y novelas clásicas, el saco o chaqueta a dos botones, el calzado cerrado, han permanecido más  largamente. Aclaración necesaria es que los aditamentos, medios y conductas con que ejemplificamos los procesos mimético-sociales  no son aquí tomados en su acepción objetiva de ´cosas como tal´ sino en cuanto a significados al relacionarse los nodos y grupos sociales con estos, particularmente en su intención mimética.    Esa emergencia clónica o furtiva del mimetismo social a la vez afecta, cambia e influye en la totalidad del flujo sistémico social y determina una variación en el orden espontáneo social.

 Todo esto, fluye en lo social, como formas de intencionalidad ultraconscientes o, mejor dicho, transconscientes, es decir que van más allá  del  individuo, trascendiendo a la red o al grupo, sin dejar de ser causa y efecto uno de otro.

La autopoiesis social –es decir la creación o emergencia del individuo en la sociedad y de la sociedad en el individuo como ente social humano, son impulsadas simultáneamente por los gatilladores Voluntad Deseo y Emoción, interactuando embucladas una en otra  El mimetismo resulta de un complejo interrelacionar de actitudes y expectativas del individuo en su flujo como nodo social  y como conjunto en la aceptación y reconocimiento del y por el, otro,  que alejándose del equilibrio morfostático –cambio de flujo dinámico social, abandona un(os) atractor(es) de perfil (ya) indeseado (anterior status, jerarquía, imagen, reputación, estereotipo) para formar cuenca alrededor de nuevos atractores como  metas,  inserción y/o ascenso social, aceptación,  pertenencia a grupos, sectores, sociedades,  en esta dinámica compleja adaptativa.

No obstante lo fundamental del lenguaje, escrito y hablado en la morfogénesis social, las redes de los otros lenguajes como el corporal, también devienen morfogénesis miméticas, cambiando de manera casi irruptiva, en breve intervalos de tiempo, las maneras de interpretar, relacionarse e integrarse de individuos y grupos con grupos y organizaciones sociales mayores, y más complejas, influyéndolas, transformándolas y siendo a su vez recursivamente influidas emergiendo de continuo en este proceso nuevas “formas sociales”  tanto de convención como de mores, principios,  explicitados o tácitos

Los clubes exclusivos, las sociedades secretas y grupos clandestinos, son resultado de la complejidad sistémica del mimetismo excluyente o inverso donde los individuos buscan pertenecer e igualarse de manera casi indistinguible a sub culturas furtivas diferentes o contracorrientistas, – es decir, en contracorriente al flujo alrededor   de atractores prevalecientes, o con mayor cuenca de atracción en la  morfostasis social  témporo-contextual. Estas constituyen redes informales de mimetismo social.

Ejemplo de ello en nuestro país, son las naciones conformadas por grupos de jóvenes promediando entre 12 y 25 años, que establecen códigos de conducta apartados de valores éticos para los cuales juran y establecen jerarquías en las que el lenguaje toma nuevas significaciones en argot  que co-evoluciona conforme el entorno cambia.

Como nos explica Fritjoj Capra: “Las ideas, valores, creencias y demás formas de conocimiento generadas  por los sistemas sociales constituyen estructuras de significado que serían “estructuras semánticas”

MIMETISMO SOCIAL CLÓNICO

Cuando flujos procesuales de la compleja red social  empiezan a moverse en torno a atractores, como mayor status social o económico, de conocimiento, poder, de éxito, atractivos físicos y otros atributos, emergen formas que aparentan imitar o clonarse a otros grupos que sistémicamente ya fluyen alrededor de dichos atractores.

Los auto-considerados fuera de grupo o de sub-cultura social, que se invisten de formas que les haga lucir como insertos o parte del grupo, a manera de ejemplo, los pobres que dejan de comer para desplazarse en un más lujoso vehículo y o con vestimentas costosas de última moda; las moldeaduras corporales para lucir figuras mejor valoradas o más atractivas al contexto social prevaleciente; las cirugías estéticas, las de narices vientres, pechos y traseros y los blanqueamientos de piel; los ´looks´o apariencia intelectual, y mil otros, son parte  del mimetismo social clónico.

 Aunque la historia nos muestra la larga secularidad de tales expresiones, estos procesos, por los que los miembros de las sociedades procuran parecerse a aquellos otros miembros más exitosos, de mejor ver o más valorados,  no son nada nuevo: Las mujeres egipcias, hace más de tres mil años, todas negras,  de capilaridad rala o pelo hirsuto, usaban pelucas de pelos lacios. Las mujeres griegas con labios mustios, pálidos u opacos los pintaban con zumos concentrados de frutas rojas; varias culturas ameroindias, como la inca, deformaban  sus cráneos con tablillas en la frente hacia atrás para lucir más atractivos o pertenecientes quizá, a alguna desaparecida estirpe, o raza o era tal vez estereotipo de belleza formado en el común del contexto cultural  en la evolución de ese o esos pueblos. El alargamiento de las orejas y hueco del lóbulo de las orejas a través del uso desde la infancia de pesas colgantes y aditamentos insertos, la protuberación de labios por uso de prótesis-fijadoras en pueblos y tribus africanas, todos son manifestaciones mimético culturales que eran parte del proceso  de morfogénesis sistémico mimético.

De similar manera, más recientemente, y a partir del Renacimiento, el uso de corsés para esconder la protuberancia de vientre; las anchas enaguas envarilladas para disimular la escasez o poco lucimiento de caderas traseros o piernas y el uso de pelucas rizadas  tanto en hombres como mujeres. Modernamente, y hasta no hace mucho, el uso de pecheras en trajes de gala de hombres, para abultar los pectorales y, hasta el día de hoy, el uso de rellenos para hombreras en las chaquetas y sacos masculinos para realzar los hombros. Hoy en día el mimetismo social por modas se ha diversificado extraordinariamente:   Los tatuajes en brazos, manos pechos, partes íntimas,  los aditamentos usados con perforaciones (“piercings”) en labios, lengua, cejas, clítoris, todos como parte de un lenguaje social  restringido o generalizado. Las ropas y modas, para desvanecer la auto percibida  exclusión en el grupo al cual se desea conformar, ingresar. Todo ello en continua evolución crecimiento, crisis, y emergiendo en nuevas morfologías de apariencia, buscando de manera paradójica la pertenencia, al tiempo que la diferencia, con el entramado social.

MIMETISMO SOCIAL FURTIVO

«Es más dañino y depredador el lobo, cuando se viste de cordero.» – Proverbio popular

Las actitudes y conductas  tendientes a enmascarar un comportamiento social o imagen objetable o vetada, tales como las de ladrones,  timadores, estafadores, hipócritas, y simuladores forman parte del repertorio procesual furtivo; pero también las de diplomacia,  las de política, las de estrategas de guerra y de mercadeo, las de vendedores. El flujo conductual y de comunicación mimético-furtivo gira alrededor del camuflaje social, permitiendo significados que enmascaran los reales atractores que configuran la cuenca furtiva.

La diplomacia, el arte de la guerra y las negociaciones son resultado de extensas adaptaciones y coevolución  que desde remotos tiempos ha conformado una particular dinámica social humana, siempre en busca de ajustarse a las variantes de las condiciones externas, el entorno social y otros fenómenos naturales externos y a la restructuración interna de los grupos, sub grupos, sociedades, conforme a los flujos de  su reorganización.

El uso del lenguaje, que nos ha permitido aislarnos de la relación directa presa-depredador, ambiente-individuo, y muy especialmente de la agresividad del ambiente, es también, flujo esencial  para  lo furtivo: En la negociación, al salvar las apariencias, al utilizar el engaño, simular, mentir; todos forman parte de la formidable morfogénesis del conocer. La morfogénesis lingüística puede ser muy variada y experimentada en un mismo individuo que usa lenguaje familiar, barrial, laboral, gremial o partidario, regional, nacional, y las dicotomías de atractores diferentes y muchas veces alejados para cada uno de los grupos y niveles gregarios en que operan de manera casi simultánea este o estos individuos produce flujos y cuencas diversas, diferentes  en que el mimetismo fluye. Como ejemplo,  los dominicanos que en la segunda década del siglo XX emigraban de manera ilegal a Puerto Rico rápidamente aprendían e incorporaban como habla regular o cotidiana el acento y vocablos del hablante promedio puertorriqueño, a fin de no ser notada su extranjería. El uso de vocablos o dominicanismos que sin embargo persistían en usar los “domiricans” allí, produjo en el tiempo un flujo recursivo, un bucle de influencias revolventes, emergiendo nuevos acentos y vocablos que todavía siguen hoy día “coevolucionando” entre ambos grupos nacionales.  De la misma manera los haitianos que emigran a la República Dominicana, de manera legal o irregular, se esfuerzan por abandonar el fuerte acento creol francés e incorporarse al habla ordinaria del español dominicano, como táctica mimético-social. La complejidad toma cuerpo en este fenómeno pues al aprender a hablar español con acento dominicano, se diferencian en pronunciar con mejor dicción las consonantes y  los plurales,  con sus respectivas ´eses´, influyendo  así a los dominicanos nativos con los que se conectan en su entorno a esforzarse por pronunciar mejor el idioma nativo, en este embuclamiento morfogenético individuo-sociedad-lenguaje-conocimiento.

MIMESIS Y MODELOS

¿Que quién soy yo?

¿Acaso no lo ves?  ¡Yo soy Tú!

Ciertamente, que no podemos desdeñar la ineluctable influencia de modelos en la configuración o morfogénesis social así como en  la personalidad y en la orientación de metas y objetivos vitales y conductas éticas.  Estos modelos son atractores  alrededor de los que fluye tejido social cuya emulación bien puede conducir dinámicamente a emergencias morfogénicas estables o morfostáticas que tiendan a reorganizar el tejido social en nuevas estructuras que continúen operando en los continuos próximos posibles o bien desenhebren la trama social extinguiendo parte de este tejido con perturbaciones reversoras del contrato social contextualizado. La mimesis es parte de la mimética social y no puede ser considerada separada de ella, como pretenden algunos autores.

En el presente, como en el pasado, numerosos individuos o pequeños grupos han sido modelos gatilladores de rápidos cambios morfogenéticos sociales en prácticamente toda la geografía terrestre, siempre a través del flujo insustituible de la comunicación, ahora, como nunca antes, tan cercana e instantánea.

Jorge, el príncipe heredero al trono de Inglaterra, que gozaba de gran popularidad y admiración, por su seguridad y carisma, en 1910, tenía que asistir a una recepción oficial y al acudir a su sastre para recoger el traje que llevaría para la ocasión y ya cerca de la hora de inicio del compromiso, al llegar a pie a recogerlo en medio de un pertinaz aguacero, y decidiendo trasladarse igualmente caminando al cercano lugar del evento, no deseando que el pantalón del nuevo traje, que se pusiera allí mismo, se estropeara al caminar por charcos, le pidió al sastre que le hiciera un doblez a los ruedos y los planchara en forma tal que estos estuvieran un poco más altos. Al llegar con el nuevo detalle a la recepción, los asistentes mostraron gran sorpresa: En menos de una semana se impuso por mimesis-mimética el doblez  de pantalones en Londres y para el año siguiente la moda se había extendido al resto del mundo occidental, permaneciendo con grados de intensidad variable, hasta hoy día.

Indudablemente que en este particular fenómeno mimético social, se `pueden presumir otros precedentes complejos de contexto social que impulsaron el flujo hacia el atractor, en ese caso el heredero, con su nueva disposición de arreglo de indumentaria, necesitando quizá mayor clarificación la fuerte cuenca de atracción de  la mayoría de los países occidentales.

Una notable mimesis tuvo lugar en Latinoamérica y algunos países de África con el advenimiento de Fidel Castro,  cuando decenas de miles de jóvenes y adultos adoptaron el uso de barbas y/o gorra verde olivo militar como atuendo permanente en imitación mórfica y metafórica adscripción ideológica. Lo propio ocurrió con la emblematizada boina y barba de Ernesto –Ché-Guevara.

Las melenas del grupo musical Los Beatles constituyó un fenómeno de emergencia morfogenética  sin precedentes en el siglo XX: En  los países occidentales y en Asia decenas de millones de  jóvenes y adultos, en imitación a los símbolos de cambio y emergencia que contextualizó este cuarteto,  adoptaron el cabello largo, tendencia que en buena parte sigue hoy día.

En República Dominicana, el estilo discursivo del Prof. Juan Bosch, con cierto característico acento de un deje (suspensivo) y alguna parsimonia fue mimetizado por numerosos seguidores.

Puede mencionarse como ejemplos de modelos gatilladores de morfogénesis degradativas  al Ejército Islámico, ISIS,  como atractor de flujo mimético alrededor del  que personas de otras nacionalidades y religiones  fluyen.  Así también a grandes jefes de organizaciones criminales, con maquinaria sofisticada de tráfico de drogas,  exterminio selectivo de competidores y autoridades que los combaten, y que han producido  no desdeñables respuestas miméticas ante los atractores de imagen de poder, bienestar,  lujos extravagantes, placer y aparente invulnerabilidad, emergiendo en no pocos países y zonas grupos miméticos con similares aspiraciones.

CONCLUSIÓN

El mimetismo social, clónico o furtivo, es un fenómeno sistémico presente en todas las sociedades y  todos los tiempos. De manera generalizada y universal, todos los nodos humanos de una forma u otra, fluimos alrededor de algún estímulo atractor morfo-mimético.

Si bien no está claro un ´telos´ o propósito del mimetismo en los seres vivientes, recibiendo la interpretación lega de que son emergencias morfogenéticas de respuesta o adaptación a la dinámica presa-depredador para llevarla a un cambio próximo eficiente, el mimetismo social, con el componente integrado y embuclado de significado, que dimensiona el mimetismo social en ámbitos de Voluntad, Deseo y Emoción, es un proceso   que al igual que los sistemas nervioso e inmune correspondería a un equivalente epìgenético del sistema social humano adaptativo y de aprendizaje y junto con el lenguaje y la conciencia misma  constituirían procesos morfogenéticos-epigenéticos.

El mimetismo social pues, es un permanente flujo sistémico que hunde sus raíces en la morfogénesis social cuya estructura y organización cambia de manera congruente con la estructura del medio o entorno.

B.P.G

22 de abril. 2017.

Morfogénesis de ciudades resilientes

12 viernes May 2017

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Por: Laura Rathe

La morfogénesis o generación de la forma, viene del griego «morphê» que significa forma y «génesis» creación. La morfostasis viene de «morphê», forma y “stasis”, quietud y no puede existir la morfogénesis sin morfostasis (estabilidad dinámica previa del sistema). Pueden ser estudiadas desde diferentes campos del saber, como la biología, ecología, la arquitectura, la lingüística y otros, pero se requiere una mirada holística desde la complejidad para comprender esta dinámica compleja de procesos morfogénesis- morfostasis, que constituye un bucle inseparable, ya que la primera no puede ocurrir sin estabilidad dinámica previa del sistema, mientras que esta última no puede manifestarse si no es dentro de una estructura morfogenética específica.

En la Introducción a los Conceptos Básicos de la Teoría General de Sistemas, Arnold y Osorio (1998)[1] dicen que los sistemas complejos (humanos, sociales y culturales) se caracterizan por sus capacidades para elaborar o modificar sus formas con el objeto de conservarse viables (retroalimentación positiva). Se trata de procesos que apuntan al desarrollo, crecimiento o cambio en la forma, estructura y estado del sistema. Ejemplo de ello son los procesos de diferenciación, la especialización, el aprendizaje y otros. En términos cibernéticos, los procesos causales mutuos (circularidad) que aumentan la desviación son denominados morfogenéticos. Estos procesos activan y potencian la posibilidad de adaptación de los sistemas a ambientes en cambio.  La morfostasis son los procesos de intercambio con el ambiente que tienden a preservar o mantener una forma, una organización o un estado dado de un sistema (equilibrio, homeostasis, retroalimentación negativa). Procesos de este tipo son característicos de los sistemas vivos. En una perspectiva cibernética, la morfostasis nos remite a los procesos causales mutuos que reducen o controlan las desviaciones.

¿Cuál es el proceso morfogenético en una zona urbana en que se desarrolla y que la hace resiliente o propensa a desastres? Estas preguntas son importantes de responder para la gestión de riesgos urbanos.

Las ciudades y las zonas urbanas están compuestas por densos y complejos sistemas de servicios interconectados; y como tal, hacen frente a un creciente número de problemas que contribuyen al riesgo de desastres. La resiliencia y la reducción del riesgo de desastres deben formar parte del diseño y estrategias urbanas para lograr un desarrollo sostenible[2].

Los eventos socio-naturales peligrosos son las circunstancias que incrementan la ocurrencia de ciertos procesos o fenómenos (inundaciones, aludes, sequía, etc.), más allá de sus probabilidades razonables, debido a la interacción de eventos naturales los cuales se convierten en amenazas por las actividades humanas. No hay tal cosa como un desastre «natural», sólo peligros naturales.

De acuerdo con el manual realizado por la oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres sobre cómo desarrollar ciudades más resilientes[3], entre los principales factores de riesgo en el entorno urbano están “el declive de los ecosistemas debido a las actividades humanas como la construcción de carreteras, la contaminación, la recuperación de humedales y la extracción insostenible de recursos que ponen en peligro la capacidad de brindar servicios básicos como la regulación y la protección en caso de inundaciones, así como el crecimiento de las poblaciones urbanas y su densidad, que ejerce presión en los suelos y servicios, y origina el aumento de asentamientos humanos en tierras costeras, a lo largo de laderas inestables y en zonas propensas al riesgo”, entre otros.

Thomas Courtat, del Laboratorio de Materiales y Sistemas Complejos, CNRS, Universidad de París, y sus colegas, desarrollaron un modelo de la ciudad basado en su red de calles que permite analizar, manipular y explicar la morfogénesis de las ciudades. Dice Courtat “Las ciudades son organismos vivos. Están fuera de equilibrio, sistemas abiertos que nunca dejan de desarrollarse y a veces mueren. En resumen, el diseño actual de una ciudad es un paso en un proceso de morfogénesis en curso. Así, las ciudades muestran una gran diversidad de formas y ninguno de los modelos tradicionales a partir de gráficos aleatorios, la teoría de redes complejas o la geometría estocástica toma en cuenta los aspectos geométricos, funcionales y dinámicos de una ciudad en el mismo marco”. Este marco basado en la calle concilia los aspectos topológicos y geométricos del problema. A partir del análisis estático de varias ciudades francesas (topología de primer y segundo orden, anisotropía, escalamiento de calles) propone la hipótesis de que el desarrollo de una ciudad sigue una lógica de división / extensión del espacio. Propone un modelo dinámico que imita esta lógica y que a partir de simples reglas generales y unos pocos parámetros logra generar una gran diversidad de ciudades y reproducir las características generales. Las calles pueden crecer de forma dinámica en función de una serie de reglas que modelan el crecimiento orgánico de la ciudad[4].

Se diría que Courtat et al. han propuesto un invariante morfogenético autosimiliar transescalar (IMAT) para la ciudad a partir de una red de calles, con una propuesta geométrica. El IMAT, como lo propone Sotolongo[5], son conformaciones holísticas, de tipo matricial, cuyos integrantes materiales o particulares (locales) pueden variar sin que varíe por ello la entidad holística conformada como tal, que se mantiene similar a sí misma (autosimilar) a través de diferentes escalas (trans-escalar). Esto las capacita como unidades o bloques básicos de construcción para un nuevo nivel organizacional.

En el libro sobre la morfogénesis de la ciudad Narváez[6] desde la perspectiva de los hábitos de los ciudadanos, dice que “la ciudad parece ser un conjunto de soluciones espaciales (hábitos) que son reproducidos para generar un cierto grupo de organizaciones. Unas pocas pautas geométricas parecen guiar la producción espacial y es posible plantear que dadas las condiciones de producción de la forma urbana, sobre todo en los contextos en los que se produce sin control, no planificadamente, sería difícil que se establecieran modelos tan recurrentes en las soluciones que ahora observamos, al ser la ciudad una producción colectiva, supone que cada construcción individual, al acumularse, producirá una forma colectivamente gestada y que sería un resultado agregado, una geometría azarosa”[7]. Agrega que “pese a ello, es posible observar pautas, y más allá, es posible ver que estas pautas (patrones)se repiten en contextos bastante diversos y que son de tal modo poco variados que colaboran a establecer unas pocas pautas geométricas en las ciudades que ahora producimos, pese a que son hechas sólo a partir de los esfuerzos acumulados de los individuos, que no actúan simultáneamente sino mediante procesos que superan inclusive el tiempo de la vida de cada uno de los constructores”.

Narváez se pregunta acerca del proceso de morfogénesis de los territorios humanizados, encontrándose importantes paralelos con la génesis de la forma en otros ámbitos de la realidad. “¿Es la forma urbana, su origen y desarrollo, un caso más que pueda explicar la morfogénesis de los sistemas en la naturaleza? O, por el contrario, ¿la presencia e influencia de la conciencia abre un camino más en la investigación sobre la forma de los sistemas complejos?”[8], intenta explicar cómo en el ámbito de la morfogénesis de los objetos culturales, existe una ecología entre los imaginarios y la construcción física de los espacios humanizados.

El desarrollo y la resiliencia de los sistemas sociales, al igual que en los ecosistemas, solo resultan posibles mediante la integración. De acuerdo con Maturana (1997): “La competencia es constitutivamente antisocial, porque como fenómeno consiste en la negación del otro. No existe la “sana competencia” porque la negación del otro implica la negación de sí mismo al pretender que se valide lo que se niega. La competencia es contraria a la seriedad en la acción, pues el que compite no vive en lo que hace, se enajena en la negación del otro”.

La morfogénesis socio-tecnológica que no se integra al ecosistema que la mantiene no puede ser resiliente, es impuesta, por lo que, como diría Maturana, es constitutivamente antisocial. Muchas formas ecológicas se integran a las tecno-sociedades, como dice Fontenla Rizo (2017)[9], por lo general lo hacen “en forma de plagas: mosquitos, moscas, cucarachas, pulgas, garrapatas, ratas y toda su biota simbiótica microscópica (bacterias, protistas, virus).  Estas morfogénesis, a través de malas prácticas sociales, económicas y políticas, destruyen de manera global   formas y sistemas ecológicos, erigiéndose a sí mismas en iniciadoras de una extinción masiva de nuevo tipo. La rápida destrucción ecológica   imposibilita el desarrollo de bucles recursivos estabilizantes y el relleno oportuno de gradientes ambientales. Las repercusiones afectan a la biosfera en su conjunto, lo que a su vez agrava los efectos locales.”

Como añade Fontenla Rizo[10], “no existen procesos o eventos sin entornos, sin ambientes, la morfogénesis resulta también un proceso ecológico, un entorno eco-físico, eco-sistémico, eco-social o una combinación en-red-dada de todos”.

Con los riesgos cada vez mayores que presenta el cambio climático, el cambio del uso de la tierra, la deforestación, contaminación, aglomeración en ciudades, presión sobre los recursos hídricos, todo esto relacionado con niveles de pobreza e inequidad, ¿Cómo evolucionará su estructura y se comportará si se enfrenta a impactos hidro-meteorológicos cada vez más intensos? Desafortunadamente, la capacidad de adaptación, o resiliencia, rara vez se tiene en cuenta en los procesos de política urbana.

En el ensayo sobre la ley de potencia para las ciudades energéticamente eficientes y resilientes, Salat & Bourdic, 2011[11], proponen que la resiliencia de los tejidos urbanos es un indicador de la estabilidad de las ciudades y, por lo tanto, tiene una fuerte influencia en el valor económico a largo plazo, así como la resiliencia y eficiencia de los sistemas urbanos depende en gran medida de su complejidad.  Destacan que, en una ciudad muy densa y conectada con altos niveles de complejidad, la mezcla funcional permite ahorrar cantidades significativas de insumos (materiales, energía) y que los altos niveles de complejidad y densidad facilitan el manejo de las necesidades residuales en una economía circular optimizada por las redes inteligentes. El papel de la complejidad se hace aún más importante cuando las ciudades se enfrentan a tensiones exógenas o endógenas (escasez de energía y recursos naturales, cambio climático o crisis económica).

La urbanización masiva de regiones ecológicamente frágiles desequilibra el ecosistema no sólo ambiental, sino también el socius y el sensorium de la subjetividad (Peña Collazos, 2008)[12]. El paisaje natural es el excedente de la gran urbe contemporánea que, desde el territorio, traza sus contornos y, bajo la lógica del suplemento, completa la ciudad. El paisaje se mueve peligrosamente, se desplaza a medida que la ciudad avanza en su desbordamiento; se ejecuta algo así como una danza entre la ciudad y la naturaleza[13]. Como Peña Collazo, 2008, destaca, “el mito del desarrollo es una concepción reduccionista que asume el capital económico como el único motor necesario para cubrir todas las esferas de la vida natural, social, psíquica y moral, dejando de lado las implicaciones del capital social, el capital cultural, el capital humano y el capital simbólico, como claves olvidadas del desarrollo”.

De acuerdo con Quintero Bosetti (2016), la diversidad y cohesión social, donde todas las actividades humanas se entrelazan y reavivan el sentido de pertenencia en todos sus habitantes se fundamenta en el concepto de ciudades compactas. La respuesta para lograr la sostenibilidad de nuestras ciudades, además de reducir los impactos ambientales es, sin duda, aumentar los niveles de complejidad urbana: intercambio, mezcla de etnias, densificación, diversidad de usos y lograr la revitalización urbana[14].

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

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COURTAT, THOMAS; CATHERINE GLOAGUEN, STEPHANE DOUADY (2010) Mathematics and Morphogenesis of the City: A Geometrical Approach. Orange Labs, France. Laboratoire Matiere et Systemes Complexes (MSC), UMR CNRS -Université Paris. DOI:  10.1103/PhysRevE.83.036106

FONTENLA RIZO, JORGE LUIS (2017) Laminarias Complejidad, sistemas dinámicos y morfogénesis.

NARVÁEZ, ADOLFO (2010) La morfogénesis de la ciudad. Elementos para una teoría de los imaginarios urbanos. Edition: 1, Publisher: Plaza y Valdés, S. A. de C. V.-Universidad Autónoma de Nuevo León, Editor: Plaza y Valdés, S. A. de C. V., ISBN: 978-607-402-157-8

PEÑA COLLAZOS, WILMAR (2008) Dinámicas emergentes de la realidad: del Pensamiento Complejo al Pensamiento Sistémico Autopoiético. Revista Latinoamericana de Bioética, vol. 8, núm. 2, julio-diciembre, 2008, pp. 72-87 Universidad Militar Nueva Granada
Colombia. ISSN (Versión impresa): 1657-4702

QUINTERO BOSETTI, MARIAELISA (2016) Compacidad Urbana: Estrategia Metodológica en pro de la Complejidad de las Ciudades. Revista de Urbanismo N°35 – diciembre 2016. Departamento de Urbanismo – FAU – Universidad de Chile. ISSN 0717-5051 http://revistaurbanismo.uchile.cl

SALAT, SERGE; BOURDIC, LOEIZ (2011). «Power Laws for Energy Efficient and Resilient Cities». Procedia Engineering. 21: 1193–8. doi:10.1016/j.proeng.2011.11.2130.

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UNISDR (2012) Cómo desarrollar ciudades más resilientes. Un Manual para líderes de los gobiernos locales Una contribución a la Campaña Mundial 2010-2015 Desarrollando ciudades resilientes – ¡Mi ciudad se está preparando! Ginebra, marzo de 2012. Naciones Unidas.

UNISDR (2015) Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030. 9-11 Rue de Varembé CH 1202, Ginebra Suiza.

[1] ARNOLD, MARCELO, PH.D. Y FRANCISCO OSORIO, M.A. (1998) Introducción a los Conceptos Básicos de la Teoría General de Sistemas. Cinta moebio 3: 40-49.  Revista de Epistemología de Ciencias Sociales

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[2] UNISDR (2015) Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030. 9-11 Rue de Varembé CH 1202, Ginebra Suiza.

[3] UNISDR (2012) Cómo desarrollar ciudades más resilientes. Un Manual para líderes de los gobiernos locales Una contribución a la Campaña Mundial 2010-2015 Desarrollando ciudades resilientes – ¡Mi ciudad se está preparando! Ginebra, marzo de 2012. Naciones Unidas.

[4] COURTAT, THOMAS; CATHERINE GLOAGUEN, STEPHANE DOUADY (2010) Mathematics and Morphogenesis of the City: A Geometrical Approach. Orange Labs, France. Laboratoire Matiere et Systemes Complexes (MSC), UMR CNRS -Université Paris. DOI:  10.1103/PhysRevE.83.036106

[5] SOTOLONGO, PEDRO LUIS (). Complejidad y morfogénesis: De las propiedades de los sistemas a la existencia misma de tales sistemas. Instituto de Filosofía de La Habana, Cuba.

[6] NARVÁEZ, ADOLFO (2010) La morfogénesis de la ciudad. Elementos para una teoría de los imaginarios urbanos. Edition: 1, Publisher: Plaza y Valdés, S. A. de C. V.-Universidad Autónoma de Nuevo León, Editor: Plaza y Valdés, S. A. de C. V., ISBN: 978-607-402-157-8

[7] Op. Cit. NARVÁEZ, ADOLFO, 2010.

[8] Op. Cit. NARVÁEZ, ADOLFO, 2010.

[9] FONTENLA RIZO, JORGE LUIS (2017) Laminarias Complejidad, sistemas dinámicos y morfogénesis. .

[10] Op.Cit. FONTENLA RIZO, JORGE LUIS (2017)

[11] SALAT, SERGE; BOURDIC, LOEIZ (2011). «Power Laws for Energy Efficient and Resilient Cities». Procedia Engineering. 21: 1193–8. doi:10.1016/j.proeng.2011.11.2130.

[12] PEÑA COLLAZOS, WILMAR (2008) Dinámicas emergentes de la realidad: del Pensamiento Complejo al Pensamiento Sistémico Autopoiético. Revista Latinoamericana de Bioética, vol. 8, núm. 2, julio-diciembre, 2008, pp. 72-87 Universidad Militar Nueva Granada
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[13] Op.Cit. PEÑA COLLAZOS, WILMAR (2008)

[14] QUINTERO BOSETTI, MARIAELISA (2016) Compacidad Urbana: Estrategia Metodológica en pro de la Complejidad de las Ciudades. Revista de Urbanismo N°35 – diciembre 2016. Departamento de Urbanismo – FAU – Universidad de Chile.

 

 

 

LA MORFOGÉNESIS Y MORFOSTASIS DEL SISTEMA EDUCATIVO

12 viernes May 2017

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Por: Olga Basora

INTRODUCCIÓN

Este documento trata de evidenciar que el sistema educativo es un sistema complejo adaptativo.

Inicia con una breve descripción de las estructuras que sustentaron los procesos educativos hasta el siglo XVII.  Continúa con la epigénesis y la morfostasis ocurrida en la educación a partir del siglo XVIII, acompañada de un razonamiento crítico sobre la relación estructura – proceso que se ha desarrollado a través de la historia.  Luego se examinan algunas de las bifurcaciones, atractores y posibilidades de autoorganización que pudieran ocurrir en el sistema educativo visto como un sistema discipativo, para finalizar reflexionando sobre el papel de la complejidad en la educación

1         REFLEXIONES INICIALES

La necesidad de saber es innata al ser humano.  En toda actividad humana, se reconoce el aprendizaje como parte integral de la vida.

Permeado por la cultura, el aprendizaje es hasta ahora, la forma en que se sustenta el desarrollo de los individuos y las sociedades que ellos conforman.  Desde Pavlov y Skinner, pasando por Piaget y terminando con Vigotsky, Ausubel y otros, un gran número de pensadores han indagado sobre la forma en cómo se construye el conocimiento.

El propósito de la educación

Todos los aportes, aún los de paradigmas contradictorios, coinciden en que el proceso de enseñanza, mediante el cual el profesor, enmarcado en un contexto y a través de unos medios, promueve contenidos a un alumno con el fin de educarlo en función de unos objetivos predeterminados; es el proceso complementario del aprendizaje.  En ese mismo orden de ideas, el concepto de educar es definido por la Real Academia de la Lengua como: acción y efecto de educar; crianza, enseñanza y doctrina que se da a los niños y a los jóvenes; instrucción por medio de la acción docente; así como también, cortesía, urbanidad[1].

La educación, la enseñanza y el aprendizaje están tan íntimamente ligados, que se puede afirmar sin temor que el proceso enseñanza-aprendizaje es la base de la educación.  Y para desarrollar esta magna tarea, la educación posee una estructura: el sistema educativo.

Así, pudiera afirmarse que la relación procesos educativos – sistema educativo constituyen una unidad – bucle indisoluble, donde es posible distinguir los procesos morfogenéticos y morfostáticos.

El estado previo 

A través de la historia, en diferentes épocas, se han tratado de desarrollar modelos y sistemas educativos.   Las estructuras que se han creado para albergar esos procesos de aprendizaje florecen a través de la historia, siempre permeados por los constreñimientos del sistema.

Ya en el siglo XI a.C., florece la escuela y la biblioteca de Alejandría en Egipto, la cual, fundada por Ptolomeo, albergaba estudiosos de la talla de Euclides y desde el año 988 hasta nuestros días funciona en El Cairo una institución de educación superior, la mezquita El-Azhar.

Otras estructuras que se destacan por el éxito de los procesos que albergaron son las Escuelas de Filosofía en Atenas, Grecia.  Ya  en el siglo VI a.C. la Escuela de Pitágoras se dedicaba a la investigación de la matemática y fue en Atenas donde se diseñó el currículum del Trívium y el Cuadrívium que formaban las siete artes liberales, así como las tres estructuras aportadas por Sócrates, Platón y Aristóteles.

Las estructuras sistémicas de aprendizaje en la antigua Asia eran unas escuelas muy exclusivas llamadas Brahmánicas donde, basadas en la filosofía y la religión, se aprendía lo que se entendía en la época como Matemática, Astronomía, Economía e Historia. En el caso de China, el desarrollo de las estructuras sistémicas que albergaran procesos de aprendizaje fue muy fructífero. Se contaba con el papel, la imprenta y la escritura como bases para la expansión de la ciencia y la tecnología, se debía cursar y aprobar estudios superiores para llegar a ser mandarín y se ofrecían doctorados en Letras, Derecho y Matemática en un proceso educativo protagonizado por los estudios del confucianismo, el budismo y el taoísmo.

Los árabes por su parte desarrollaron grandes centros de aprendizaje con enormes bibliotecas, observatorios que otorgaban diplomas. Entre ellos, se destacan la de Bagdad en el siglo IX y la de Toledo en el siglo X. Los procesos de aprendizaje formal árabes, con base griega e indú se insertan e influyen en una Europa inestable con una cultura languideciente.  Según C. Thunnerman, las presiones que propiciaron la ruptura epocal europea en relación al aprendizaje fueron principalmente la urbanización, como cambio cualitativo producto del aumento poblacional, los cambios en la organización social provocados por procesos como la aparición de la burguesía, la especialización de las actividades laborales, formación de gremios entre otros.  El afán de saber fue tan extraordinario que propició movilidad estudiantil y la aparición del oficio de enseñar en la periferia, ya que solo los nobles podían aprender en los monasterios.

2       EPIGÉNESIS, MORFOGÉNESIS SUPRAGENÉTICA Y MORFOSTASIS              

Corría todavía el siglo XVIII cuando Inmanuel Kant situaba la explicación newtoniana de los fenómenos como el fundamento interpretativo del quehacer natural y social del mundo, atribuyendo la base del saber a los razonamientos mecánicos.   Esta posición determinista expuesta en su libro “Crítica de la Razón Pura” en el último tercio de ese siglo y en concordancia con algunos procesos innovadores, como la mecanización del algodón y el incremento de la energía hidráulica, se podría considerar como una visión emergente de la naturaleza y del mundo[2]. Su expresión más conocida, el mecanicismo, se pudiera considerar como epigénesis de la Revolución Industrial, por sus retroacciones sobre la sociedad y su influencia en el comportamiento de las personas, organizaciones y estados.

Unos años más tarde, al comenzar el siglo de las luces, el recién inaugurado estado francés acoge el enciclopedismo como uno de sus principales estandartes.  Es un modelo educativo, herencia del despotismo ilustrado que emerge en Prusia con aportes rusos y austríacos y se basa en el patrón espartano que fomenta la disciplina, la obediencia y una fuerte división de clases.

De esta manera, el mecanicismo y sus paradigmas evidencia un bucle retractivo con el enciclopedismo heredado del despotismo ilustrado, emergiendo la relación dinámica mecanicismo – enciclopedismo

En esta dinámica, el despotismo ilustrado se manifesta como forma parental, representando una morfogénesis supragenética que incluye el entorno, representado por la incipiente sociedad industrial.  Este legado propició en la naciente estructura protagonizada por el sistema educativo, la capacidad de conservar su viabilidad dentro de los nuevos constreñimientos del medio.

Para abordar la estructura del modelo que sustenta el sistema educativo tradicional, conviene apoyarse en la observación que Gutiérrez Sánchez (2000)[3] realiza a los sistemas sociales, donde los conceptualiza como abiertos e intercambiadores de materia, energía, e información con su entorno.  Por consiguiente, éstos operan todo el tiempo lejos del equilibrio termodinámico, es decir en una zona crítica.  En ellos nada está quieto, sin embargo los cambios no son azarosos, porque su tendencia al desorden está acotada;  hay una multitud de elementos individuales que influye de manera no lineal en el estado general del sistema.  Y debido a la dinámica interna, se produce un comportamiento coherente, llamado autoorganización.

Los conceptos termodinámicos son apropiados para recorrer el camino desde las organizaciones conceptualizadas sistémicas hasta los sistemas dinámicos complejos. Una manera sencilla de formular la segunda ley de la termodinámica, enunciada por S. Carnot en 1824, es que la evolución espontánea de un sistema aislado se traduce siempre en un aumento de entropía, conceptualizándose el concepto “entropía” como el grado de desorden.  En 1850 Clausius utilizó la palabra entropía para calificar el grado de desorden de un sistema.  La segunda ley de la Termodinámica demuestra que los sistemas aislados tienden al desorden. Cuando los sistemas son sociales, la entropía expresa la incertidumbre de una situación determinada, siendo la entropía nula cuando la certeza es absoluta.

Se puede colegir entonces, que más que medir el grado de desorden, la entropía en realidad muestra el aumento de las relaciones y el grado de irreversibilidad de la organización

Una organización, como un centro educativo, cuando tiene muchos reglamentos, funciona correctamente y tiene baja entropía, pero se va muriendo lentamente porque las relaciones son pocas y no hay cambio. Si aumenta la interrelación entre los componentes, ya sea de un individuo, del colectivo o de los equipos, su entropía está aumentando, aumentan además las relaciones, los descubrimientos, las innovaciones y el nivel de irreversibilidad del sistema.

Los procesos emergentes que contribuyen a la preservación de la nueva forma del sistema, como la educación gratuita y pública, la docilidad, la obediencia y la alienación, son fortalecidos por la obligatoriedad de la educación, ayudándole a mantener su estructura y metaestabilidad dinámica, lo que le impregna un comportamiento morfostático al sistema educativo.  Las consecuencias más exitosas de esta morfostasis centrada en un esquema elitista y diferenciador han sido principalmente un acelerado desarrollo científico, la formación de trabajadores útiles al sistema y el control social entre otros.

De esta manera, subrepticiamente, junto al gran avance social que constituye la educación gratuita y pública que exhibe gloriosa la revolución napoleónica, se desliza la sombra del absolutismo a través del control gubernamental y sus programas centralizados.

Luego de más de dos siglos de uso, se observa que la gran mayoría de los sistemas educativos conocidos, se practican y se amparan en esta relación (educación tradicional – ciencia positivista).  Algunas de sus particularidades más destacadas han sido las técnicas de lugares y premios, los horarios estrictos, los castigos, la separación por edades, las presiones sobre maestros y alumnos, así como la dificultad para desarrollar la curiosidad y la creatividad.  La naturaleza que conforma el modelo que caracteriza esta estructura propicia exclusión, pues selecciona a los que tendrán la posibilidad de asistir o no a una universidad, quienes cursarán estudios posteriores a la escuela básica, quienes no y también como lo harán.

Pero algo ha pasado.  Un conjunto de acontecimientos, comportándose como un adyacente posible, ha venido a resquebrajar el desarrollo armonioso de ese constructo, propiciando la emergencia de un nuevo orden.  Y ha nacido de sus mismas entrañas.

3       BIFURCACIONES, ATRACTORES Y AUTOORGANIZACIÓN

Producto de descubrimientos como las leyes de la relatividad de Einstein, las leyes de la Mecánica Cuántica, el desarrollo de la genética y los avances en el entendimiento del funcionamiento de la Biología entre otros; se ha empezado a producir cambios profundos en el pensamiento científico positivista del siglo XX.  Estos nuevos paradigmas han comenzado a protagonizar los inicios de otro comportamiento social y de manera similar a lo sucedido en los siglos XVII y XVIII con las ideas de Newton que precedieron la Revolución Industrial, la ciencia del siglo XX ha influido en la modificación de la interpretación mecanicista, dando paso a una revolución científica y tecnológica.

A pesar de que el primer prototipo de la computadora surgió en 1939, no fue hasta el último tercio del siglo XX cuando la aparición del microprocesador potenció su desarrollo.  Más tarde, con el advenimiento de la microelectrónica y las telecomunicaciones y culminando con el Internet, se han comenzado a desarrollar estructuras de red, diversas interpretaciones de la globalización y se conceptualizan significaciones como sociedad de la información y sociedad del conocimiento.

Al igual que lo sucedido en la Revolución Industrial, ya desde sus inicios la Revolución Científica y Tecnológica muestra características que les son propias.   Desde la segunda mitad del siglo XX hasta los momentos actuales, se ha reorganizado la estructura productiva y se ha transformado la economía mundial.  Esta “revolución”, ayudada por las tecnologías de la información y comunicación ha influido en las ideologías, en las culturas y en los sistemas educativos y sociales a nivel global. El medio está cambiando y si el sistema educativo quiere seguir viviendo, deberá entrar en un proceso de autoorganización.

Los ciudadanos de este siglo XXI, globalizado desde sus inicios, hemos sido testigos del desarrollo de extraordinarias herramientas como el aumento de las comunicaciones, la movilidad social y profesional, el incremento exponencial de los artefactos y estrategias tecnológicas, entre otros. Estos podrían servir como plataforma para un mejoramiento sin precedentes en la historia de la humanidad.

Más, subyacente a esta expansión cuantitativa, se profundizan y globalizan debilidades como el aumento de la necesidad insaciable por la novedad, característica que propicia la desorganización en el uso de los artefactos y el aumento de los desechos, convirtiendo a grupos sociales en destructores, no solo de objetos, sino de personas. El deseo interminable de poseer, favorece que personas, grupos económicos y países traten de dominar a otros usando un poder acrecentado por la desigualdad.

Aunque éstos y otros comportamientos se han manifestado a lo largo de la historia humana, se observan aumentados en la postmodernidad, posiblemente incentivados por el ambiente que la caracteriza.   Es como si, en la medida que se fortalece el modelo, dentro de sus entrañas se hubiera ido desarrollando su antítesis, mientras más triunfa, más domina, pero más provoca su extinción.

Para evidencia, basta observar el estado del mundo actual.  Las facilidades provocadas por las revoluciones industrial y científica-tecnológica, acompañadas por acciones repetitivas como la fabricación en serie, nuevas formas de comunicación, aumento del consumismo y asistencia a los centros de educación formal, entre otros; se han ido desarrollando y relacionando hasta conformar un conjunto de procesos característicos de ese nuevo estilo de vida.

Al influir sobre los sistemas establecidos, estos procesos influyen en las estructuras que los albergan, favoreciendo su transformación para acomodar a los procesos que sustentan.  Solo necesitamos dar un paseo por la ciudad, observar algunos de los procesos que se originan en ella y ver como las estructuras donde éstos se producen se van acomodando para acogerlos.  Los nuevos procesos han propiciado una transformación desde la estructura empresarial, bancaria, escolar, política, estatal y familiar, entre otros, que ha dado como resultado cambios radicales y sustanciales en una gran parte de la sociedad.  Estas nuevas estructuras a su vez, al influir en el comportamiento de sus usuarios, los condicionan al uso de los procesos para los que fueron desarrolladas, propiciando una secuencia de adecuación proceso-estructura-proceso.

Para desarrollar el ser humano en todas sus dimensiones, es necesario un sistema educativo que tome en cuenta cada una de ellas y propicie en el individuo el interés de saber quién es, descubrir cuál es su papel y decidir cómo lo quiere y puede desempeñar.

Pero, ¿Cómo conformar una estructura educativa que pueda sustentar los procesos cualitativos que puedan apoyar el desarrollo humano y social? ¿Cómo diseñar y desarrollar procesos que influyan en las estructuras del sistema educativo para lograr trascenderlo?

Teniendo en cuenta la multidimensionalidad de la realidad educativa, resulta conveniente acercarse al centro educativo y su gestión, tanto a través de la concepción holística como de los paradigmas inherentes a los sistemas complejos y el caos que le acompaña. El sistema educativo está integrado por un conjunto de estructuras y procesos donde las personas se interrelacionan con el fin de garantizar el funcionamiento del mismo.  Si es una institución sana, sus objetivos, establecidos por los parámetros que ella ha definido, coincidirán con los requerimientos propios a su naturaleza, requerimientos que se satisfarán para conservar la vida de la institución. Sería ideal que los objetivos establecidos sean los de una institución gestora del conocimiento, una comunidad de saberes.

4       LA COMPLEJIDAD COMO ATRACTOR

El Pensamiento Complejo viene a abrir una ventana de posibilidades para la educación, desde otra mirada.  Una que intenta proporcionar cimientos para la formación de un ciudadano global, con valores éticos que trabaje para construir una sociedad más justa, pacífica y sostenible.

Al reconocer el sistema educativo como sistema social, se infiere que sus elementos deberían estar interrelacionados entre sí.  Acorde a H. Maturana y F. Varela (1973), estos sistemas sociales al comportarse de manera semejante a los biológicos, están constantemente en un proceso de cambio, fuera del equilibrio, intentando la homeostasis con su contexto[4]. Por tanto, su gestión no corresponde a la de un sistema lineal, con estructuras, sistemas, reglas y procedimientos rígidos, sino que debe tener en cuenta la adaptación continua a un ambiente cambiante.

En el desarrollo conceptual de la relación sistema educativo-pensamiento complejo se destacan importantes aportes.  Uno de ellos es una propuesta que realiza Gell-Mann en 1995 al amparo de valores orientadores[5].  Otra es un modelo propiciador de transformación social propuesto por E. Morín en 2001.  Éste autor, quizás el más reconocido y prolífico pensador del tema, plantea abiertamente la necesidad del reconocimiento del Pensamiento Complejo como eslabón de base para la recuperación de los valores ciudadanos[6].  Junto a las propuestas de Morín (2001), los trabajos de Pujol en 2003, de Bonil en 2004, e Izquierdo también en 2004, entre otros, propician la conceptualización del paradigma de la complejidad como un marco coherente de valores, pensamientos y acciones que puede contribuir a la sostenibilidad de la vida humana a través del diálogo, la orientación y la educación[7].

El sistema educativo debería estar obligado a ofrecer no solo respuestas oportunas y apropiadas a un mundo en constante cambio, sino también soluciones prospectivas que impliquen un compromiso de formación de personas idóneas, con elevadas potencialidades y capacidades para protagonizar el desarrollo, que tenga en cuenta los valores sociales, políticos, culturales y económicos de la sociedad donde los centros educativos ejerzan su función social.

El estilo de educación heredada del positivismo, con su predominancia en la transmisión del conocimiento y la disminución o supresión de la divergencia para “producir” ciudadanos “entrenados” y prestos a continuar sin objetar el “estatus quo” tropieza con el desinterés y la desidia de la mayoría de los estudiantes.

Los estudiantes, desvinculados en su mayoría de los intereses del maestro y apáticos a su estrategia, muestran un creciente y apasionado interés nuevas formas de información y expresión, o cual es aprovechado de manera intensa por los medios que se manifiestan en esos nuevos modos y medios de comunicación.  La distancia entre alumnos y maestros, producto de la diversidad de intereses ha ido haciéndose cada vez más profunda.

Con el objetivo de mejorar los resultados del proceso enseñanza-aprendizaje a través de la construcción de aprendizajes significativos, el enfoque socio formativo complejo propicia la aplicación de la teoría a la práctica dentro del proceso.  Además de utilizar nuevas técnicas, este nuevo enfoque demanda una manera diferente de enseñar y de aprender.

S. Tobón (2008) lo conceptualiza como “un conjunto de lineamientos que pretenden generar las condiciones pedagógicas esenciales para facilitar la formación de la competencias a partir de la articulación de la educación con los procesos sociales, comunitarios, económicos, políticos, religiosos, deportivos, ambientales y artísticos en los cuales viven las persona, implementando actividades contextualizadas a sus intereses, autorrealización, interacción social y vinculación laboral. Difiere del currículo de la escuela clásica y del currículo de la escuela activa en que se ha pensado desde los problemas propios del contexto actual, enfatizado en la formación de competencias y el pensamiento complejo (contextualizador y globalizador)”[8].

Las reglas de este nuevo enfoque son diferentes, transformándose los roles del maestro y del estudiante.  Este último sustituye la memorización de contenidos específicos por el aprendizaje del aprendizaje.  De esta manera, el proceso se centra en el estudiante y como producto de esta transformación, éste participa igual o más que el profesor, no importa si el proceso formativo es presencial o a distancia, inclusive si los encuentros son sincrónicos o asincrónicos.

El maestro por su parte se dedica a la conducción del proceso desarrollando su liderazgo y utilizando su experiencia.  Entre los resultados que se obtienen se destacan el aumento de las relaciones entre todos los actores del proceso, mayor flexibilidad, aumento de la cooperación, la retroalimentación y el uso de las fuentes de información.

Cuando el proceso formativo se desarrolla con poca o ninguna vinculación con el contexto socio-cultural predominante en el discente, las ideas se transforman y acomodan sin tener en cuenta ese medio, por lo que aplicar esas ideas al medio implicaría otra acomodación en los conocimientos, en las emociones, en las actitudes y hasta en las habilidades.

Por tanto, se acepta como necesario y deseable, para lograr éxito en el proceso formativo,  no solo la construcción de conocimientos sino también el desarrollo de habilidades junto a la promoción de valores.

El maestro realiza una práctica social inmersa en un contexto social, histórico y cultural determinado, por lo que su trabajo en el aula trasciende a través de sus estudiantes a la colectividad.  Pero, para poder contribuir con el desarrollo social, estas ideas que se consideran en el aula, se deben manifestar en la comprensión de cada uno de los participantes, incluyendo al propio maestro, como el producto de una transformación constructiva del conocimiento.  Esto impregna exclusividad a cada acción formativa, la hace única.  No importa cuántas veces se repita el tema de la clase, los resultados son únicos.

Paulo Freire (2004) decía al respecto: “El estudio no se mide por el número de páginas leídas en una noche, ni por la cantidad de libros leídos en un semestre.  Estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas”[9].

Si se quiere propiciar la formación integral, es tan necesario que los actores del proceso formativo, además de trabajar las características visibles de la competencia como los conocimientos y las habilidades, propicien el desarrollo de las llamadas invisibles o características subyacentes (motivos, rasgos de la personalidad, autoconcepto, actitudes y valores).

Para poder transitar por el siglo XXI, la educación requiere ir más allá de cultivar los ‘saberes’ o conocimientos.

5      REFLEXIONES FINALES

Una morfogénesis comienza a manifestarse en todos los niveles y centros educativos. Se manifiesta en la relación estructura – proceso y el comportamiento fractal que permea el sistema educativo, se expresa en el sistema abierto alejado del equilibrio que estructura el centro educativo.

Se evidencia en la entropía inherente al proceso pedagógico donde pueden aparecer espontáneamente estructuras discipativas, se manifiesta en la didáctica transdisciplinar, en la dinámica no lineal del proceso enseñanza – aprendizaje y en las interrelaciones, motivaciones y  situaciones que se da en esa comunidad de saberes.

Desde ahí, se puede asumir el conocimiento no solo desde el proceso exclusivamente cognitivo, sino también desde otros ámbitos de la vida del ser humano.  En palabras de J. Rozó (2003)[10]: “La construcción de conocimiento debe tener en cuenta las relaciones entre el hombre, la sociedad, la vida y el mundo”

Acompañada por las ciencias de la complejidad y el pensamiento complejo, este nacimiento simboliza una nueva ventana para acercarse a los conocimientos, habilidades, valores y destrezas que se mueven en el proceso enseñanza – aprendizaje.

Una brisa fresca con la cual barrer la rutina, la apatía y la desidia con que muchas veces se maneja el proceso docente – educativo.

Un espacio para desarrollar la creatividad, para observar la emergencia y propiciar la construcción de un aprendizaje significativo, en el que se construyan saberes, se desarrollen capacidades y se asuman valores.

 

BIBLIOGRAFÍA

[1] Diccionario de la lengua española (2015). Real Academia Española.  Recuperado de:  http://dle.rae.es/?w=diccionario

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[10] Rozo, J. (2003). Sistémica y pensamiento complejo: I Paradigmas, Sistemas y complejidad. Bogotá: Biogénesis Fondo Editorial.

Complejidad, sistemas dinámicos y morfogénesis

12 viernes May 2017

Posted by Complejidad RD in Aportes de Contenido

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por: Yildalina Taten Brache

El presente trabajo constituye una reflexión que refleja mi comprensión y/o aplicación de los temas abarcados en su título. No tiene entonces la rigurosidad obligatoria de un ensayo académico. Debo confesar que al momeno de escribir estas reflexiones he tenido miedo. Un miedo por momentos paralizante.

Sobreponiéndome a lo expuesto en el párrafo anterior, decidí asumir lo planteado por Emilio Roger Ciurana en su texto Complejidad, Cultura y Solidaridad; y desde ahí iniciar una reflexión sobre sistemas dinámicos y morfogénesis, tomando como eje el concepto de jerarquía vinculado a la construcción de democracia. Asumiendo la democracia en su concepto teórico de sistema obligatoriamente inclusivo. Y estudiar su morfogénesis alejada del concepto, que ha permitido la conformación de sociedades desiguales en derecho, con poblaciones discriminadas y construyendo una naturalización de la subordinación. Pues se conceptualiza la jerarquía como sometimiento, construyendo un imaginario que la asume como superioridad de la persona, derechos y prerrogativas individuales, y no el ejercicio de una posición que asigna un rol determinado. Lo que en la práctica significa que la jerarquía en lugar de ser asignada al cargo que se ocupa, se asigna a la persona, y se valora y trata como si otorgara mayor o menor dignidad.

Ciurana afirma que “la complejidad es una cultura que, como toda cultura, hay que cultivar”. Asumiendo la cultura como producto y productora de la relación entre el saber y el mundo, en consecuencia, puede (y debe) ser vista desde diversos aspectos. En mi forma de aprehender su planteamiento, asumo que puedo entender la democracia como cultura. Y que la aprehensión de la misma, para que funcione como régimen político estará mediada por lo que la sociedad conceptualice, vivencie, asuma y entienda por los elementos que la sustentan.

La construcción de sociedades democráticas no están alejadas de lo que ya el Prof. Sotolongo ha explicado en su texto de Complejidad, sociedad y vida cotidiana: “las relaciones sociales se producen en ámbitos de poder, deseo, saber y discurso”. Estos ámbitos son los “atractores”, prácticas articuladas que se encargan de marcar las interacciones sociales cotidianas, que a su vez intervienen en la definición de las expectativas sociales mutuas para cada red de interacción. El sistema de jerarquías no escapa a esta explicación.

La cuestión de las jerarquías en la democracia es un asunto que, aunque no he profundizado en su estudio, siempre ha llamado mi atención. Me atrevo a realizar estas primeras reflexiones al respecto, porque entiendo que se relaciona con la morfogénesis social: Si la democracia se define como una forma de organización social que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la ciudadanía; si se asume que es una forma de organización del Estado que funciona por decisiones colectivas, ejercidas mediante mecanismos de participación directa o indirecta, que son los que confieren legitimidad a la representación; si la democracia se supone que sea la forma de convivencia social donde, basados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, las personas son libres e iguales en dignidad y derechos y tienen la obligación de comportarse fraternalmente; entonces, ¿por qué los supuestos regímenes democráticos se han encargado de establecer férreas y rígidas jerarquías donde quien ejerce la representación o la delegación indirecta para ejercer una función se transforma en “la autoridad”, y quienes en teoría tienen “el poder”, ese llamado “pueblo”, asumen un rol de subordinación y de inferioridad jerárquica?

El concepto de jerarquía puede mirarse desde diversas aproximaciones. Sáez Vacas[1]indica que, aunque aparece con mucha frecuencia en diferentes ramas del saber, da la impresión de que cada rama le asigna un significado distinto. Por ejemplo, en la astrofísica, para establecer una clasificación por niveles, se toma de referencia el tamaño o la densidad media de los cuerpos; en biología está centrado en la búsqueda de una organización donde la disposición de los elementos de un nivel restrinja su comportamiento, y favorezca la emergencia de nuevas propiedades.

Para dotar al ordenamiento jurídico de seguridad jurídica, en Derecho se asume como principio estructural una jerarquía normativa muy simple. El sistema de fuentes se ordena de forma tal que las emanadas por instancias de rango inferior no puedan contravenir a las que establecen los rangos superiores, so pena de nulidad. Y si hay dos reglas del mismo rango, en consecuencia, con la misma fuerza normativa, en caso de contradicción insalvable prevalece la posterior, y se entenderá que opera derogando la anterior. Además, pueden someterse a un criterio de ponderación de derechos a la luz de la Constitución y los principios jurídicos.

En lo social, y por consiguiente en los regímenes políticos que rigen la vida en sociedad, en este caso el régimen democrático, la morfogénesis que se ha generado de alguna forma se ha encargado de robarle el sentido al concepto como mandato de toda la población. Y asigna una jerarquía que esta conceptualizada no desde la noción de partes inter actuantes en un sistema complejo, que cumplen un rol determinado, sino desde la superioridad y la inferioridad.

Tengo mis dudas sobre las explicaciones e interpretaciones de los fenómenos naturales, a partir de las aprehensiones humanas; me parece que se imponen analogías a partir de la interpretación de la lógica de funcionamiento del ser humano, y se han asignado unas significaciones de subordinación a las estructuras que funcionan de forma instintiva o mecánica en el mundo animal o el mundo celular. No lo afirmo, pero soy atrevida. Me inscribo en el pensamiento de que, en los fenómenos naturales, hay una interdependencia funcional automática, donde cada parte cumple adecuadamente su rol, (y que cuando no lo hace es porque la intervención humana se lo ha impedido). En consecuencia, lo que funciona es un sistema coordinado y colaborativo, donde cada eslabón es importante y no podría funcionar uno sin el otro.

Todos los sistemas y subsistemas cumplen su rol, y cada rol es importante y fundamental para el funcionamiento del todo. Lo que no implica, tal y como nos ha enseñado la complejidad, que la definición de cada parte pueda dar la comprensión del todo, porque este siempre será más que la suma de sus componentes. Ahora bien, a mi modo de entender las dinámicas de interacción, esta interacción se encarga de explicar que la idea de estar en la cúspide del sistema no hace tu rol más importante, ya que no podrás desempeñarlo si no hay una base que sustente esa cúspide.

En los razonamientos de Sáez se establece que, cuando se refiere a las jerarquías, las organizaciones humanas tenemos un destacado ejemplo de las jerarquías de niveles, en las que cada individuo representa un centro de decisión, condicionado por las estructuras de mando que actúan sobre él. Aunque en principio tiene sus propios objetivos, inevitablemente la jerarquía que impone la organización influye de forma determinante en las decisiones que pueden tomar las personas que pertenecen a ella. Aquí otra vez, la reflexión vuelve a girar en torno al planteamiento inicial, el rol institucional que cada uno de los individuos le asigna una jerarquía. A mi entender, la situación problema está dada en la no comprensión que esto se le otorga al rol, no a la persona. La situación perversa de asumirse personalmente como superior, no radica en el rol, sino en la aprehensión del mismo que se hace socialmente, pues se coloca a quien tiene a su cargo la dirección de la organización, en una situación de privilegio, vinculada a la construcción de categorías de personas inferiores o superiores, y no de categoría de responsabilidades de mayor o menor riesgo, mayor o menor responsabilidad, mayor o menor perfil académico, etc., que puede implicar mayores beneficios, prerrogativas económicas, entre otras, pero no superioridad personal, en tanto y cuando todas las personas independientemente del rol asignado y/o impuesto por las circunstancias, sigue perteneciendo a la misma categoría y posee la misma dignidad.

Un buen ejemplo de lo planteado en el párrafo anterior: en la judicatura, el principio de independencia jurisdiccional se asume como bueno y válido, se defiende como garantía y seguridad a la ciudadanía de que los jueces y las juezas, al momento de tomar sus decisiones, que entrañan tanta responsabilidad; porque atañen a la libertad individual o a la afectación del patrimonio de los seres humanos, deben ofrecer la garantía de que todo se realizará respetando el debido proceso de ley, y que la decisión se vinculará a los hechos y a que los mismos hayan sido probados más allá de toda duda. Evidentemente lo que se quiere es proteger a la acción jurisdiccional de la posibilidad de influencia política, económica, familiar, o de cualquier poder fáctico que pudiese intervenir en la persona que juzga. Sin embargo, la morfogénesis ha operado para que el/la juezjueza asuma la independencia como un privilegio personal, que le da categoría de ser “la persona en la tierra que más se parece a Dios”; en consecuencia, debe recibir un trato especial y preferente en su rol de juzgador y en su persona.

Lamentablemente, la definición de jerarquía se asume desde la idea de relación de subordinación y dominación, lo que ha devenido en naturalizar categorías de personas y no de posiciones institucionales. Esos rangos o categorías dominantes se han usado para establecer modelos de lo humano. Primer modelo: hombre blanco, heterosexual y propietario. A partir de ahí, en mi aprehensión, los demás modelos y categorías pueden ser intercambiables dependiendo de las circunstancias: hombres blancos, heterosexuales aun no sean propietarios, en muchos casos los hombres negros heterosexuales y propietarios, estarán por encima de las mujeres, aun estas sean blancas, heterosexuales y propietarias. En todos los casos habrá diferencia por razones de clase, pobreza, raza, género, sexo, orientación sexual. Y todas estas discriminaciones permeadas por múltiples componentes, pero en todas las jerarquías juega un rol fundamental.

Por ejemplo, está la discriminación a las mujeres por su condición de mujeres, que tendrá gradaciones, porque evidentemente no es lo mismo que además de ser mujer, seas negra, pobre, lesbiana o transexual, a que seas una mujer blanca, heterosexual y propietaria. Pero de alguna forma, todas las mujeres, en su condición de mujeres, en algún momento de su vida han recibido algún tipo de discriminación. La discriminación a las mujeres es tan radical, naturalizada, arraigada y defendida por el statu quo, que hay testimonios de hombres transexuales que afirman que en su condición de hombres trans reciben menos discriminación que la que recibían cuando su cuerpo estaba identificado como femenino, y no es secreto que la transexualidad es muy discriminada, poco entendida y en general poco aceptada.

Hay diferentes formas de aprehender la jerarquía. Yo insisto en quedarme con la que visibiliza un sistema de roles diferenciados que se cumplen de forma sistémica, todos importantes y todos vitales para el funcionamiento de la sociedad; pero que no establecen diferencias entre las personas. Me parece que la estructura de niveles con que las matemáticas asume la jerarquía, puede ser muy importante para la comprensión de lo que planteo, pues estos niveles sirven para estudiar, comprender y procesar información. En consecuencia, no significa que este mal que para comprender procesos lo estratifiquemos y de ser necesario hasta los modelemos; el problema radica cuando por asuntos vinculados a lo racional/irracional, esa estratificación opera para la creación de ciudadanía de primera, segunda, tercera, cuarta, quinta categoría humana.

Volvamos a la democracia y la necesaria evolución de su morfología hacia la inclusión de todos los seres humanos. Rita Levi-Montalcini, afirma que el comportamiento humano no es genético sino epigenetico, y yo estoy de acuerdo con su teoría, en consecuencia, estoy convencida de que si trabajamos un concepto de democracia vinculado a lo que Maturana llama el reconocimiento del otro/a como legitimo/a otro/a, desde la infancia, con la educación, podremos lograr transformar el ambiente en el que vivimos, y el odio por lo diferente, la superación de la pobreza y de las desigualdades basadas en la explotación. Ahora bien, yo sé que esto no es inocente, quien educa a la infancia ya es adulto/a, así que es necesario trabajar en la morfogénesis actual, para lograr el cambio que podamos anhelar para el futuro.

Como sigue afirmando Levi-Montalcini, en los momentos críticos prevalece más el componente instintivo del cerebro, que se camufla de raciocinio y anima a razonar a algunas personas como si fuesen parte de una raza superior, y a actuar en consecuencia. A mí me parece que, si la sociedad hiciera conciencia de esto, podría hacer el gran cambio en la humanidad, pero los intereses particulares, el afán de lucro y la explotación, el poder por el poder dominan el escenario, en consecuencia, hablar de democracia se convierte en un mito. Y sin no nos hacemos consientes del mito, no podremos transformarlo, no hay forma de superar un problema, si primero no se asume como problema.

Pablo Navarro, en el texto Hacia una teoría de la Morfogénesis social, plantea interrogantes interesantes para los cambios que, desde su punto de vista, son necesarios: ¿Cómo debe ser la estructura para que el cambio sea posible en ella? ¿cómo debe ser el cambio para que pueda resultar compatible con la pervivencia de algún tipo de estructura?, refiriéndose a estructura social y cambio social, y la morfogénesis social. Afirmando que una estructura morfogenética es intrínsecamente dinámica y logra pervivir en su propia estructura a su propio proceso de cambio. ¿Será entonces que las estructuras transconcientes, esas que él define como formas de intencionalidad, son sobre las que debe actuarse para lograr una democracia funcional, desde los criterios de igualdad, dignidad, justicia y libertad?

Siguiendo a Navarro, me resultan muy interesante sus planteamientos sobre la relación individuo/nivel micro/macro social, y lo “radicalmente inadecuado” que resulta de la perspectiva individualista metodológica para dar cuenta de los fenómenos sociales humanos. Ahora bien, me resulta extraño que un planteamiento de ese tipo no tome en cuenta, no mencione, ignore completamente que la teoría feminista ya en 1968, con Kate Millet y la “Política Sexual” y Sulamith Firestone y la “Dialéctica del Sexo”, ya se refería a todos estos aspectos, posiblemente sin utilizar el término morfogénesis, pero evidentemente que la consigna “lo personal es político”, alude a la necesidad de confrontación de lo individual con lo social.

Para hablar de morfogénesis social y de democracia, necesariamente hay que considerar lo que todavía sigue siendo un problema, no para las mujeres, sino para el mundo: la discriminación por razón de género. Los derechos civiles, los derechos de reproducción, la paridad política y el papel de las mujeres en la era de la “globalización”. En definitiva, las relaciones específicas de poder entre mujeres y hombres, que no se resuelven de forma automática al resolver las situaciones de clase, raza, etnia, y todas las demás situaciones de discriminación que deben ser acometidas. En consecuencia, es cierto, que hay que mirar y resolver lo macro (Representaciones Estatales, Poderes Fácticos, Clases Dominantes en relación a pobreza, desigualdad, ahí también está la discriminación especifica por género, discriminación, inseguridad, salud, educación…); pero no es menos cierto que hay que mirar lo micro o individual y como se estructuran las relaciones de poder a lo interno de las familias, de las parejas y de las personas. Como lo definió Heidi Hartmann, la capacidad de adaptación del patriarcado a los diferentes sistemas de organización social existentes, pues la discriminación de género está latente siempre. Lo que a mi entender ha permitido que hablar de Estados democráticos sea un mito, porque a la vez son Estados patriarcales, que es incluso anterior al capitalismo, por eso no es solamente propio de los sistemas capitalistas.

Todo esto ha permitido crear ese otro sistema jerárquico que opera en la dicotomía femenino/masculino, que obviamente el feminismo y la revolución que causó en el siglo pasado, con la salida de las mujeres al espacio público, ha hecho que la dicotomía pueda presentarse de forma más difusa, pero que sigue latente y presente en la construcción del imaginario y en el accionar cotidiano de nuestras sociedades. Las mujeres siguen siendo discriminadas por el hecho de ser mujeres.

La propuesta sería lograr construir una democracia donde el sistema de jerarquía aluda a una asignación de roles a desempeñar en procura del bien social. Que retome el concepto de Poder como posibilidad de Ser y de Hacer, y que el mismo corresponde y reside en la sociedad en su conjunto. Lo que implica que la jerarquía no propicia subordinación y discriminación, sino un sistema y organización funcional para la convivencia social, donde los seres humanos seamos iguales y libres. Eso dicen los textos constitucionales de nuestros países y las Convenciones a las que nos adherimos en el marco de las Naciones Unidas, luego cuando alegamos que así debería ser, nos miran como si fuésemos seres extraterrestres. Quizás la morfogénesis debería ocuparse de estudiar la esquizofrenia de funcionamiento del mundo…

[1] Sáez Vacas. Complejidad y Tecnologías de la Información, Cuadernos de Tecnología y Sociedad No.3, Fundación Rogelio Segovia para el Desarrollo de las Telecomunicaciones, oct. 2009, consultado 19/4/2017 http://dit.upm.es/~fsaez/intl/libro_complejidad/8-las-jerarquias.pdf

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