Por: Bienvenido Pérez García

“La morfogénesis es todavía un misterio en casi todos los reinos”.

INTRODUCCIÓN

¿Cómo resulta posible la aparición, la emergencia de tantas variadas, múltiples, multitudinarias, formas, disposiciones, colores, tamaños de vivientes en prácticamente todos los rincones del planeta, en toda la biósfera, aire., aguas, desiertos? Algunos tan pequeños como las bacterias y otros tan grandes como  el llamado hongo de miel –Armillaria Ostoyae- un solo organismo que cubre una superficie de ¡ 8,901 kms cuadrados! en el Bosque de Malheur, Oregon, EE.UU.

No existe correspondencia entre la complejidad de las vastas formas biológicas y su contenido genético. Curioso resulta que el altamente complejo ser humano posea solo entre 20 a 25,000 genes codificadores mientras que organismos más “simples” posean el doble o más como la Tricomona Vaginalis, con más de 60,000 y las plantas con 25,000, no todos codificadores. Ello induce a reflexionar sobre la biogénesis como un formidable fenómeno, que por ahora -¿por siempre?- nos desborda, por ser nosotros parte de él  y encontrarnos en proceso de entendimiento o aprehensión, para el que la teoría de solo geneticidad ha resultado insuficiente, obligando a desarrollar otras perspectivas científicas –simbiogénesis, mutaciones adaptativas- sobre la emergencia de las formas  en concretas teorías donde las fenomenologías complejas de los procesos de  organización, estructura, la información, el cognoscente o mente de los seres vivientes, su adaptabilidad y evolubilidad   y su continuo recursivo flujo sistémico ha devenido nuevas formas nuevos bioentes que sin proceder necesariamente de códigos genéticos anteriores o no heredados incorporan estos cambios y nuevas adaptaciones, nuevas formas, a la progenie y a su código genético. Edgar Morin así lo explica: “Estamos determinados en nuestros genes, no por nuestros genes, La aptitud de aprender, de adquirir, es la aptitud innata de adquirir aptitudes no innatas. Ambas cosas se suponen y oponen entre sí.”.

Aun sin clarificación plena de estos desafíos en los procesos biológicos, apenas en vislumbre de alguna mayor aprehensión científica, estamos desde hace ya unos pocos años extendiendo las conceptualizaciones morfogenéticas al entramado social humano, este otro también muy vasto (¿inagotable?) cosmos paralelo  que transcurre, según nos es cada vez más claro y revelado, en íntima y compleja interacción con todo el entorno biótico y abiótico de nuestro  Universo.

Dentro del vasto océano de la compleja dinámica social nos hemos atrevido a escoger el mimetismo social, intentando visualizarlo bajo la óptica de la complejidad morfogenética, como trabajo modular. El presente intento podrá resultar: 1) En una invitación, tal vez un simple aperitivo con algún sentido, a elaborar –por quien escribe o por otros eventuales interesados- más sobre este sesgo del que no he encontrado nada escrito a la luz de la Complejidad; 2) Un solemne sin-sentido, un disparate, para el que presento sinceras disculpas y no espero clemencia.

¿QUÉ ES MORFOGÉNESIS?

“Cada organismo es un ecosistema en sí mismo, no solo porque su organización es una complejísima red funcional integrada de estructuras, flujos y procesos, sino porque albergan también contingentes de otros organismos simbiontes.” – Edgar  Morin

“La vida cambia de continuo… para seguir siendo”

Es un fenómeno procesual complejo por el que emergen en los entes vivientes nuevos órdenes, cambios autogénicos, es decir generados desde sí mismos aunque en congruencia adaptativa con el medio o entorno en que operan,  para preservarse, ya sea cambiando para seguir siendo, o  seguir siendo cambiando y mantener su identidad, conservando  ciertas características.  Este proceso se extiende a los seres inanimados o no biológicos. De hecho, todo el universo ha sido modificado –ido cambiando de forma- por una puntuación morfogenética.

MORFOGÉNESIS SOCIAL

«La comprensión de las organizaciones humanas como sistemas vivos constituye uno de los retos fundamentales de nuestro tiempo» – Fritjoj Capra

En la aprehensión del proceso de complejidad social se añade a los componentes de la dinámica sistémica de la vida, a saber,  1) Proceso u Organización; 2) Estructura o Materia y, 3) Forma, una cuarta, la del Significado, que confiere una dimensión superior, metafóricamente fuera del plano en que operan las tres anteriores, pues involucra la consciencia e interpretación de  los nodos humanos individuales y  su conjunto de red en continua relación integradora-integrada.

Como en la biología, la ciencia de lo viviente, nos explica Edgar Morin “Las condiciones de vida no residen ni en el organismo ni en el medio exterior, sino en los dos a la vez.  Así también en la estructura y organización social no residen ni en el organismo individual o nodo ni en el medio exterior o red sino en los dos a la vez: la sociedad engendra al individuo y el individuo engendra a la sociedad.”

El complejo entramado social de grupos embebidos en otros grupos, enredados y transpuestos simultáneamente, es resultante de un dinámico proceso de morfogénesis social por el que las sociedades, a través de sus individuos y sectores,  operan en el continuo inter-relacional de estructura y cambio. La estructura social tiende a la creación o emergencia de  morfostasis, -cambios que una vez advenidos son más duraderos en el tiempo a través de sistemas de valores, creencias e imaginario compartidos, pero esta no podría sobrevivir sin el cambio, que ya adaptativamente, o emergiendo de manera abrupta, produce perturbaciones que alejando el flujo social del equilibrio estable genera nuevo orden que la realimenta y  reestructura.

De manera pues, que en la morfogénesis social se puede distinguir, aunque no escindir quirúrgicamente, la estructura social  y el cambio social. Las estructuras sociales son morfogenéticas porque tienen la posibilidad de cambiar de forma autónomamente (según su propia lógica interna), en respuesta a las perturbaciones de su entorno, y son capaces de realizar esa posibilidad justamente para seguir existiendo en tanto que estructuras. Los cambios sociales también son morfogenéticos porque trans-forman -y no simplemente degradan- la estructura en la que se producen.

En las dinámicas sociales coexisten dos tipos de cambios, degradativo y estructurante. El degradativo erosiona el sistema, conduciéndolo eventualmente a su extinción. El cambio estructurante suele tener como finalidad principal, precisamente, sobreponerse a los cambios degradativos que inevitablemente padece la estructura en el fluir sistémico.

EL MIMETISMO EN LA MORFOGÉNESIS SOCIAL

Los sistemas más organizados y los más complejos son los relativos a la vida y las sociedades humanas. Tal vez por ello entre los innumerables fenómenos complejos que tienen lugar y emergen del entramado de la organización humana como proceso social, el mimetismo sea uno de los que ha experimentado más co-evolución adaptativa y transformaciones transformadoras.

El mimetismo social en su acepción más amplia consiste  en procesos de absorción, imitación, de individuos o grupos que con intencionalidad consciente o no,  se asimilan a valores, creencias y usos, bien para conformarse a un grupo, emergente o no, o bien para absconder, encubrir o disfrazar significados valoraciones o imagen social no atrayentes u objetables en el contexto social.

¿Cómo se produce la mimética social? Por el flujo de  individuos, nódulos sociales que se auto-organizan en una red de atractores, conformando cuencas  que facilitan la emergencia de disposiciones epigenéticas, posibilitando  el comportamiento y apariencia, ya clónicas –parecerse a un grupo o individuos, sea en apariencia, creencias, o habla, ya  furtivas, menos detectables o identificables por otros grupos o conjuntos nodulares. Este proceso toma lugar tanto desde una vertiente consciente, o es inconscientemente embebido por conjuntos de individuos del tejido social al que pertenecen, siempre dentro de un contexto témporo-espacial y socio-cultural dados.  No es el propósito de este trabajo entrar en consideraciones teleológicas o éticas. Los porqués o paraqués no pueden formar parte de un proceso sistémico complejo viviente cuyas intricadas  relaciones inter, supra e infrasistémicas  son apenas en principio (y quizás nunca del todo) aprehensibles. Esa emergencia clónica o furtiva del mimetismo social a la vez afecta, cambia e influye en la totalidad del flujo sistémico social. Mas bien puede considerarse como  emergencia morfo-epigenética que operacionalmente funciona. Simplemente es, y es porque puede ser.

El mimetismo o simulación social procesual tiene características morfostáticas provenientes de una adaptabilidad  morfogenética resultante de las “necesidades” cognitivas de autopreservación,  que de acuerdo a Abraham Arkoff de la Universidad  de Chicago responden a necesidades básicas psico-sociales entre las que figuran la de filiación (Necesidad de pertenecer)  y la de dependencia (Necesidad de depender, ser dominado por algo mayor).

La morfogénesis social en su ámbito mimético camuflagelario, simulador, ha encontrado en las bifurcaciones de adaptación y evolución, justo en el borde del equilibrio o más allá, un transformarse para seguir siendo, que a la vez influye en su entorno o sistema mayor al que pertenece, retroactuando con estos y alejándose así de la  disolución o destrucción.

Esta morfogénesis mimética social  -mimetismo morfogenético- de la dinámica social responde a los mismos patrones mesurados ya advertidos en todo sistema viviente: Una rápida –en el tiempo- emergencia o conformación,  una relativa duradera morfostasis y una rápida desintegración o desaparición. Traslapando el término: son pulsaciones que emergen en lo social. Así, patrones de moda, de peinados y cortes de pelo,  prendas de vestir, de maneras de caminar y conducirse en público, de moldear y arreglar,  ya sea quirúrgicamente o mediante aditamentos, las partes anatómicas que mejor destaquen el atractivo y simulen pertenecer a un segmento de sociedad naturalmente mejor apreciado  o valorado o la convención social contextualizada de que estos le permitirán entrar y quedarse como pertenecientes a una segmento social más atrayente; así también el uso de símbolos  de posesión y afluencia aun a expensas de créditos insostenibles arruinados y tarjetas de crédito saturadas.

El advenimiento de tecnología de comunicación directa instantánea, en red, a través de dispositivos populares personales   ha conformado –además de todos los beneficios y utilidad que esta  brinda- un bucle recursivo simulatorio, de camuflaje social altamente eficaz que Fritjof Capra lo denomina ´tecnología de simulación´ debido a la paradójica condición de lograr comunicación íntima puntual, tanto visual, auditiva o textual, sin los otros componentes sensoriales, olor, sudor, sabor, tacto replanteado o transformado y sin el riesgo de la proximidad  presencial y los efectos de reacciones de sorpresa  o consecuencia. El fenómeno es más complejo cuando la comunicación, accidental o no, por redes se produce con individuos o  grupos de interlocutores cuyas identidades no son reales o han sido suprimidas. El mimetismo furtivo estaría escalando aquí nuevas e inéditas dimensiones de extensión y profundidad

¿Por qué algunas morfogénesis sociales devienen en más morfostáticas, es decir, más estables o duraderas?: Cabe concebir  –siempre consecuentes con las teorías de Rupert Sheldrake- que el resultado de estas stasis, en la que incluimos  el mimetismo social, han emergido de campos mórficos con más fuertes “atractores de forma”: Mientras que por un lado muchas de las modas, peinados y cortes de pelo, coyunturales frases callejeras,  canciones populares, son adoptadas por sociedades y subgrupos por corto tiempo, para luego fluir en otras emergencias, por otro, la música de grandes maestros, los espectáculos del Gran Teatro, el velo en países de religión islámica, ciertos estilos de construcciones,   temas de películas,  libros y novelas clásicas, el saco o chaqueta a dos botones, el calzado cerrado, han permanecido más  largamente. Aclaración necesaria es que los aditamentos, medios y conductas con que ejemplificamos los procesos mimético-sociales  no son aquí tomados en su acepción objetiva de ´cosas como tal´ sino en cuanto a significados al relacionarse los nodos y grupos sociales con estos, particularmente en su intención mimética.    Esa emergencia clónica o furtiva del mimetismo social a la vez afecta, cambia e influye en la totalidad del flujo sistémico social y determina una variación en el orden espontáneo social.

 Todo esto, fluye en lo social, como formas de intencionalidad ultraconscientes o, mejor dicho, transconscientes, es decir que van más allá  del  individuo, trascendiendo a la red o al grupo, sin dejar de ser causa y efecto uno de otro.

La autopoiesis social –es decir la creación o emergencia del individuo en la sociedad y de la sociedad en el individuo como ente social humano, son impulsadas simultáneamente por los gatilladores Voluntad Deseo y Emoción, interactuando embucladas una en otra  El mimetismo resulta de un complejo interrelacionar de actitudes y expectativas del individuo en su flujo como nodo social  y como conjunto en la aceptación y reconocimiento del y por el, otro,  que alejándose del equilibrio morfostático –cambio de flujo dinámico social, abandona un(os) atractor(es) de perfil (ya) indeseado (anterior status, jerarquía, imagen, reputación, estereotipo) para formar cuenca alrededor de nuevos atractores como  metas,  inserción y/o ascenso social, aceptación,  pertenencia a grupos, sectores, sociedades,  en esta dinámica compleja adaptativa.

No obstante lo fundamental del lenguaje, escrito y hablado en la morfogénesis social, las redes de los otros lenguajes como el corporal, también devienen morfogénesis miméticas, cambiando de manera casi irruptiva, en breve intervalos de tiempo, las maneras de interpretar, relacionarse e integrarse de individuos y grupos con grupos y organizaciones sociales mayores, y más complejas, influyéndolas, transformándolas y siendo a su vez recursivamente influidas emergiendo de continuo en este proceso nuevas “formas sociales”  tanto de convención como de mores, principios,  explicitados o tácitos

Los clubes exclusivos, las sociedades secretas y grupos clandestinos, son resultado de la complejidad sistémica del mimetismo excluyente o inverso donde los individuos buscan pertenecer e igualarse de manera casi indistinguible a sub culturas furtivas diferentes o contracorrientistas, – es decir, en contracorriente al flujo alrededor   de atractores prevalecientes, o con mayor cuenca de atracción en la  morfostasis social  témporo-contextual. Estas constituyen redes informales de mimetismo social.

Ejemplo de ello en nuestro país, son las naciones conformadas por grupos de jóvenes promediando entre 12 y 25 años, que establecen códigos de conducta apartados de valores éticos para los cuales juran y establecen jerarquías en las que el lenguaje toma nuevas significaciones en argot  que co-evoluciona conforme el entorno cambia.

Como nos explica Fritjoj Capra: “Las ideas, valores, creencias y demás formas de conocimiento generadas  por los sistemas sociales constituyen estructuras de significado que serían “estructuras semánticas”

MIMETISMO SOCIAL CLÓNICO

Cuando flujos procesuales de la compleja red social  empiezan a moverse en torno a atractores, como mayor status social o económico, de conocimiento, poder, de éxito, atractivos físicos y otros atributos, emergen formas que aparentan imitar o clonarse a otros grupos que sistémicamente ya fluyen alrededor de dichos atractores.

Los auto-considerados fuera de grupo o de sub-cultura social, que se invisten de formas que les haga lucir como insertos o parte del grupo, a manera de ejemplo, los pobres que dejan de comer para desplazarse en un más lujoso vehículo y o con vestimentas costosas de última moda; las moldeaduras corporales para lucir figuras mejor valoradas o más atractivas al contexto social prevaleciente; las cirugías estéticas, las de narices vientres, pechos y traseros y los blanqueamientos de piel; los ´looks´o apariencia intelectual, y mil otros, son parte  del mimetismo social clónico.

 Aunque la historia nos muestra la larga secularidad de tales expresiones, estos procesos, por los que los miembros de las sociedades procuran parecerse a aquellos otros miembros más exitosos, de mejor ver o más valorados,  no son nada nuevo: Las mujeres egipcias, hace más de tres mil años, todas negras,  de capilaridad rala o pelo hirsuto, usaban pelucas de pelos lacios. Las mujeres griegas con labios mustios, pálidos u opacos los pintaban con zumos concentrados de frutas rojas; varias culturas ameroindias, como la inca, deformaban  sus cráneos con tablillas en la frente hacia atrás para lucir más atractivos o pertenecientes quizá, a alguna desaparecida estirpe, o raza o era tal vez estereotipo de belleza formado en el común del contexto cultural  en la evolución de ese o esos pueblos. El alargamiento de las orejas y hueco del lóbulo de las orejas a través del uso desde la infancia de pesas colgantes y aditamentos insertos, la protuberación de labios por uso de prótesis-fijadoras en pueblos y tribus africanas, todos son manifestaciones mimético culturales que eran parte del proceso  de morfogénesis sistémico mimético.

De similar manera, más recientemente, y a partir del Renacimiento, el uso de corsés para esconder la protuberancia de vientre; las anchas enaguas envarilladas para disimular la escasez o poco lucimiento de caderas traseros o piernas y el uso de pelucas rizadas  tanto en hombres como mujeres. Modernamente, y hasta no hace mucho, el uso de pecheras en trajes de gala de hombres, para abultar los pectorales y, hasta el día de hoy, el uso de rellenos para hombreras en las chaquetas y sacos masculinos para realzar los hombros. Hoy en día el mimetismo social por modas se ha diversificado extraordinariamente:   Los tatuajes en brazos, manos pechos, partes íntimas,  los aditamentos usados con perforaciones (“piercings”) en labios, lengua, cejas, clítoris, todos como parte de un lenguaje social  restringido o generalizado. Las ropas y modas, para desvanecer la auto percibida  exclusión en el grupo al cual se desea conformar, ingresar. Todo ello en continua evolución crecimiento, crisis, y emergiendo en nuevas morfologías de apariencia, buscando de manera paradójica la pertenencia, al tiempo que la diferencia, con el entramado social.

MIMETISMO SOCIAL FURTIVO

«Es más dañino y depredador el lobo, cuando se viste de cordero.» – Proverbio popular

Las actitudes y conductas  tendientes a enmascarar un comportamiento social o imagen objetable o vetada, tales como las de ladrones,  timadores, estafadores, hipócritas, y simuladores forman parte del repertorio procesual furtivo; pero también las de diplomacia,  las de política, las de estrategas de guerra y de mercadeo, las de vendedores. El flujo conductual y de comunicación mimético-furtivo gira alrededor del camuflaje social, permitiendo significados que enmascaran los reales atractores que configuran la cuenca furtiva.

La diplomacia, el arte de la guerra y las negociaciones son resultado de extensas adaptaciones y coevolución  que desde remotos tiempos ha conformado una particular dinámica social humana, siempre en busca de ajustarse a las variantes de las condiciones externas, el entorno social y otros fenómenos naturales externos y a la restructuración interna de los grupos, sub grupos, sociedades, conforme a los flujos de  su reorganización.

El uso del lenguaje, que nos ha permitido aislarnos de la relación directa presa-depredador, ambiente-individuo, y muy especialmente de la agresividad del ambiente, es también, flujo esencial  para  lo furtivo: En la negociación, al salvar las apariencias, al utilizar el engaño, simular, mentir; todos forman parte de la formidable morfogénesis del conocer. La morfogénesis lingüística puede ser muy variada y experimentada en un mismo individuo que usa lenguaje familiar, barrial, laboral, gremial o partidario, regional, nacional, y las dicotomías de atractores diferentes y muchas veces alejados para cada uno de los grupos y niveles gregarios en que operan de manera casi simultánea este o estos individuos produce flujos y cuencas diversas, diferentes  en que el mimetismo fluye. Como ejemplo,  los dominicanos que en la segunda década del siglo XX emigraban de manera ilegal a Puerto Rico rápidamente aprendían e incorporaban como habla regular o cotidiana el acento y vocablos del hablante promedio puertorriqueño, a fin de no ser notada su extranjería. El uso de vocablos o dominicanismos que sin embargo persistían en usar los “domiricans” allí, produjo en el tiempo un flujo recursivo, un bucle de influencias revolventes, emergiendo nuevos acentos y vocablos que todavía siguen hoy día “coevolucionando” entre ambos grupos nacionales.  De la misma manera los haitianos que emigran a la República Dominicana, de manera legal o irregular, se esfuerzan por abandonar el fuerte acento creol francés e incorporarse al habla ordinaria del español dominicano, como táctica mimético-social. La complejidad toma cuerpo en este fenómeno pues al aprender a hablar español con acento dominicano, se diferencian en pronunciar con mejor dicción las consonantes y  los plurales,  con sus respectivas ´eses´, influyendo  así a los dominicanos nativos con los que se conectan en su entorno a esforzarse por pronunciar mejor el idioma nativo, en este embuclamiento morfogenético individuo-sociedad-lenguaje-conocimiento.

MIMESIS Y MODELOS

¿Que quién soy yo?

¿Acaso no lo ves?  ¡Yo soy Tú!

Ciertamente, que no podemos desdeñar la ineluctable influencia de modelos en la configuración o morfogénesis social así como en  la personalidad y en la orientación de metas y objetivos vitales y conductas éticas.  Estos modelos son atractores  alrededor de los que fluye tejido social cuya emulación bien puede conducir dinámicamente a emergencias morfogénicas estables o morfostáticas que tiendan a reorganizar el tejido social en nuevas estructuras que continúen operando en los continuos próximos posibles o bien desenhebren la trama social extinguiendo parte de este tejido con perturbaciones reversoras del contrato social contextualizado. La mimesis es parte de la mimética social y no puede ser considerada separada de ella, como pretenden algunos autores.

En el presente, como en el pasado, numerosos individuos o pequeños grupos han sido modelos gatilladores de rápidos cambios morfogenéticos sociales en prácticamente toda la geografía terrestre, siempre a través del flujo insustituible de la comunicación, ahora, como nunca antes, tan cercana e instantánea.

Jorge, el príncipe heredero al trono de Inglaterra, que gozaba de gran popularidad y admiración, por su seguridad y carisma, en 1910, tenía que asistir a una recepción oficial y al acudir a su sastre para recoger el traje que llevaría para la ocasión y ya cerca de la hora de inicio del compromiso, al llegar a pie a recogerlo en medio de un pertinaz aguacero, y decidiendo trasladarse igualmente caminando al cercano lugar del evento, no deseando que el pantalón del nuevo traje, que se pusiera allí mismo, se estropeara al caminar por charcos, le pidió al sastre que le hiciera un doblez a los ruedos y los planchara en forma tal que estos estuvieran un poco más altos. Al llegar con el nuevo detalle a la recepción, los asistentes mostraron gran sorpresa: En menos de una semana se impuso por mimesis-mimética el doblez  de pantalones en Londres y para el año siguiente la moda se había extendido al resto del mundo occidental, permaneciendo con grados de intensidad variable, hasta hoy día.

Indudablemente que en este particular fenómeno mimético social, se `pueden presumir otros precedentes complejos de contexto social que impulsaron el flujo hacia el atractor, en ese caso el heredero, con su nueva disposición de arreglo de indumentaria, necesitando quizá mayor clarificación la fuerte cuenca de atracción de  la mayoría de los países occidentales.

Una notable mimesis tuvo lugar en Latinoamérica y algunos países de África con el advenimiento de Fidel Castro,  cuando decenas de miles de jóvenes y adultos adoptaron el uso de barbas y/o gorra verde olivo militar como atuendo permanente en imitación mórfica y metafórica adscripción ideológica. Lo propio ocurrió con la emblematizada boina y barba de Ernesto –Ché-Guevara.

Las melenas del grupo musical Los Beatles constituyó un fenómeno de emergencia morfogenética  sin precedentes en el siglo XX: En  los países occidentales y en Asia decenas de millones de  jóvenes y adultos, en imitación a los símbolos de cambio y emergencia que contextualizó este cuarteto,  adoptaron el cabello largo, tendencia que en buena parte sigue hoy día.

En República Dominicana, el estilo discursivo del Prof. Juan Bosch, con cierto característico acento de un deje (suspensivo) y alguna parsimonia fue mimetizado por numerosos seguidores.

Puede mencionarse como ejemplos de modelos gatilladores de morfogénesis degradativas  al Ejército Islámico, ISIS,  como atractor de flujo mimético alrededor del  que personas de otras nacionalidades y religiones  fluyen.  Así también a grandes jefes de organizaciones criminales, con maquinaria sofisticada de tráfico de drogas,  exterminio selectivo de competidores y autoridades que los combaten, y que han producido  no desdeñables respuestas miméticas ante los atractores de imagen de poder, bienestar,  lujos extravagantes, placer y aparente invulnerabilidad, emergiendo en no pocos países y zonas grupos miméticos con similares aspiraciones.

CONCLUSIÓN

El mimetismo social, clónico o furtivo, es un fenómeno sistémico presente en todas las sociedades y  todos los tiempos. De manera generalizada y universal, todos los nodos humanos de una forma u otra, fluimos alrededor de algún estímulo atractor morfo-mimético.

Si bien no está claro un ´telos´ o propósito del mimetismo en los seres vivientes, recibiendo la interpretación lega de que son emergencias morfogenéticas de respuesta o adaptación a la dinámica presa-depredador para llevarla a un cambio próximo eficiente, el mimetismo social, con el componente integrado y embuclado de significado, que dimensiona el mimetismo social en ámbitos de Voluntad, Deseo y Emoción, es un proceso   que al igual que los sistemas nervioso e inmune correspondería a un equivalente epìgenético del sistema social humano adaptativo y de aprendizaje y junto con el lenguaje y la conciencia misma  constituirían procesos morfogenéticos-epigenéticos.

El mimetismo social pues, es un permanente flujo sistémico que hunde sus raíces en la morfogénesis social cuya estructura y organización cambia de manera congruente con la estructura del medio o entorno.

B.P.G

22 de abril. 2017.