Por: Laura Rathe

La morfogénesis o generación de la forma, viene del griego «morphê» que significa forma y «génesis» creación. La morfostasis viene de «morphê», forma y “stasis”, quietud y no puede existir la morfogénesis sin morfostasis (estabilidad dinámica previa del sistema). Pueden ser estudiadas desde diferentes campos del saber, como la biología, ecología, la arquitectura, la lingüística y otros, pero se requiere una mirada holística desde la complejidad para comprender esta dinámica compleja de procesos morfogénesis- morfostasis, que constituye un bucle inseparable, ya que la primera no puede ocurrir sin estabilidad dinámica previa del sistema, mientras que esta última no puede manifestarse si no es dentro de una estructura morfogenética específica.

En la Introducción a los Conceptos Básicos de la Teoría General de Sistemas, Arnold y Osorio (1998)[1] dicen que los sistemas complejos (humanos, sociales y culturales) se caracterizan por sus capacidades para elaborar o modificar sus formas con el objeto de conservarse viables (retroalimentación positiva). Se trata de procesos que apuntan al desarrollo, crecimiento o cambio en la forma, estructura y estado del sistema. Ejemplo de ello son los procesos de diferenciación, la especialización, el aprendizaje y otros. En términos cibernéticos, los procesos causales mutuos (circularidad) que aumentan la desviación son denominados morfogenéticos. Estos procesos activan y potencian la posibilidad de adaptación de los sistemas a ambientes en cambio.  La morfostasis son los procesos de intercambio con el ambiente que tienden a preservar o mantener una forma, una organización o un estado dado de un sistema (equilibriohomeostasisretroalimentación negativa). Procesos de este tipo son característicos de los sistemas vivos. En una perspectiva cibernética, la morfostasis nos remite a los procesos causales mutuos que reducen o controlan las desviaciones.

¿Cuál es el proceso morfogenético en una zona urbana en que se desarrolla y que la hace resiliente o propensa a desastres? Estas preguntas son importantes de responder para la gestión de riesgos urbanos.

Las ciudades y las zonas urbanas están compuestas por densos y complejos sistemas de servicios interconectados; y como tal, hacen frente a un creciente número de problemas que contribuyen al riesgo de desastres. La resiliencia y la reducción del riesgo de desastres deben formar parte del diseño y estrategias urbanas para lograr un desarrollo sostenible[2].

Los eventos socio-naturales peligrosos son las circunstancias que incrementan la ocurrencia de ciertos procesos o fenómenos (inundaciones, aludes, sequía, etc.), más allá de sus probabilidades razonables, debido a la interacción de eventos naturales los cuales se convierten en amenazas por las actividades humanas. No hay tal cosa como un desastre «natural», sólo peligros naturales.

De acuerdo con el manual realizado por la oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres sobre cómo desarrollar ciudades más resilientes[3], entre los principales factores de riesgo en el entorno urbano están “el declive de los ecosistemas debido a las actividades humanas como la construcción de carreteras, la contaminación, la recuperación de humedales y la extracción insostenible de recursos que ponen en peligro la capacidad de brindar servicios básicos como la regulación y la protección en caso de inundaciones, así como el crecimiento de las poblaciones urbanas y su densidad, que ejerce presión en los suelos y servicios, y origina el aumento de asentamientos humanos en tierras costeras, a lo largo de laderas inestables y en zonas propensas al riesgo”, entre otros.

Thomas Courtat, del Laboratorio de Materiales y Sistemas Complejos, CNRS, Universidad de París, y sus colegas, desarrollaron un modelo de la ciudad basado en su red de calles que permite analizar, manipular y explicar la morfogénesis de las ciudades. Dice Courtat “Las ciudades son organismos vivos. Están fuera de equilibrio, sistemas abiertos que nunca dejan de desarrollarse y a veces mueren. En resumen, el diseño actual de una ciudad es un paso en un proceso de morfogénesis en curso. Así, las ciudades muestran una gran diversidad de formas y ninguno de los modelos tradicionales a partir de gráficos aleatorios, la teoría de redes complejas o la geometría estocástica toma en cuenta los aspectos geométricos, funcionales y dinámicos de una ciudad en el mismo marco”. Este marco basado en la calle concilia los aspectos topológicos y geométricos del problema. A partir del análisis estático de varias ciudades francesas (topología de primer y segundo orden, anisotropía, escalamiento de calles) propone la hipótesis de que el desarrollo de una ciudad sigue una lógica de división / extensión del espacio. Propone un modelo dinámico que imita esta lógica y que a partir de simples reglas generales y unos pocos parámetros logra generar una gran diversidad de ciudades y reproducir las características generales. Las calles pueden crecer de forma dinámica en función de una serie de reglas que modelan el crecimiento orgánico de la ciudad[4].

Se diría que Courtat et al. han propuesto un invariante morfogenético autosimiliar transescalar (IMAT) para la ciudad a partir de una red de calles, con una propuesta geométrica. El IMAT, como lo propone Sotolongo[5], son conformaciones holísticas, de tipo matricial, cuyos integrantes materiales o particulares (locales) pueden variar sin que varíe por ello la entidad holística conformada como tal, que se mantiene similar a sí misma (autosimilar) a través de diferentes escalas (trans-escalar). Esto las capacita como unidades o bloques básicos de construcción para un nuevo nivel organizacional.

En el libro sobre la morfogénesis de la ciudad Narváez[6] desde la perspectiva de los hábitos de los ciudadanos, dice que “la ciudad parece ser un conjunto de soluciones espaciales (hábitos) que son reproducidos para generar un cierto grupo de organizaciones. Unas pocas pautas geométricas parecen guiar la producción espacial y es posible plantear que dadas las condiciones de producción de la forma urbana, sobre todo en los contextos en los que se produce sin control, no planificadamente, sería difícil que se establecieran modelos tan recurrentes en las soluciones que ahora observamos, al ser la ciudad una producción colectiva, supone que cada construcción individual, al acumularse, producirá una forma colectivamente gestada y que sería un resultado agregado, una geometría azarosa”[7]. Agrega que “pese a ello, es posible observar pautas, y más allá, es posible ver que estas pautas (patrones)se repiten en contextos bastante diversos y que son de tal modo poco variados que colaboran a establecer unas pocas pautas geométricas en las ciudades que ahora producimos, pese a que son hechas sólo a partir de los esfuerzos acumulados de los individuos, que no actúan simultáneamente sino mediante procesos que superan inclusive el tiempo de la vida de cada uno de los constructores”.

Narváez se pregunta acerca del proceso de morfogénesis de los territorios humanizados, encontrándose importantes paralelos con la génesis de la forma en otros ámbitos de la realidad. “¿Es la forma urbana, su origen y desarrollo, un caso más que pueda explicar la morfogénesis de los sistemas en la naturaleza? O, por el contrario, ¿la presencia e influencia de la conciencia abre un camino más en la investigación sobre la forma de los sistemas complejos?”[8], intenta explicar cómo en el ámbito de la morfogénesis de los objetos culturales, existe una ecología entre los imaginarios y la construcción física de los espacios humanizados.

El desarrollo y la resiliencia de los sistemas sociales, al igual que en los ecosistemas, solo resultan posibles mediante la integración. De acuerdo con Maturana (1997): “La competencia es constitutivamente antisocial, porque como fenómeno consiste en la negación del otro. No existe la “sana competencia” porque la negación del otro implica la negación de sí mismo al pretender que se valide lo que se niega. La competencia es contraria a la seriedad en la acción, pues el que compite no vive en lo que hace, se enajena en la negación del otro”.

La morfogénesis socio-tecnológica que no se integra al ecosistema que la mantiene no puede ser resiliente, es impuesta, por lo que, como diría Maturana, es constitutivamente antisocial. Muchas formas ecológicas se integran a las tecno-sociedades, como dice Fontenla Rizo (2017)[9], por lo general lo hacen “en forma de plagas: mosquitos, moscas, cucarachas, pulgas, garrapatas, ratas y toda su biota simbiótica microscópica (bacterias, protistas, virus).  Estas morfogénesis, a través de malas prácticas sociales, económicas y políticas, destruyen de manera global   formas y sistemas ecológicos, erigiéndose a sí mismas en iniciadoras de una extinción masiva de nuevo tipo. La rápida destrucción ecológica   imposibilita el desarrollo de bucles recursivos estabilizantes y el relleno oportuno de gradientes ambientales. Las repercusiones afectan a la biosfera en su conjunto, lo que a su vez agrava los efectos locales.”

Como añade Fontenla Rizo[10], “no existen procesos o eventos sin entornos, sin ambientes, la morfogénesis resulta también un proceso ecológico, un entorno eco-físico, eco-sistémico, eco-social o una combinación en-red-dada de todos”.

Con los riesgos cada vez mayores que presenta el cambio climático, el cambio del uso de la tierra, la deforestación, contaminación, aglomeración en ciudades, presión sobre los recursos hídricos, todo esto relacionado con niveles de pobreza e inequidad, ¿Cómo evolucionará su estructura y se comportará si se enfrenta a impactos hidro-meteorológicos cada vez más intensos? Desafortunadamente, la capacidad de adaptación, o resiliencia, rara vez se tiene en cuenta en los procesos de política urbana.

En el ensayo sobre la ley de potencia para las ciudades energéticamente eficientes y resilientes, Salat & Bourdic, 2011[11], proponen que la resiliencia de los tejidos urbanos es un indicador de la estabilidad de las ciudades y, por lo tanto, tiene una fuerte influencia en el valor económico a largo plazo, así como la resiliencia y eficiencia de los sistemas urbanos depende en gran medida de su complejidad.  Destacan que, en una ciudad muy densa y conectada con altos niveles de complejidad, la mezcla funcional permite ahorrar cantidades significativas de insumos (materiales, energía) y que los altos niveles de complejidad y densidad facilitan el manejo de las necesidades residuales en una economía circular optimizada por las redes inteligentes. El papel de la complejidad se hace aún más importante cuando las ciudades se enfrentan a tensiones exógenas o endógenas (escasez de energía y recursos naturales, cambio climático o crisis económica).

La urbanización masiva de regiones ecológicamente frágiles desequilibra el ecosistema no sólo ambiental, sino también el socius y el sensorium de la subjetividad (Peña Collazos, 2008)[12]. El paisaje natural es el excedente de la gran urbe contemporánea que, desde el territorio, traza sus contornos y, bajo la lógica del suplemento, completa la ciudad. El paisaje se mueve peligrosamente, se desplaza a medida que la ciudad avanza en su desbordamiento; se ejecuta algo así como una danza entre la ciudad y la naturaleza[13]. Como Peña Collazo, 2008, destaca, “el mito del desarrollo es una concepción reduccionista que asume el capital económico como el único motor necesario para cubrir todas las esferas de la vida natural, social, psíquica y moral, dejando de lado las implicaciones del capital social, el capital cultural, el capital humano y el capital simbólico, como claves olvidadas del desarrollo”.

De acuerdo con Quintero Bosetti (2016), la diversidad y cohesión social, donde todas las actividades humanas se entrelazan y reavivan el sentido de pertenencia en todos sus habitantes se fundamenta en el concepto de ciudades compactas. La respuesta para lograr la sostenibilidad de nuestras ciudades, además de reducir los impactos ambientales es, sin duda, aumentar los niveles de complejidad urbana: intercambio, mezcla de etnias, densificación, diversidad de usos y lograr la revitalización urbana[14].

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

ARNOLD, MARCELO, PH.D. Y FRANCISCO OSORIO, M.A. (1998) Introducción a los Conceptos Básicos de la Teoría General de Sistemas. Cinta moebio 3: 40-49.  Revista de Epistemología de Ciencias Sociales

www.moebio.uchile.cl/03/frprinci.htm

BATTY, M. (2009). Cities as Complex Systems: Scaling, Interaction, Networks, Dynamics and Urban Morphologies. In Encyclopaedia of Complexity and Systems Science. Springer.

COURTAT, THOMAS; CATHERINE GLOAGUEN, STEPHANE DOUADY (2010) Mathematics and Morphogenesis of the City: A Geometrical Approach. Orange Labs, France. Laboratoire Matiere et Systemes Complexes (MSC), UMR CNRS -Université Paris. DOI:  10.1103/PhysRevE.83.036106

FONTENLA RIZO, JORGE LUIS (2017) Laminarias Complejidad, sistemas dinámicos y morfogénesis.

NARVÁEZ, ADOLFO (2010) La morfogénesis de la ciudad. Elementos para una teoría de los imaginarios urbanos. Edition: 1, Publisher: Plaza y Valdés, S. A. de C. V.-Universidad Autónoma de Nuevo León, Editor: Plaza y Valdés, S. A. de C. V., ISBN: 978-607-402-157-8

PEÑA COLLAZOS, WILMAR (2008) Dinámicas emergentes de la realidad: del Pensamiento Complejo al Pensamiento Sistémico Autopoiético. Revista Latinoamericana de Bioética, vol. 8, núm. 2, julio-diciembre, 2008, pp. 72-87 Universidad Militar Nueva Granada
Colombia. ISSN (Versión impresa): 1657-4702

QUINTERO BOSETTI, MARIAELISA (2016) Compacidad Urbana: Estrategia Metodológica en pro de la Complejidad de las Ciudades. Revista de Urbanismo N°35 – diciembre 2016. Departamento de Urbanismo – FAU – Universidad de Chile. ISSN 0717-5051 http://revistaurbanismo.uchile.cl

SALAT, SERGE; BOURDIC, LOEIZ (2011). «Power Laws for Energy Efficient and Resilient Cities». Procedia Engineering. 21: 1193–8. doi:10.1016/j.proeng.2011.11.2130.

SOTOLONGO, PEDRO LUIS (). Complejidad y morfogénesis: De las propiedades de los sistemas a la existencia misma de tales sistemas. Instituto de Filosofía de La Habana, Cuba.

UNISDR (2012) Cómo desarrollar ciudades más resilientes. Un Manual para líderes de los gobiernos locales Una contribución a la Campaña Mundial 2010-2015 Desarrollando ciudades resilientes – ¡Mi ciudad se está preparando! Ginebra, marzo de 2012. Naciones Unidas.

UNISDR (2015) Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030. 9-11 Rue de Varembé CH 1202, Ginebra Suiza.

[1] ARNOLD, MARCELO, PH.D. Y FRANCISCO OSORIO, M.A. (1998) Introducción a los Conceptos Básicos de la Teoría General de Sistemas. Cinta moebio 3: 40-49.  Revista de Epistemología de Ciencias Sociales

www.moebio.uchile.cl/03/frprinci.htm

[2] UNISDR (2015) Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030. 9-11 Rue de Varembé CH 1202, Ginebra Suiza.

[3] UNISDR (2012) Cómo desarrollar ciudades más resilientes. Un Manual para líderes de los gobiernos locales Una contribución a la Campaña Mundial 2010-2015 Desarrollando ciudades resilientes – ¡Mi ciudad se está preparando! Ginebra, marzo de 2012. Naciones Unidas.

[4] COURTAT, THOMAS; CATHERINE GLOAGUEN, STEPHANE DOUADY (2010) Mathematics and Morphogenesis of the City: A Geometrical Approach. Orange Labs, France. Laboratoire Matiere et Systemes Complexes (MSC), UMR CNRS -Université Paris. DOI:  10.1103/PhysRevE.83.036106

[5] SOTOLONGO, PEDRO LUIS (). Complejidad y morfogénesis: De las propiedades de los sistemas a la existencia misma de tales sistemas. Instituto de Filosofía de La Habana, Cuba.

[6] NARVÁEZ, ADOLFO (2010) La morfogénesis de la ciudad. Elementos para una teoría de los imaginarios urbanos. Edition: 1, Publisher: Plaza y Valdés, S. A. de C. V.-Universidad Autónoma de Nuevo León, Editor: Plaza y Valdés, S. A. de C. V., ISBN: 978-607-402-157-8

[7] Op. Cit. NARVÁEZ, ADOLFO, 2010.

[8] Op. Cit. NARVÁEZ, ADOLFO, 2010.

[9] FONTENLA RIZO, JORGE LUIS (2017) Laminarias Complejidad, sistemas dinámicos y morfogénesis. .

[10] Op.Cit. FONTENLA RIZO, JORGE LUIS (2017)

[11] SALAT, SERGE; BOURDIC, LOEIZ (2011). «Power Laws for Energy Efficient and Resilient Cities». Procedia Engineering. 21: 1193–8. doi:10.1016/j.proeng.2011.11.2130.

[12] PEÑA COLLAZOS, WILMAR (2008) Dinámicas emergentes de la realidad: del Pensamiento Complejo al Pensamiento Sistémico Autopoiético. Revista Latinoamericana de Bioética, vol. 8, núm. 2, julio-diciembre, 2008, pp. 72-87 Universidad Militar Nueva Granada
Colombia. ISSN (Versión impresa): 1657-4702

[13] Op.Cit. PEÑA COLLAZOS, WILMAR (2008)

[14] QUINTERO BOSETTI, MARIAELISA (2016) Compacidad Urbana: Estrategia Metodológica en pro de la Complejidad de las Ciudades. Revista de Urbanismo N°35 – diciembre 2016. Departamento de Urbanismo – FAU – Universidad de Chile.