Por: Olga Basora

INTRODUCCIÓN

Este documento trata de evidenciar la importancia de las expresiones locales en el desarrollo de la resiliencia de un sistema.

Inicia con una breve descripción de las acciones desarrolladas a nivel mundial en relación al cambio climático y la sostenibilidad.  Continúa con una exposición sobre cambio climático y vulnerabilidad, enfatizando en los índices correspondientes a la República Dominicana y la ciudad de San Pedro de Macorís. Luego se examinan algunas de las acciones en favor de la resiliencia y la sostenibilidad desde diferentes ámbitos y se muestra un proyecto de los que se realizan en la zona este del país.  Se finaliza reflexionando sobre el papel de la educación y las universidades en los momentos actuales en que hace necesario construir resiliencia.

1 REFLEXIONES INICIALES

El mundo se ha ido transformando de manera acelerada en los últimos años.  La humanidad ha observado, algunas veces con preocupación y muchas otras con consternación las consecuencias del crecimiento económico ilimitado, que como señala Enrique Leff (2004)[1] ha desterrado a la naturaleza y a la cultura de la producción.

Amparado en la globalización y el capitalismo llamado “salvaje”, se han corrompido los procesos políticos, se han violentado los derechos humanos, se ha destruido la estructura productiva, se han disminuido considerablemente las fuentes de empleo y se ha degradado el medio ambiente.  Las secuelas no se hacen esperar, se presentan en forma de sequía o de grandes lluvias, de frío o de calor extremo, de reducción del hábitat para vegetales, animales y humanos.  En este macro proceso, al que se le ha llamado cambio climático, se engloban los cambios producidos en las características climáticas como la temperatura, precipitación, cambios en los patrones de vientos y frecuencia, así como la intensidad de eventos extremos y el temido calentamiento global.

Cuando se comenzó a percibir que el uso indiscriminado y continuo de los recursos naturales podía tener consecuencias funestas para la raza, se inició una serie de investigaciones para tratar de determinar posibles causas y sus consecuentes soluciones.

En 1987, la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo sacudió al mundo “civilizado” con el término «desarrollo sostenible», usado en el informe “Nuestro Futuro Común”.  Este informe, también conocido como “Informe  Brundlant”, en honor a su directora Gro Harlem Brundtland, ex primera ministra de Noruega, examinó las situaciones relacionadas al medio ambiente y el desarrollo y formuló propuestas para su abordaje, desde  nuevas formas de cooperación internacional hasta el aumento de los niveles de comprensión y compromiso tanto individual como colectivo.

En 1992, basado en el informe Brundlant, se llevó a cabo en Río de Janeiro la Cumbre de la Tierra. En ella, se negoció un plan de acción global para el desarrollo sostenible con el nombre de Agenda 21.  Este plan, emergido del consenso de 178 países participantes, ha servido como base en las acciones de la mayoría de los gobiernos y organizaciones, ha reflejado el compromiso y la cooperación asumida en relación al medio ambiente y el desarrollo sostenible.

Otro paso importante en la conceptualización y aplicación del desarrollo sostenible se llevó a cabo en la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible celebrada en Johannesburgo en 2002.  En ella se oficializó la integración de los aspectos sociales, medio ambientales y económicos como los tres pilares de la sostenibilidad (Carol Franco, 2017)[2].  Para lograr la sostenibilidad ambiental es indispensable la buena salud del ecosistema, pero el cambio climático está contribuyendo al desarrollo de cambios irreversibles como la perdida de hábitats y especies, lo que evidencia la integración holística de los enfoques en necesidad de sostenibilidad y cambio climático.

Es con esta comprensión que, a finales del 2015, se lleva a cabo en Paris la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, donde por primera vez la casi totalidad de los países del orbe, acuerdan tomar acciones en favor de la disminución del calentamiento global.  Sin embargo y a pesar de este acuerdo de trabajo conjunto, estudios ambientales, sociales y económicos revelan que muchos de los impactos más desfavorables del proceso que acompañan al cambio climático, se presentan en los países en vías de desarrollo donde las situaciones de vulnerabilidad son mayores.

2 CAMBIO CLIMÁTICO Y VULNERABILIDAD

En la medida en que se profundiza en el razonamiento, se imbrica más los conceptos de cambio climático y vulnerabilidad, como par dinámico que afecta el desarrollo sostenible.

Pero, en esa misma medida, se hace imperativo el desarrollo de actividades que interrelacionen la sostenibilidad de los ecosistemas con el bienestar de las personas que influyen en ellos.

Acorde al IPCC (2007)[3], el cambio climático se refiere a cualquier cambio en las características del clima en el tiempo debido a la variabilidad natural o como resultado de la actividad humana.  Evidencia de su presencia, se puede observar en el aumento del nivel del mar, el aumento de las precipitaciones e inundaciones, así como grandes sequías, la disminución de las áreas de cobertura de nieve y extensión del hielo marino, el deshielo del permafrost, eventos climáticos cada vez más extremos más intensos y más frecuentes.  Entre las consecuencias más visibles, se encuentra el riesgo para el sostenimiento de la biodiversidad, los problemas de salud y las pérdidas económicas, entre otras.

Al estudiar el cambio climático en un sistema, se observan diferentes niveles de incapacidad para afrontar sus efectos adversos. Ésta, junto a la variabilidad del clima y los fenómenos extremos se conceptualiza como vulnerabilidad al cambio climático. (IPCC, 2007)[4]. Así, la vulnerabilidad de una región, lugar o país dependerá del carácter, magnitud y rapidez del cambio climático a que esté expuesto el sistema, de su sensibilidad a las perturbaciones y de su capacidad de adaptación.

El índice de vulnerabilidad es una herramienta que se utiliza para identificar y categorizar el nivel de vulnerabilidad de un espacio físico compuesto por tres índices de riesgo diferenciado: el riesgo a la exposición a fenómenos (50%), a la sensibilidad (25%) y a la capacidad de adaptación (25%).  Para su evaluación comparable cuantificada, estos índices de riesgo se presentan en una escala de 0 a 10, donde los más bajos representan el mayor riesgo y los más altos menores riesgos.  La interpretación de los valores abarca cuatro categorías de riesgo: De 0 a 2.5 se considera riesgo extremo, encima de 2.5 a 5 riesgo alto, sobre 5 hasta 7.5 riesgo moderado y por encima de 7.5 hasta 10 riesgo bajo.

En el ranking de vulnerabilidad de los países en el mundo del año 2014 (CAF, 2014)[5], la República Dominicana presenta un índice de exposición de 2.28, un índice de Sensibilidad de 0.76 y un índice de capacidad adaptativa de 2.31.   La ponderación de éstos índices arroja como resultado un índice de vulnerabilidad al cambio climático de 1.01, lo que coloca al país caribeño en la categoría de riesgo extremo.  El mismo fenómeno se evidencia en la mayoría de las ciudades del país.  En San Pedro de Macorís, ciudad sede del proyecto, el índice de vulnerabilidad al cambio climático es de 0.62.

Si se quisiera mejorar los niveles de vulnerabilidad, es necesario mejorar los valores de los índices que lo componen. La vulnerabilidad depende de la exposición a perturbaciones o tensiones externas, la sensibilidad a la perturbación y la capacidad de adaptación (Lampis, 2013)[6].  Sin embargo, cambiar los niveles de exposición y de sensibilidad en la mayoría de las veces es casi imposible, el mejoramiento del índice de vulnerabilidad se pudiera lograr mejorando la capacidad de respuesta.

Esta capacidad de respuesta puede ser considerada en dos ámbitos de acción.  La primera, también llamada capacidad de afrontamiento del sistema, se manifiesta a corto plazo y se relaciona con la capacidad de sobrevivir.  La segunda o capacidad adaptativa, se manifiesta a largo plazo a través de ajustes sostenibles del sistema, moderando daños potenciales, aprovechando las oportunidades y haciendo frente a las consecuencias de las transformaciones que se producen como consecuencia de su vulnerabilidad.

3 MEZCLANDO RESILENCIA Y EDUCACIÓN

Un concepto íntimamente relacionado con la adaptación es el de resiliencia.  Dentro del gran número de conceptualizaciones que existen, en este trabajo se preferencia el enunciado por Holling y Gunderson (2002)[7]  como la capacidad de un sistema para absorber las perturbaciones o la magnitud de la perturbación que puede ser absorbida antes de que un sistema cambie su estructura, a través de las variables y los procesos que controlan el comportamiento.  Por tanto, la resiliencia, como capacidad de amortiguamiento o de absorción de perturbaciones, influye en el funcionamiento del sistema y a la vez es influida por la diversidad del ecosistema.  Common y Perrings (1992)[8] afirman, desde la Economía Ecológica, que la resiliencia es la clave de la sostenibilidad en el sentido más amplio.

Los estados y los organismos internacionales juegan un importante papel en el aumento de la resiliencia de las regiones y países, sin embargo, junto con esas soluciones globales, se hace necesaria la presencia de innovadoras soluciones locales.  Estas últimas son responsables de sensibilizar los grupos sociales y propiciar un cambio de comportamiento en los individuos.

En la República Dominicana, aunque todavía escasa, es ya visible la responsabilidad social empresarial o corporativa.  Se pueden citar honrosos ejemplos en algunas instituciones, como es el caso del intercambio de desechos plásticos por comida que ejecuta de manera sistemática Banreservas a orillas del río Ozama, o el eco-envase, innovación tecnológica de Polyplas Dominicana que reduce un 30% en el peso de la botella de plástico y la huella de carbono, además de mejorar su reciclabilidad.

Cabría preguntarse: ¿Como se está comportando el sector educativo? ¿Qué están haciendo las universidades dominicanas? Se expone una experiencia a continuación.

La Universidad Central del Este –UCE, es una universidad enclavada en la ciudad de San Pedro de Macorís en la República Dominicana que cuenta con una prestigiosa Escuela de Medicina.  Como universidad abierta a una comunidad deprimida económicamente, la misión de la Escuela de Medicina está altamente relacionada con responsabilidad social de la Universidad, por lo que muchas de sus clases están enfocadas a la práctica comunitaria y a la salud pública.

La práctica de la asignatura de Epidemiología, que se realiza de manera continua en los bateyes aledaños a la ciudad, ha incidido en la capacidad de respuesta de esas comunidades deprimidas.  El proceso de enseñanza-aprendizaje se desarrolla a través de la investigación cualitativa usando mayormente la estrategia de indagación llamada fotovoz.  Esta técnica, basada en la metodología de Paolo Freire que usa la fotografía o el dibujo para el fomento del diálogo, fue desarrollada a principio de los 90´s por Caroline Wang y tiene como objetivo principal utilizar la fotografía como medio central de expresión, a la vez que mostrar la realidad que se quiere intervenir.

Entre los resultados más relevantes del uso de ésta técnica en la UCE se encuentra la creación de oportunidades para propiciar la reflexión sobre las condiciones socio-ambientales que contribuyen a desarrollar o agravar los problemas locales.  También, el fomento a la creatividad en todos los participantes; así como la focalización en la causa – raíz de las situaciones observadas y los procesos a desarrollar para disminuir su impacto y aumentar los niveles de resiliencia.  Para ello, se toma en cuenta el trabajo con la diversidad, modularidad y realimentación del sistema intervenido.

Los proyectos estudiantiles son liderados por el Dr. Goldny Mills y pueden ser observados en las redes sociales.  Muestras de muchos de los trabajos se evidencian en el Facebook  (Mills, 2017)[9]

4 UN PROYECTO LOCAL EN FAVOR DE LA ADAPTACIÓN

Como la mayoría de las prácticas que se realizan en la clase, en favor del mejoramiento del nivel de resiliencia de las comunidades intervenidas son exitosos, tanto para los estudiantes como para los lugareños, algunas universidades extranjeras se han trasladado a la UCE para observar el desarrollo de los proyectos.   En algunas ocasiones, estas universidades visitantes solicitan participar y los estudiantes de esas universidades trabajan junto a los de la UCE.

Este es el caso del proyecto “Iniciativa de riesgos de salud ambiental en comunidades en los Estados Unidos que, en pleno siglo XXI están sujetas a los mismos peligros ambientales que comunidades de países en vías de desarrollo”.  Participaron junto a la UCE  la  Universidad del Sur de la Florida, Tampa  y la Universidad de Texas, Valle de Río Grande y lo interesante del mismo es que,  además del desarrollo de la técnica de fotovoces,  se realizó una observación comparativa entre los bateyes intervenidos en San Pedro de Macorís y las “colonias” asentadas a lo largo de la frontera Texas – México.

Aunque las colonias y los bateyes tienen diferencias y varían en población e infraestructura, ambas tienen carencias en lo que son las necesidades básicas, como electricidad, agua potable, calles asfaltadas, sistema de alcantarillado, plantas de tratamientos de aguas negras. Estas comunidades también tienen en común, el acceso limitado  a las escuelas y a los servicios sociales y de salud. Las condiciones de vida de estas comunidades son extremadamente difíciles debido al alto nivel de desempleo y la extrema pobreza. La pobre infraestructura y un medioambiente peligroso en muchas de estas comunidades las expone a daños, infecciones tales como el cólera y propagación de vectores que transmiten parásitos y virus y que pueden causar enfermedades infecciosas, tales como la malaria,el dengue, el zika y la chikunguya.

Entre los objetivos principales del proyecto se citan: Identificar algunos de los peligros ambientales a los que las personas que viven en colonias y bateyes están expuestos s través de videos y fotografías, proveer una plataforma para la discusión critica entre estudiantes de medicina y epidemiologia acerca de los hallazgos definidos en las fotografías y videos, empoderar a los miembros y líderes de las comunidades para identificar soluciones sustentables y diseñar programas para mejorar la salud y la calidad de vida de estas comunidades y el no menos importante de sensibilizar a nivel internacional a los hacedores de políticas públicas para estimular el cambio.

Los peligros ambientales detectados fueron varios.  En relación a las condiciones sanitarias se encontró falta de sistemas de drenaje y de tratamiento de aguas negras que puede conducir a inundaciones con aguas contaminadas incrementando el riesgo de ahogamiento.  Además, daños y exposición a agentes infecciosos, así como acumulación de basura que puede producir e incrementar la emisión de gases tóxicos, olores dañinos y puede atraer animales que produzcan daños o expandan enfermedades.

En lo referente a seguridad e infraestructura pudo constatarse falta de habilidad para construir  casas  debido al uso de materiales de construcción inadecuados incrementando así daños potenciales y posibilidad de envenenamiento. Además, daños físicos tales como exposición a residuos de madera y metales que pueden provocar caídas, heridas, infecciones y derrumbes accidentales. Y también piscinas descubiertas incrementando el riesgo de ahogamiento.

En relación al suministro de agua, los hallazgos fueron: aguas estancadas de múltiples fuentes, algunas de ellas neumáticos viejos, latas de basura descubiertas que pueden ser criaderos de mosquitos y larvas. Los bateyes y las colonias tienen el vector que trasmite el virus de la malaria, dengue, zika y chickunguya. También, se detectó que la escasez de agua corriente fuerza a las personas a almacenar aguas en envases inapropiados lo que incremente el riesgo y la incidencia de enfermedades producidas por aguas contaminadas.  Por último se evidenció carencia de fuentes de aguas para cocinar, bañarse y beber.

Las fotografías fueron reveladas y clasificadas en: Seguridad y daños estructurales incrementando el riesgo de caídas, heridas, quemaduras, envenenamiento y ahogamiento.  fuentes de agua para tomar, bañarse y cocinar. Aguas estancadas que pueden ser criaderos de mosquitos. Y por último higiene y sanidad- disposición de la basura y de aguas cloacales.

Se desarrolló un proceso de retroalimentación entre los participantes y a las comunidades donde se compartió sobre  las similitudes en la exposición a daños y las posibles soluciones.  Se realizó además un reporte escrito describiendo los hallazgos, posibles soluciones y recomendaciones para prevenir o eliminar los peligros ambientales.

El proyecto fotovoces proveyó una comparación sobre peligros ambientales en  países desarrollados y países en vía de desarrollo. Las fotos y los videos revelaron que los residentes en los bateyes y las colonias están expuestos a casi idénticos peligros ambientales que pueden impactar profundamente la salud y el bienestar de los miembros de las comunidades. Muchos de estos peligros incluyen residuos sólidos, aguas estancadas y estructuras físicas inestables.

El proyecto fotovoces revelo muchas similitudes y oportunidades de involucrar estudiantes de medicina y epidemiologia de las tres universidades para desarrollar estudios sobre daños ambientales en viviendas y vecindarios y diseñar programas de educación. Para aprender y proveer educación a los miembros de las comunidades acerca de los efectos sobre la salud asociados a la exposición a peligros identificados y potenciales y trabajaran en equipo desarrollando soluciones sostenibles para estos problemas.

Como valor agregado se puede considerar el incremento de conocimiento, la toma de conciencia y la colaboración en la reducción de la exposición a peligros ambientales para mejorar la salud humana.  El poster realizado sobre dicho proyecto puede ser consultado en internet[10] en la dirección: https://www.eposters.net/poster/usf-utrgv-uce-photovoice-project-health-initiative-in-underserved-communities-in-the-united-states.

 

REFLEXIONES FINALES

En los sistemas con un nivel de exposición alta, como es el caso de las islas caribeñas, es necesaria la construcción de resiliencia si es que se quiere disminuir la vulnerabilidad.   La participación del estado y de los organismos internacionales es fundamental, sin embargo, en los países con un alto nivel de vulnerabilidad como la República Dominicana, se hace indispensable el mejoramiento de las normas, costumbres y hábitos de la población.  Se necesitan mejores prácticas. Se necesita una nueva cultura de convivencia.

El sistema educativo y muy especialmente las universidades pueden jugar un papel importante en la promoción y sostenimiento de esta nueva cultura. Entre otras cosas, pueden contribuir a través de la concienciación sobre los riesgos del consumo excesivo y la dilapidación de recursos, a través de la práctica de la cultura de la paz y del fomento del respeto a los sistemas sociales, tecnológicos y ecológicos.

El calentamiento global está proporcionando a la humanidad la posibilidad de mejorar, de unirse para desarrollar sistemas que propicien el cuidado y el amor hacia el medio ambiente, pero también hacia los demás, hacia las comunidades. Ese es quizás su único beneficio.  En estos momentos, la situación medioambiental está lanzando una alerta, nos está poniendo en una bifurcación, quizás como nunca antes en la historia humana y parece ser que la clave está en la resiliencia y en la sostenibilidad.  Es tiempo de cambiar.

 

BIBLIOGRAFÍA

[1] Leff, Enrique (2004).  Saber ambiental, sustentabilidad, racionalidad, complejidad y poder (4ª Ed.), México. Siglo XXI, PNUMA y UNAM.

[2] Franco, Carol (2017).  Cátedra: Maestría en Pensamiento y Ciencias de la Complejidad en IGLOBAL.  Santo Domingo.

[3] IPCC (2007). Contribution of Working Group II to the Fourth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change, 2007. Parry, M., Canziani, O., Palutikof, J., van der Linden, P. y Hanson, C. (eds). Cambridge University Press, Cambridge, Reino Unido. Recuperado de: http://www.ipcc.ch

[4] IPCC (2013). Climate Change 2013: the Physical Science Basis. Contribution of Working Group I to the Fifth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change. Stocker, T.F., Qin, D., Plattner, G.-K., Tignor, M., Allen, S., Boschung, J., Nauels, A., Xia, Y., Bex, V. y Midgley, P. (eds.), Cambridge University Press, Cambridge, Reino Unido y Nueva York, NY, EE.UU. Recuperado de: http://www.ipcc.ch

[5] CAF (2014). Índice de vulnerabilidad y adaptación al cambio climático en la región de América Latina y el Caribe. Caracas: CAF. Recuperado de:

http://scioteca.caf.com/handle/123456789/517

[6] Lampis, Andrea (2013). La adaptacion al cambio climatico: el reto de las dobles agendas. Cambio Climatico, Movimientos Sociales y Politicas Publicas: una Vinculacion Necesaria. Santiago de Chile. Ed.J. Postigo, CLACSO.

[7] Holling, C.S. y Gunderson, Lance, 2002: “Resilience and Adaptative Cycles” en Gunderson, Lance y C.S. Holling (Eds.): Panarchy: understanding transformations in human and natural systems (25-62), EE. UU. Island Press.

[8] Common, M., Perrings, C., 1992. Towards and ecological economics of sustainability. Ecological Economics en ScienceDirect. Volumen 6, No. 1 (7-34). Recuperado de: http://www.sciencedirect.com

[9] Mills, Goldny (2017).  Página de Facebook.  Recuperado de: https://www.facebook.com/search/posts/?q=goldny%20mills

[10] Santos, A., Zeager, M., Nelson, R., Mills, G. (2017). Poster. Recuperado de: https://www.eposters.net/poster/usf-utrgv-uce-photovoice-project-health-initiative-in-underserved-communities-in-the-united-states