Por: Yildalina Tatem Brache
- Ética de la Complejidad
La complejidad sugiere que la sociedad o cualquier objeto de estudio es más que la suma de las partes. Nos coloca en la necesidad de saber que un conjunto posee una realidad independiente de sus componentes y una finalidad en sí mismo.
La ética compleja permite reconocer, que sin desmerecer lo conseguido por el conocimiento lineal, no es posible dar respuesta a las imbricaciones y situaciones en-redadas de la existencia, dejando fuera todo lo que no cabe en el modelo. Siguiendo solamente la lógica de los imperativos racionales estudiados desde el método científico, no es posible dar respuesta, por ejemplo, a los fenómenos sociales y a atmosféricos.
La explicación del trilema de Munchausen en la búsqueda de la verdad o de un saber verdadero, es muy ilustrativa. Los obstáculos de buscar “lo verdadero” independiente a las circunstancias históricas concretas en que fue establecida esa verdad. Fundamentar la “universalidad” en un pensamiento epocal y un quehacer específico y unas personas específicas: “la ciencia y los científicos”. No son suficientes, se ha recorrido un largo trecho, que pasa por variadas aproximaciones y vías en la búsqueda. En ese recorrido, hemos llegado a la ética compleja, para hacernos mirar, la necesidad de “tomar en cuenta, todo lo que sucede, en consecuencia, debe ser tomado en cuenta”.
Con anterioridad al pensamiento y ciencia de la complejidad, estos asuntos habían sido abordados. La necesidad de reconocernos y conocernos, ha estado presente en otras propuestas éticas, la Teología de la liberación y el feminismo son dos ejemplos válidos, encaminados a ese nuevo mirar y aproximarse al mundo. La complejidad abre el círculo y propone una ética para el quehacer científico y humano desde una óptica holística y transdisciplinar en la búsqueda de la aprehensión de lo humano. Yo la asumo como una gran oportunidad en el camino de la comprensión de los planteamientos feministas.
El campo de la ética y su plasmación en la construcción de la nueva moral que necesita el mundo, en mi punto de vista es fundamental y urgente, si queremos lograr la transformación que conduzca al “mundo mejor posible”. Si trascendemos la “pretendida neutralidad” axiológica del conocimiento y del comportamiento. Y aprendemos a considerar la incertidumbre, como una vía para retomar “el circuito natural de la vida”; asumiendo este circuito natural como un espacio en que, al reconocer nuestra legitimidad, tengamos la capacidad de reconocer al otro/a como legitimo/a (Maturana). Y desde ahí contextualizamos nuestras valoraciones reconociendo condicionamientos de nuestra “tradición civilizatoria”, en la búsqueda de una nueva civilización y reconocimiento del planeta como nuestra patria, la complejidad se convierte posiblemente en el mejor aliado del feminismo. Es más, me propongo trabajar en una reflexión de que la complejidad es feminista.
Según Edgar Morín, la ética de la complejidad, es dialógica, debe hacer frente a la ambigüedad. Está expuesta a la incertidumbre del resultado. Es una ética de la comprensión y comprender implica, necesariamente reconocer la diversidad y complejidad humana. Siguiendo a Patricia Romero (2012), “…la física cuántica y la cosmofísica, así como de las reflexiones epistemológicas derivadas en autores como Popper, Kuhn o Feyerabend que mostraron que la ciencia ya no era certeza sino hipótesis y que existía lo no científico (paradigmas, postulados) en el seno mismo de la ciencia y, confluyendo con esta revolución, la revolución sistémica de las ciencias de la tierra y la ciencia ecológica, cuya prolongación epistemológica pretende ser la obra de Morín, apreciamos, como decimos, un cambio de rumbo en el pensamiento, la conveniencia o, mejor, la necesidad de un cambio profundo y radical del modo en que conocemos, en que aprehendemos la realidad, un cambio de paradigma epistemológico capaz de albergar un pensamiento el cual, a su vez, pueda afrontar sin reduccionismos nuestra realidad y pensarse a sí mismo sin desligarse de su praxis, una meta epistemología crítica y con vocación ecológica”.
Morín, explica como desde el pensamiento complejo se hace natural reconocer la incertidumbre y somos capaces de “darnos cuenta” de la necesidad de contextualizar y reconocer la singular, lo individual y lo concreto, sin limitarse, sino logrando además reconocer el complexus.
La complejidad permite aprehender un paradigma no “simplificante” para aceptar validez sin que sea necesario el principio de universalidad. Y construir una “inteligibilidad” que surge de lo local. Reconoce la variable tiempo y su reversibilidad. La necesidad de unir el conocimiento de las partes, al conjunto. La auto organización y la causalidad compleja. Las interacciones con el entorno y el humano. Y el reconocimiento de los límites de la lógica y sus posibles contradicciones.
Esa “invitación” a considerar la complejidad del problema que se estudia, ese reconocimiento del todo como un elemento diferente a sus partes, que permite asumir la multidimensionalidad de la existencia, lo considero central al feminismo. Estudiar la subordinación y la discriminación de por lo menos la mitad de la población, reconocer las fundamentaciones en la biología que permitieron construir un imaginario social, cultural, histórico e institucional que justifica la subordinación y la discriminación contra las mujeres; si lo explicamos desde una aproximación compleja, estoy convencida de que puede hacernos avanzar todavía más en la que considero fue la mayor revolución del S.XX: la obligación insoslayable de reconocer los derechos de la mujer como derechos humanos.
Lograr arrancar a la ciencia “su vocación dominadora y manipuladora”, puede ser fundamental para arrancar a la humanidad esa necesidad de construir las relaciones desde un poder que domina y avasalla.
Morín, al establecer un imperativo ético implicando la necesidad de reconocer la identidad humana desde la triada, individuo/sociedad/especie, nos entrega una forma poderosa de re aprehender las relaciones. Mirar en conjunto el deber ser, la cultura, las creencias, los mitos. Y desde ahí “adaptar nuestro pensamiento” a una ética de reconocimiento, de valoración, de inclusión y la mezcla de la ética con las diversas expresiones del existir. (cultura, arte, sociedad, ciencia…). Si como dice Morín, el amor es “la experiencia fundamental de religación” la exclusión de cualquier tipo de tiranía y de jerarquías generadoras de exclusión y abuso estarías excluidas en una ciencia y pensamiento complejo.
La ética no es un proceso estático, es una construcción permanente y conflictivo, porque no escapa a la realidad de la persona que la ejerce, lo que la complejidad puede lograr es a que siempre tomemos en cuenta, todo lo que se debe tomar en cuenta. “la individualidad, la subjetividad, la libertad, el texto y el contexto…”
- Ética Feminista
El feminismo hace mucho tiempo denunció que “…la lógica lineal y proyectiva del pensar patriarcal en el que todas y todos estamos más o menos inmersas/os, nos hace muy difícil colocarnos fuera de sus propias dinámicas explicativas, tener una visión más global y asumir que lo que no funciona es el paradigma fundador”. (Ximena pedregal, Ética y Feminismo). Desde ahí establece que el sistema patriarcal no tiene solución. La totalidad exige ser resituada porque alberga una realidad que ha dejado de ser significante.
El feminismo se ha encargado de evidenciar una dinámica de funcionamiento injusta, que ha permitido la subordinación de las mujeres por su condición de mujeres, en consecuencia, la imposibilidad de vivir en igualdad de derechos. Posibilitando que la construcción del imaginario colectivo, se realice desde una imagen estereotipada de las mujeres, que las condena a ser discriminadas y violentadas en su condición de mujeres.
La ética feminista ha marcado las asimetrías naturalizadas, evidenciando la estructura histórica, jerárquica, sociológica, religiosa e institucional que ha colocado a la mujer, como lo alterno, “lo otro” y a los hombres en el centro del mundo. Esta aseveración tiene matices, porque evidentemente no es lo mismo, ser un hombre blanco y de clase alta, a ser hombre negro y de clase baja. Pero aun vistas estas situaciones, las mujeres además de la discriminación por clase y raza, tendrá la discriminación especifica asignada a su género. (Podría referirse a los nuevos matices que introduce en el análisis la exigencia de reconocimiento de otros géneros, que ha roto el binomio masculino/femenino).
Es una ética con múltiples vertientes denuncia, demanda, reconocimiento, exigencia. Que plantea la necesidad de destruir y re-construir el sistema de relacionamiento. De ahí que una de sus principales consignas es: “Lo personal es político”, como una forma de reconocer las vinculaciones que se dan entre sociedad, cuerpo, emociones. Definiendo el espacio de “lo público” como un lugar masculinizado, pensado y creado para los hombres, y que es donde se toman las decisiones. Y el espacio de “lo privado”, relegado, encargado de las labores de reproducción y cuidado, sin posibilidad de tomar decisiones. Simbolizado como “abnegación”, pero realmente espacio de trabajo no monetizado, y de subordinación. Baste como ejemplo, las luchas por el derecho a elegir y ser elegida, la erradicación de la violencia contra la mujer, por el derecho al cuerpo, por la salud reproductiva, la salud sexual, el acceso al empleo de calidad, la superación del ¨techo de cristal¨. Todo el trabajo, la estrategia, el aporte científico y teórico para desentrañar y des construir “la ilusión civilizadora”, que nos ha dejado fuera; y cuando nos entra, lo hace de forma tangencial.
La ética feminista, nos habla de lograr un cambio civilizatorio para reconocer que nuestro rol, no es solo el de reproductoras, sino en el rol de personas capaces de asumir y decidir destinos en el mundo de lo público. Sin que sea necesario renunciar al rol reproductor, sino desde la redefinición del compromiso ético de los hombres, del Estado y de la sociedad en su conjunto con la preservación de la especie, a través de la reproducción y el cuidado. Como dice Ana Pizano “Lo creativo humano para las mujeres es ejercer la seguridad de que nuestra biografía feminista, individual y grupal, nos hace productoras de pensamiento y de prácticas contraculturales reales. Es un discurso del orden simbólico, razonable, emotivo, lleno de sentido común, en contraposición a esa realidad de “ser mujer” designada de forma arbitraria, sin significación, solo asignación y roles predefinidos”.
A mí me parece terrible, que, con tanta teoría feminista escrita, esta siga siendo relegada, acusada de parcial, emotiva, subjetiva, en consecuencia, NO CIENCIA, NO TEORIA, según los intereses del estatus quo, que obvia esta realidad evidenciada. A mí me parece que la Complejidad, que busca precisamente, mirar “lo que se quedó en el medio”. Es una ventana de oportunidad para la reflexión de la sociedad, y desde la perspectiva compleja, “tomar en cuenta” la evidencia de la subordinación, del dominio androcéntrico y heteropatriarcal del mundo.
- El En-Redamiento complejidad feminismo
Realizar una intersección complejidad-feminismo, puede reafirmar la ética vigente que signa a lo masculino la representación, la legitimidad del poder y el dominio. Con la implicación de que para que haya dominio, tiene que haber a quien dominar. La complejidad puede ser un gran aliado en la visibilizacion del funcionamiento del en-redamiento de las circunstancias emergentes, y evidenciar como operar las relaciones de poder, en la acción y en el discurso. A las feministas nos ha costado mucho tiempo traspasar la lógica del dominio, con éxitos parciales, pero sin lograr la transformación de la sociedad.
Un planteamiento como el del pensamiento complejo que habla de un nuevo saber planetario, que establece una convivencia de respeto y reconocimiento del espacio que habitamos, puede ser fundamental para presentar desde otras lógicas la transformación necesaria. Cambios profundos que pasan por la autonomía y la libertad, una libertad que no puede estar divorciada de una red formada por lo íntimo, lo privado y lo público.
Desde la complejidad y desde el feminismo se afirma que es necesario un cambio cultural, construir esa propuesta de cambio tomando en cuenta los fundamentos feministas sobre relaciones de poder, discriminación, subordinación, cosificación del cuerpo, infantilización permanente del ser mujer, entre otros. Con una visión compleja, no lineal, que permita introducir todos los elementos, al borde o límite del caos, es una propuesta no solo posible y válida, sino esperanzadora. Es urgente identificar los atractores que permitan el encuentro.
Recordando el primer módulo y la cuestión de los 70 años transcurridos desde que Poincare se encontrara con el caos y la comprensión de fenómeno. Es interesante la anécdota de la biofísica inglesa Rosalind Franklin, que logró una imagen a través de la difracción de rayos X, que deduciría que las cadenas del ADN se encuentran dispuestas en formato de doble hélice, algo que hasta ese tiempo se desconocía, 40 años antes que los hombres que fueron reconocidos como descubridores del ADN lo hicieran. Los resultados de las investigaciones de esta mujer, en su momento no fueron comprendidos por la academia y la comunidad científica, y fue a los 80 años cuando le entregaron del Premio Nobel, por algo que había descubierto muy joven.
La ética feminista busca desentrañar la complejidad de la relación objetual, nuevas reglas para convivir y recrear un imaginario colectivo de respeto, igualdad, libertad, equidad, medioambiente sano, protección al planeta. Feminismo implica una política de re-nacimiento, una búsqueda para la transformación civilizatoria. Además de colocarnos en la historia, que nos dejó fuera. Eso yo lo asumo como complejidad.
La ética de la complejidad y la ética feminista, en mi aprehensión convergen en reconocer la ética como una acción de libertad relacional, una “humanización” del hacer y del quehacer.
En lo personal, mi planteamiento ético para la buena convivencia, implica justicia, compasión, reconocimiento del otro/a en mi igualdad y libertad, que es su igualdad y su libertad. Simone de Beavoir en su obra El Segundo Sexo coloca sobre la mesa múltiples aspectos para explicar la construcción social de ser mujer y ser hombre, pero hay un elemento que siempre me ha llamado poderosamente la atención, y es su comprensión de que la disminución de la importancia del rol de la mujer está muy vinculada a que “El hombre se eleva sobre el animal al arriesgar la vida no al darla: por eso la humanidad acuerda superioridad al sexo que mata y no al que engendra” , ¿Que nos estará diciendo esta afirmación sobre la sociedad en que vivimos, desde ahí podremos construir ese mundo mejor al que aspiramos?.
Complejidad y feminismo intencionado o no, tienen unos vínculos maravillosos, que me permiten abrir la ventana a la esperanza.