Por: Carlos E. Liriano Lara
Introductio et Proposita (introducción y objetivos):
Durante nuestros estudios en complejidad vimos como el pensamiento occidental se decantó tempranamente hacia una ética de la certidumbre complementada por un acercamiento a la indagación que era a la vez reduccionista, lineal y analítico. Por supuesto que la visión del universo como un mecanismo de relojería creado por una divinidad omnisapiente no podía menos que generar el anhelo de la certidumbre que, de ser cierto el modelo de un mecanismo predecible por la ciencia, era consecuencia natural de la visión del modernismo.
Como siempre ocurre, la unidad de criterios era imposible y, de alguna manera, era inevitable que surgieran otras concepciones. Estas concepciones fueron la base en la que se apoyaron futuros pensadores que apuntaban a un orden menos predecible y a eventos que fueran fruto de la propia interacción de entidades agenciales (esto es con características de agentes), cuando no del azar.
Dentro de las diferentes tendencias del pensamiento que hemos estudiado nos encontramos con algunos que, hijos del tiempo en el que les tocó vivir, extrajeron del espíritu de su tiempo (Zeitgeist) las conclusiones que apoyaban la concepción prevaleciente. Pero, y esto es sumamente relevante, el gusanito de otra manera de ver el universo quedaba en esas ideas y es de ese gusanito del que surgen opciones de pensamiento que nos llevarían a aceptar la incertidumbre que ahora damos por manifiesta en todas las dinámicas que nos rodean.
Es mi intención dedicar estas cuartillas a presentar estos apuntes de lo que, eventualmente podría considerarse como una ontología basada en los conceptos, categorías y propiedades sustentadas desde el pensamiento complejo y las ciencias de la complejidad. Esto es, considerar todo lo que nos rodea, y lo que siempre fue, no como estructuras o conformaciones propiciadoras de determinadas dinámicas, sino como dinámicas manifiestas coyunturalmente en determinadas conformaciones que están destinadas a mutar.
En busca de alcanzar esta meta, hemos decidido usar un punto de apoyo formulando una crítica del ensayo del pensador Michael Strevens el cual mencionamos más adelante. A partir del mismo, hemos optado por explicar, contradecir y eventualmente reformular sus planteamientos en busca de redondear lo que pudiera llegar a llamarse una “ontología compleja”.
Quaestio Ab Initio (la cuestión desde el inicio):
Plantea el autor inglés Michael Strevens (en su ensayo “Ontología, Complejidad y Composicionalidad”, incluído en “Ensayos sobre Metafísica y la Filosofía de la Ciencia” de Oxford University Press) algo así como que: “las diferentes ciencias tienen diferentes ontologías, o lo que es lo mismo, diferentes formas de diseccionar el mundo y separarlo en individuos, categorías y propiedades de manera que la física fundamental se encarga de las partículas estableciendo sus propios “individuos”, categorías y propiedades; la química se encarga de las moléculas y también provee sus “individuos”, categorías y propiedades; la biología de las células, organismos y ecosistemas, igualmente haciendo lo propio en cuanto a la segregación de sus entidades constitutivas; etc”. En esencia, este planteamiento se basa en una generalidad en el sentido de que todo estudio tiene que partir de una cierta estructura que, a su vez, forma parte de un gran proyecto ontológico, el cual, siempre según Strevens, plantea que todas las cosas a un determinado nivel están compuestas espacio-temporalmente de las cosas del nivel inmediatamente inferior. O sea, los animales están hechos de células, que están hechas de moléculas, que están hechas de átomos, que están hechos de partículas subatómicas, etc.
De esta visión emana una necesidad de que todas las ciencias determinen las premisas iniciales de otras ciencias. La física determina las presunciones iniciales de la química, ésta última determina las premisas de la biología, etc. Esta conformación que el mencionado autor mismo llama de “pastel de bodas” ofrece a las ciencias un elemento de comodidad que tenemos que reconocer como el sustento de casi todo el ejercicio intelectual de la humanidad desde hace al menos doscientos años.
Esta comodidad nos ha provisto de avances increíbles, de manera que es importante que mencionemos sus características positivas más relevantes, las cuales han dotado a la conformación ontológica del “pastel de bodas” de una extraordinaria longevidad. Las mismas serían:
- La primera ventaja de este criterio es que promete proveer al emprendimiento científico de múltiples teorías composicionales[1] (o sea un mecanismo para proveer “cajas de herramientas” que permitan comprender una amplia gama de sistemas dentro de una clase determinada). Por ejemplo, Newton entregó al mundo una teoría de la gravitación que emergió como teoría composicional del movimiento de los astros celestes. En esta teoría composicional se divide al universo en objetos a los cuales se les asigna una masa en virtud de la cual dichos objetos ejercen y experimentan una fuerza gravitacional, entonces todo el movimiento de dichos objetos puede ser predicho como un efecto agregado de cada efecto gravitacional individual.
- Al dividir los sistemas en partes y asignarles propiedades dinámicas a estos componentes, se permite “predecir” el comportamiento del sistema completo mediante la agregación de las propiedades individuales de los componentes.
- Cuando se tiene una teoría composicional de una cierta clase de sistema, entonces, no se necesita teorizar de nuevo para cada instancia de ese tipo de sistema.
- Se puede desarrollar un procedimiento para predecir y explicar el comportamiento de cada configuración del sistema dentro de un rango determinado de combinaciones de componentes a lo interno del sistema.
A pesar de estas ventajas manifiestas que han conducido a la humanidad a múltiples aciertos, esta concepción del ejercicio ontológico fracasa por varias razones y de diversas formas. En este sentido, nos gustaría plantear nuestra perspectiva acerca de las debilidades de este punto de partida. A nuestro entender, los fallos de esta visión ontológica son:
- De entrada reconocemos una barrera a la trans-disciplinaridad en que aceptamos que cada acercamiento al conocimiento tiene su propia perspectiva ontológica por lo que el ensamblaje de productos consistentes con cada ontología particular se hace casi imposible.
- La predicción de las propiedades agregadas de los sistemas, a partir de los estudios correspondientes a los componentes de dicho sistema ha probado ser empíricamente imposible por lo que las teorías composicionales serían inútiles para las pretensiones de predictibilidad de los sistemas.
- De igual manera, el determinismo implícito en tales teorías composicionales es precisamente uno de los principios que quedan superados con la teoría de sistemas y la complejidad, que emergen como un esfuerzo intelectual por superar los inmensos problemas de agregación que se presentan en las teorías composicionales de la ciencia clásica. Este problema de agregación afecta incluso a teorías composicionales tan sólidas y útiles como la gravitación, cuyos defectos se hicieron más aparentes con el emerger de otra teoría composicional, la relatividad.
- La base de una “ontología dispersa” en una multitud de disciplinas científicas contradice la aspiración de un principio ontológico aplicable a todo el ejercicio del conocimiento y que sustente un posicionamiento epistemológico para todas las iniciativas de indagación.
- En el mismo sentido anterior, esta “ontología dispersa” enfatiza la falta de articulación entre las dinámicas del “microcosmos[2] y del “macrocosmos”[3] al crear diferentes premisas ontológicas para ambos espacios. Dicho de otro modo, la individuación espacio-temporal de los objetos ha sido útil a la ontología de las ciencias que tratan el macrocosmos pero es insuficiente y errónea en lo que respecta al microcosmos.
- La aceptación de una ontología orientada a identificar, nominar y describir estructuras ignora que dichas estructuras son el resultado y no la causa de los procesos (dinámicas) que se reflejan en ellas. De forma que al centrarnos en tal ontología disciplinar y estructuralista estamos obviando la esencia misma del acontecer natural como un proceso constante que se plasma en las estructuras observables.
- Igualmente, tal ontología dispersa impide la valoración de las aspiraciones científicas, toda vez que una ética[4] del conocimiento no podría sustentarse en posicionamientos diferentes para cada disciplina.
- Lo mismo aplica para el caso de una eventual lógica[5] que pretenda buscar la verdad a partir de una cierta organización del pensamiento, en el sentido de que tal lógica no podría sustentarse en un proceso de reflexión establecido sobre la base de una ontología dispersa. Esto así porque esa dispersión ontológica acarrearía la necesidad de procesos lógicos similarmente diversos.
Habiendo visto estos elementos, a manera de preludio, se puede fácilmente colegir que sólo a través de un acercamiento holístico se puede plantear una ontología válida para diferentes disciplinas. Con esta ontología, que ha de ser necesariamente transdisciplinar, holística y compleja, podemos proyectarnos hacia una consolidación del posicionamiento epistemológico esencialmente hermenéutico al que aspiramos.
Abbemus Ontologiam (tenemos ontologia):
Habiendo visto los problemas de asumir ontologias diversas en las diferentes vertientes de la indagación científica, quisiéramos presentar una propuesta para una especie de ontología consolidada para la indagación desde la complejidad. En este sentido, queremos recuperar un concepto inicialmente sustentado en los albores del racionalismo por Baruch de Spinoza y desarrollar, a partir de este concepto, una visión constructiva tendiente a establecer una ontología basada en la premisa de un universo en constante movimiento e indagable solamente desde una concepción dinámica en vez de estructural.
En este sentido, haremos un esfuerzo rememorando que una vez se hubieron sentado las bases del racionalismo cartesiano, a finales del siglo XVII, esta corriente había aceptado entre sus ponderaciones ontológicas la existencia de tres sustancias: el pensamiento (res cogitans), la extensión (res extensa) y Dios. Sin embargo, el pensador Judeo-Hispano-Portugués Baruch de Spinoza reduce estas tres sustancias a una sola que llamó: sustancia divina infinita, la cual, según la perspectiva que se adopte, se identifica bien con Dios o bien con la Naturaleza (ambos términos llegan a ser equivalentes para él, según su célebre expresión Deus sive Natura).
Es precisamente esa equiparación de Dios y Naturaleza lo que ha provocado que se le considere a Spinoza como el precursor tanto del ateísmo como del agnosticismo, principios que, sin embargo, nunca declaró perseguir. Para Spinoza, la substancia es la realidad, que es causa de sí misma y a la vez de todas las cosas; que existe por sí misma y es productora de toda la realidad; por tanto, la naturaleza es equivalente a Dios. Dios y el mundo, su producción, son entonces idénticos. Todos los objetos físicos son los «modos» de Dios contenidos en el atributo «extensión». Del mismo modo, todas las ideas son los «modos» de Dios contenidas en el atributo «pensamiento». Las cosas o modos son naturaleza naturada, mientras que la única substancia o Dios es naturaleza naturante. Según esta visión, entonces, Dios es la naturaleza potencial, mientras que la realidad material es la naturaleza ejecutada.
Este cambio propuesto por Spinoza tiene la ventaja, sobre Descartes, de que borra los problemas que presenta el Cartesianismo para explicar la posibilidad del conocimiento (o sea su posicionamiento epistemológico). En el racionalismo cartesiano el pensamiento y la extensión son dos de los infinitos atributos de Dios, distintos e independientes el uno del otro ¿cómo se puede entonces conocer el mundo? Con Spinoza ya no existe este problema: se puede conocer el mundo, porque el entendimiento es una modificación o «modo» de la misma sustancia divina que «piensa» su objeto extenso o cuerpo, de modo que el entendimiento puro puede «aprehender» la realidad y de hecho, tal entendimiento es inevitable puesto que es posible.
Por otro lado, Spinoza es cauto en cuanto a la narrativa ontogenética del universo, sin embargo, siendo que todas las cosas surgen de un continuum materia-pensamiento del cual son modos de manifestación, resulta fácil derivar un proceso de emergencia del universo a partir de este continuum como un proceso de realización de lo potencial mediante el mecanismo de explorar todas las vertientes posibles de la existencia. El universo es pues una dinámica que no tiene fin y que presenta como motivación su propio avance hacia todo lo que es posible, desembocando en cada evento sólo para iniciar el siguiente.
Partamos entonces de la premisa de que todo lo que “es” tiene que ser visto como un proceso en movimiento y lo observable es sólo un estado temporal, independientemente de su duración. Todo es parte de una dinámica, ya sea que la entendamos como tal o no. Desde el movimiento de las galaxias hasta la vibración de partículas subatómicas todo está en marcha y lo que parece inmutable sólo lo es desde el punto de vista de la duración de nuestras vidas. Adicionalmente, todo aquello que apreciamos como consistente y estructural, no es más que el estadio temporal de algo que se está moviendo como parte de una dinámica apreciablemente lenta pero dinámica al fin.
La vida no es más que la concurrencia de múltiples dinámicas, reacciones químicas que generan y absorben energía al tiempo que gatillan procesos físicos de traslación, procesos mentales de aprendizaje, procesos emocionales de vinculación, alejamiento o acercamiento, en un proceso constante de intercambio de masa, energía, información y sentido identitario que busca sostenerse por tanto tiempo como sea posible y mantener e intercambiar tanta información como sea posible de un marco condicionado, pero no determinado, por fuerzas que emanan de estas múltiples interacciones. Pero no sólo la vida como la conocemos tiene tales características de eventuación dinámica, también aquello que vemos como materia inerte está inmersa en una dinámica de cambio y transformación que a veces no nos resulta obvia, ya sea porque ocurre de manera muy rápida y a una escala espacial infinitamente pequeña, o porque ocurre a una escala espacio-temporal infinitamente grande.[6]
Es bueno, sin embargo, que comprendamos la limitación auto-impuesta de centrarnos en la estructura y no en la dinámica sub-yacente. Este es el caso que mencionamos al hablar de los planteamientos sobre ontologías diversas, los cuales elaboran dichas ontologías a partir de la observación de las estructuras evidentes optando por soslayar que las mismas no son sino manifestaciones de dinámicas en curso. Es este aspecto el que ha impedido que desde la ciencia tradicional se formule una ontología general que resulte transversal a todas las disciplinas. En ese sentido, sólo un enfoque holístico y transdisciplinar puede ofrecer un apoyo a tal ontología transversal.
De manera que, para plantear de manera más clara el tema que pretendemos discurrir, es importante que hagamos un recuento de lo que sería nuestra propuesta de una ontología transversal desde la complejidad. Los puntos esenciales son:
- A partir del continuum inicial emergen instancias individuales con características de entidades6 separadas que se eventúan en diferentes escalas.
- Algunas entidades se aglutinan y van conformando nuevas entidades agregadas que interactúan a otras escalas configurando nuevos eventos sistémicos[7].
- Toda dinámica se inicia como un proceso de exploración de posibles conformaciones (abordabilidades) de la correlación entre entidades que ocurren de manera concurrente a diferentes escalas (eventos sistémicos). Se asume que tal exploración busca visitar todos los estados posibles dentro de cada evento sistémico.
- Cuando una dinámica visita una conformación estable en el espacio y en el tiempo, se habla de una estructura. Tal estructura es siempre temporal y depende del sostenimiento de su dinámica subyacente, la cual condiciona la estructura pero no la determina, o sea, una misma dinámica podrá tener una infinidad de estructuras estables que la reflejen, siempre que las mismas logren cierto equilibrio de las fuerzas condicionantes.
- Para que exista una dinámica tiene que existir previamente algún sentido identitario, que no necesariamente se encuentra vinculado a la conciencia, pero que permita a la entidad establecer los constreñimientos[8] de su conformación y su abanico de abordabilidades de comportamiento. Este sentido identitario se manifiesta en la capacidad de las entidades de asumir determinadas configuraciones, y no otras, a partir de información intrínseca de la entidad y que sirve también de punto base de las interacciones con otras entidades.
- Todas las entidades forman parte de una dinámica (o concurrentemente de varias dinámicas) que se enmarcan dentro de un sistema y son condicionadas (ojo: no determinadas) por fuerzas que emergen de la interacción con otros agentes[9] u objetos fuera del sistema.
- Todas las entidades tienen capacidad de intercambiar masa, energía, información y sentido identitario con lo que le rodea, sin necesidad de poseer conciencia del yo, y dentro de un entorno condicionado por la existencia de fuerzas que emanan de las interacciones entre entidades adyacentes en el tiempoespacio. Sin embargo, algunas entidades pueden interactuar con otras entidades no adyacentes (remotas) siempre que estén vinculadas por una relación ontológica por haber pertenecido al mismo evento sistémico.
- Las dinámicas de interacción no implican necesariamente los cuatro vectores de intercambio (masa, energía, información y sentido identitario) sino que pueden ocurrir mediante intercambios limitados a uno o más vectores sin que se complete el requerimiento de los cuatro. Sin embargo, el número, mayor o menor, de vectores de intercambio que esté envuelto en una dinámica no provoca un mayor o menor alejamiento del equilibrio dentro del evento sistémico.
- En algunas dinámicas se presentarán comportamientos condicionados fuertemente por las interacciones entre entidades dentro del mismo evento sistémico y, fruto de tales interacciones, en ellas emergerán comportamientos que pueden llegar a desafiar, o no, las fuerzas condicionantes del entorno. En tal caso, hablaremos de dinámicas complejas.
- Las fuerzas condicionantes de las interacciones emergen de las interacciones mismas y su magnitud está determinada por la escala de dichas interacciones. Algunas de estas fuerzas condicionantes para dinámicas materiales son: la gravedad, el electro-magnetismo, la fuerza nuclear mayor, la fuerza nuclear menor, y la vinculación (o entrelazamiento) cuántico. En cuanto a las dinámicas informacionales (semióticas) las fuerzas condicionantes giran en torno a la vinculación ontológica, intelectual y emocional, así como el sentido identitario.
- Cada evento sistémico tiene la tendencia de preservar su conformación de un momento dado, y para lograr mantenerla sus entidades constitutivas asumirán correlaciones que disipan las fuerzas condicionantes de las interacciones. Cuando tal preservación de la conformación actual no es posible, entonces el evento sistémico migrará hacia otra conformación estable y pasará a preservarla. Dicha migración puede ser hacia otra conformación adyacente pero estructuralmente similar (adaptación) o hacia otra conformación diferente estructuralmente (evolución).
- En todas las dinámicas se pueden identificar trayectorias de las interacciones entre entidades las cuales resultan preferentes (atractores dinámicos[10]) y que tienen la característica de que minimizan el requerimiento de recursos necesarios para preservar la más reciente conformación estable del evento sistémico. Por el contrario, los constreñimientos, que ya vimos más arriba, son trayectorias que maximizan los recursos necesarios para poder preservar la más reciente conformación estable del evento sistémico.
Estos puntos pueden ser aplicados a todas las dinámicas y eventos sistémicos observables dentro de cualquier ámbito y pueden ser aplicados transdisciplinarmente para indagar las interacciones entre entidades de casi cualquier tipo.
Sobre este tema volveremos eventualmente.
Carlos E. Liriano Lara. Santo Domingo, Marzo, 2017
[1] Es válido en este sentido hacer la salvedad de que la composicionalidad de las teorías no es lo mismo que la composición de los objetos. La primera es una propiedad de un sistema de representaciones en virtud de la cual el comportamiento del todo se deriva y puede ser predicho y explicado por el comportamiento de las partes, mientras que el segundo es una relación metafísica en virtud de la cual la existencia del todo es asegurada por la existencia, adecuadamente configurada, de las partes (tomado del ensayo de Michael Strevens que se menciona al inicio).
[2] El ámbito de los componentes de menor presencia espacio-temporal como serían partículas sub-atómicas, átomos, moléculas o células según la disciplina de que se trate.
[3] El ámbito de los componentes de mayor presencia espacio-temporal como serían cuerpos, astros, tejidos u organismos, según la disciplina de que se trate.
[4]La ética (del lat. ethĭcus, y este del griego ἠθικός ēthikós; la forma f., del lat. tardío ethĭca, y este del gr. ἠθική ēthikḗ ) es la rama de la filosofía que estudia lo correcto o equivocado (la valoración) del comportamiento humano. Definicion extraida de Wikipedia.
[5] Lógica es una ciencia formal que estudia la estructura o formas del pensamiento humano (como proposiciones, conceptos y razonamientos) para establecer leyes y principios válidos para obtener criterios de verdad. Como adjetivo, ‘lógico’ o ‘lógica’significa que algo sigue las reglas de la lógica y de la razón. Definición extraída de http://www.significados.com
[6] Una entidad sería entonces una instancia del continuum materia-pensamiento cuyo entorno estaría delimitado dinámicamente por una interface continua a través de la cual ocurre el intercambio de materia, energía, información y sentido identitario.
[7] Una evento sistémico es una correlación de entidades que interactún mutuamente de manera preferente con respecto al entorno, por lo que se configura un espacio dinámico diferente al espacio más general
[8] Un constreñimiento es una serie de puntos no preferentes de la trayectoria, en los que se reduce la posibilidad de encontrar a una entidad dentro del evento sistémico.
[9] Se entiende por un agente a aquella entidad que tiene la capacidad de procesar información de su entorno y comportarse de acuerdo con dicha información o seguir el comportamiento de otros entes ya sea que los mismos tengan o no conciencia.
[10] Un atractor dinámico es una forma característica de comportarse de las entidades componentes de un evento sistémico de manera que no existe equiprobabilidad de ubicación de una entidad para todos los recorridos.